Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 11 de septiembre de 2016

Derrota y lágrimas

Yo comprendo a Marius, pero también debo admitir que comprendo a Bianca y al resto. ¡Ah! Demonios...

Lestat de Lioncourt 




Derrotado, cansado como estaba, y, con el corazón tan destrozado que no sabía si algún día mi alma podría descansar, me senté en aquel diván a observar los frescos del techo. Había estado trabajando en ellos durante días. El palacio había recobrado su esplendor. Cada muro, puerta, ventana y rincón había sido restaurado con esfuerzo y una dedicación que jamás di a mis amantes. Me sentía un canalla, un hipócrita y un sucio rastrero que no había logrado en momento alguno retener lo que amaba entre sus brazos.

Imaginé sus pasos por la galería, su risa fresca reverberando en alguna de las numerosas alcobas y sus manos suaves jugueteando con mis cabellos. Ese maldito querubín de cabellos castaños me había arruinado y, sin embargo, jamás lo admitiría. No obstante pude percibir que no estaba solo. Alguien había entrado. Sus pasos eran cortos y elegantes, su perfume era femenino y rápidamente pude apreciar que era un vampiro. Un vampiro que yo conocía bien.

—Bianca...—murmuré incorporándome de inmediato.

Bajé hacia la planta inferior como una exhalación. Ella me había maldito hacía tan sólo unos meses. Recordaba cada una de sus palabras y esa mirada de fuego, llena de rabia y odio, que me envenenaron. Cuando llegué al final de la escalera la observé del mismo modo que me observó ella. Ambos parecíamos inquietos, pero ella hizo acopio de todas sus fuerzas para mantenerse firme e indiferente.

—¿Qué haces aquí?—pregunté—. Bien que dijiste que no volverías a buscarme—dije furibundo.

—Dije eso—respondió—. Pero no vine a verte a ti, sino a este lugar. No sabía que lo habías recuperado—comentó abriendo su abanico para darse un poco de aire.

Vestía con un elegante traje negro bastante ajustado, de hermoso escote, y su cabello estaba recogido con algunos mechones sueltos. Parecía haber salido de alguno de los frescos que yo alguna vez pinté o que pintó algún enloquecido genio de otra época. Esa mujer era demasiado hermosa y como todo lo demasiado hermoso provoca peligro, ruina y dolor.

—Márchate—dije aferrado a la balaustra.

—Hermosos querubines—contestó caminando hacia la salida con una elegancia llena de indiscreta soberbia—. Lástima que el original no quiera volver a saber de ti—susurró antes de tomar el pomo, tirar de la puerta hacia sí y marcharse dando un portentoso portazo.

—¡Maldita seas! ¡Maldita seas!—quité antes de romper a llorar.


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt