Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 24 de septiembre de 2016

Tú, todo lo que quiero.

—¿Sabes lo que sentí durante años? Vacío—dije escuchando como las olas llegaban a la cálida y fina. Podía oír las burbujas de la espuma explotando antes e hundirse, por completo, el agua en la arena. Pero, lo que podía escuchar bien, era los pies de Louis por la arena, hundiéndolos suavemente, con la clásica elegancia que siempre estaba manifiesta en él.

—¿Vacío?—preguntó con aparente sorpresa.

—Un vacío terrible que anidaba con fuerza en mi pecho—respondí.

—¿Por qué vacío?

Sus ojos esmeralda brillaban de forma iridiscente. La noche nos abrigaba en aquella playa, alejándonos de las luces brillantes de la ciudad y su murmullo, dejándonos a solas con el brillo de las estrellas y el destello de su mirada. Admiraba su belleza mejor en soledad, cuando podía comprender que no exageraba al recordarlo.

—¿Alguna vez has cumplido tus sueños y alguien, sólo por una estúpida venganza, te lo ha arrebatado todo?—pregunté con una sonrisa melancólica.

—Lestat...

Ambos habíamos sufrido una gran pérdida, pero durante mucho tiempo creíamos haber muerto el uno para el otro. Como si ese amor, el que nos profesábamos, fuese lo único vivo. Un amor que durante un tiempo creíamos que era odio, al menos él lo creía. Yo sabía que no podía odiar a Louis.

—No sólo tuve que arrastrar sobre mi sucia y cruel alma, tan retorcida y que tú bien conoces, la muerte de Claudia—hice un inciso para aproximarme a él, tomándolo del rostro—.También tuve que cargar con la tuya, Louis.

—Quizá lo hizo porque creyó que necesitaba ser libre—replicó—. Yo también creí que tú...

—Maldito seas, maldito seas... ¡Cuán inocente puedes ser!—dije algo exasperado, si bien no aparté mis dedos de él y él tampoco lo hizo.

—¿Por qué dices eso?—dijo.

—Armand es un animal herido, el cual ataca defendiéndose contra cualquiera. Él jamás me perdonará haber acabado con su reinado en mitad de la oscuridad. Según él le arrebaté todo, pero en realidad sólo lo liberé. Entonces, cuando fue al fin realmente libre, se percató que nunca había tenido nada. Sólo tuvo miedos y desesperación acumulándose en cada rincón de su alma.

Oh, explicar lo que era nuestro viejo compañero, ese infeliz muchacho eterno, era difícil. Pocas veces era capaz de expresar o describir lo que sentía, menos para poder hacerlo con él. Seguía viendo un monstruo con un hermoso rostro de niño del coro, como si fuese un ángel reverenciado, pero que ocultaba tras sus ojos castaños la crueldad de un anciano. Había sufrido demasiado, jamás conoció el amor puro, y comprendió que para la mayoría es un capricho que puede ser tomado, usado y abandonado.

—Pero tú dijiste que nosotros te habíamos intentado matar—bajó la mirada, colocó sus suaves manos sobre mis muñecas e intentó, sin mucho afán, apartar las mías de él.

—Sí, pero era porque tenía la esperanza, la estúpida esperanza, de tenerte de nuevo a mi lado junto a ella. Ya me encargaría yo de castigaros...—al fin logró apartarme, pero antes que pudiese pasar medio segundo lo tenía aferrado de nuevo. Me había agarrado a su marcada cintura, para luego estallar—. ¡Erais mi familia!

Me eché a llorar, él también. Ambos llorábamos como dos idiotas en aquella imagen idílica de una playa al sur de este país de supuestas libertades, las cuales no son más que una ilusión.

—Lamento no haber visto tu amor en aquellos días, estaba ciego—murmuró rodeándome con sus brazos.

—No, no estabas ciego—dije—. Sólo te encontrabas confundido, pues no eras capaz siquiera de asumir lo que eres. Eres un vampiro, Louis, pero aún tienes un alma demasiado humana. Los humanos cometen errores terribles día a día.

Besé sus mejillas, la comisura de sus labios y su frente. Fue un acto de amor, pero también de nerviosismo. Quería saber que él, mi Louis, estaba ahí y que no era sólo uno de mis locos sueños.

—¿Y tú no posees alma humana?—preguntó aferrándose al cuello de mi blanca y pulcra camisa.

—Sí, pero sé superar ese conflicto recordándome que debo sobrevivir—respondí—. Tú te hundes, como una piedra en el lago más profundo, esperando que alguien te recupere—confesé en un murmullo.

—¿Y ahora qué se supone que debemos hacer? Akasha está muerta—apoyé mi frente sobre la suya mientras hablaba, y le miré perdido en la belleza de sus ojos. Él había dicho una certeza. Akasha ya no volvería, no estaría ahí destruyendo el mundo. Ahora debíamos hacer algo, lo más lógico era acercarnos los unos a los otros, pero la mayoría se detestaba y ni siquiera sabíamos si sólo éramos nosotros los supervivientes.

—Quédate a mi lado—dije al fin—. Durante unas noches estaré escribiendo el final de La Reina de los Condenados, pero luego podemos ir donde tú quieras.

—Jesse dijo que...—balbuceó.

—¿Qué dijo?—pregunté con impaciencia.

—Ella vio a Claudia, Lestat. ¿Y si Claudia espera reencontrarse conmigo?

¡Locuras! Eran puras y absurdas locuras para mí. Si Claudia era un fantasma posiblemente querría venganza contra ambos.

—No hagas tonterías, amor mío.


Él podía imaginarse cuánto le quería, pero en realidad no alcanzaba siquiera a la mitad de mis sentimientos. No podía imaginar un fin entre ambos. Deseaba protegerlo desesperadamente. Louis era todo para mí. Siempre ha sido todo para mí. Imaginarme una vida sin él era vivir vacío.


Lestat de Lioncourt  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt