Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 12 de septiembre de 2016

Inmortalidad

Una reflexión de Daniel... Nunca viene mal, ¿verdad?

Lestat de Lioncourt 


Para ser absolutamente sincero diré que ser vampiro no es como yo lo había imaginado. Quedé fascinado cuando uno de ellos me contó su historia, sus desgracias y victorias, provocando que quisiera codiciar cada segundo de mi vida e introducirlo en la eternidad. Pensé en las cosas que vería, comprendería al fin y viviría. Sin embargo, no pensé jamás que eso del “pez grande se come al chico” afectara tanto a lo que terminé siendo.

Recuerdo que Armand me perseguía allí donde iba. Parecía desesperado por llamar mi atención. De un momento a otro estaba solo como acompañado por su sonrisa eufórica, enormes ojos almendrados y miles de preguntas. Era como un niño. Durante años, por no decir siglos, había estado aislado porque así lo quiso. Si bien junto a mí se empeñó en conocerlo, comprenderlo y asumirlo todo. Parecía haber vivido en una habitación a oscuras durante años y al fin tenía luz. Creo que le fascinaba incluso mi tostadora.

Los sueños empezaron a venir a mí debido a tener algo de su sangre. Él me la ofreció sin ser aún un vampiro, sin ser nada más que un simple humano. Esos sueños me perturbaron. Veía a dos mujeres pelirrojas corriendo de un lado a otro, intentando salir ilesas de la tiranía de una supuesta diosa. También observaba los terribles rituales que se le hicieron a ambas. Y, por supuesto, pude ver a un enigmático guerrero alzándose contra un ejército entero intentando impedir que mataran a las mujeres. Fue glorioso, pero también horrible. Podía sentir su dolor y angustia.

Esos sueños, más todo lo ocurrido después de mi conversión, me dejaron tan confundido y asustado que no era capaz de asumir la realidad que me rodeaba. Temblaba si alguien se acercaba, balbuceaba constantemente y nadie podía tocarme porque me convertía en una bestia salvaje. Todos esos sueños de grandeza, de poder conquistar diversas épocas, se quedaron convertidos en guiñapos. Mi mente era débil para soportar tanta información en tan poco tiempo, y sin poder consumir whisky y algún cigarrillo para olvidarlo todo.

Quizá no alertaría a mi yo del pasado. No le diría “Ten cuidado” porque me fascina la oscuridad, la belleza que posee cada una de las estrellas y todas las facetas de la luna. Amo ser lo que soy. Me gusta recorrer las calles cercanas a los malecones aspirando el aroma a mar, también enloquezco bailando y disfrutando de la estruendosa música de los locales donde voy a cazar, vivir la noche y disfrutar de todos y cada uno de mis sentidos. Pero, os aseguro, que sí pediría que me entrenara bien para todo lo que viviría. Contaría todo lo vivido y le daría ánimos. Esta experiencia puede ser maravillosa, peor sólo si uno asume bien sus riesgos y sabe lo que se atiene. Yo estaba tan fascinado que fui incapaz. Realmente fui incapaz.


No puedo culpar a Armand de todo lo ocurrido, pues él intentó disuadirme. Tampoco puedo hacerlo a mí mismo porque cualquier en mi lugar hubiese codiciado el vivir para siempre. Así que esto no es culpa de nadie, salvo de la fascinación y la necesidad que todos tenemos cuando escuchamos la palabra inmortalidad.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt