Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 23 de septiembre de 2016

Talamasca vs El vampiro Lestat

La noche del concierto fue importante para muchos, así como los días previos. 

Lestat de Lioncourt 


Quedé atónito al saber que Jesse Reeves, una de mis más eficaces y jóvenes ayudantes, había logrado encontrar el diario de Claudia. Gracias a ese diario, de frases envenenadas de dolor o confabulaciones, daríamos con una fuente de información veraz y detallada, aunque sólo en ocasiones, de la vida de Lestat, Louis y la niña eterna.

Acababa de colgar el teléfono, tras oírla ligeramente alterada en la habitación de su hotel. Me sentí confuso, inquieto y algo rabioso. Debí haberla acompañado, sólo para vigilar que ningún fantasma poderoso se atreviese a acorrarlarla. Ella era fuerte, decidida y tenía una genética que llegaba hasta el origen de los vampiros. Nadie, salvo yo, conocía la verdad sobre su tía. Jesse aún estaba comprendiendo el mundo en el que se movía. Por algún extraño motivo, mis estudios antropológicos y geológicos junto a viejos conocidos, habían dado con pinturas antiquísimas. Había contactado con ellos, o más bien ellos conmigo, para informarme.

No podía salir de ese momento de estupefacción, sobre todo cuando escuché los murmullos de un viejo espectro que recorría, y que supongo que aún recorre, Talamasca. Podía escucharlo lamentarse, como si estuviese buscando un lugar idóneo donde dejar sus quejas, mientras el resto lo ignoraba corriendo de un lado a otro con las informaciones del próximo concierto de Lestat. En el despacho adjunto, donde se encontraba mi joven becario, se escuchaba su disco una y otra vez. Mtv no dejaba de mostrar sus videoclips, los periódicos hablaban de un concierto de proporciones gigantescas, los jóvenes llevaban su música allá donde iban y la radio emitía sus declaraciones.

“Os digo que soy un vampiro. Soy un vampiro de verdad. Os lo demostraré en mi concierto. ¡Venid a mi aquelarre!”

Recordaba sus palabras y sentía que nada bueno iba a ocurrir. Me sentía tan intranquilo que apenas comía. El hombre que hablaba con los espíritus, que se sentaba a discutir con ellos sobre profundas preguntas sobre el universo y su creación, decía que debía estar alerta para protegerlos a todos; el aventurero se sentía frustrado porque no podía estar en mitad de la acción; y, el hombre que ahora era, pedía calma y confianza para sus allegados, todos los jóvenes discípulos de la orden.


Aquellas noches no podré olvidarlas. Fueron una pesadilla anticipada.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt