Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 27 de septiembre de 2016

Mi hijo

Adoro a mi madre...

Lestat de Lioncourt



Desconozco cuántos años habrán pasado, pero supongo que casi han sido veinte desde su nacimiento. Si escribo estas líneas es porque veo en el una clase de determinación que me recuerda a mí. Estoy reteniendo a mi hijo sólo para no sentirme sola, frustrada y llena de dolor. El resto de mis vástagos no han tenido mucha suerte, algunos han muerto y los otros dos, que han sobrevivido, apenas tienen sueños. Lestat es el único que se cuestiona el mundo, intenta luchar contra imposibles y busca soluciones a sus problemas. No lo estoy idealizando, sino que veo en él el hijo que toda madre desearía.

No obstante, desde los diecisiete está cometiendo error tras error. Muchas mujeres del pueblo creen que aún poseemos algo de valor tras los muros del castillo. No tenemos criados, salvo los mozos de las cuadras, y la escasa comida que entra en casa es gracias a la caza, pesca y recolección que hace Lestat y el resto de sus hermanos. Sobre todo que hace Lestat. Él nunca permitiría que la familia pasase alguna calamidad. Pero, esos errores, son hijos que vienen al mundo buscando alimento. Algunos ni siquiera podrían ser de mi hijo, pues sé bien que tienen otros amantes. Aún así tienen la desfachatez de venir a verme. Yo les arrojo monedas, como se hace con el maíz y las gallinas, y las recogen para irse corriendo a alimentar sus miserias.

Ayer mismo eché a dos, casi empujándolas hasta el exterior de la fortaleza. Mi marido preguntaba, desde su sillón, qué demonios sucedía. Ciego, pero no sordo, logró escuchar algo. Yo me eché a sus pies, lloré amargamente aferrada a sus rodillas, y, él me golpeó con el bastón exigiendo que dejase de protegerle. ¿Cómo podía pedirme eso? Él era el más parecido a lo que yo fui.


Pronto llegará el invierno y cumplirá veintiún años. Temo que siga siendo tan protestón y libertino, que se convierta en un ser aún más fiero. Es como un animal encerrado. He prohibido tantas veces su fuga, le he advertido de las consecuencias si su padre se entera que se ha marchado, que creo que ha empezado a aferrarse a mí. Teme que me muera, pero también está temiendo al exterior. Lestat debe irse. Tendré que aprovechar la primera oportunidad que se me presente. Él no va a morir en estas mugrosas y húmedas habitaciones.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt