Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 22 de septiembre de 2016

Lo que yo recuerdo

Ashlar no lo conocí, pero hay documentos suyos para publicar.

Lestat de Lioncourt


En la Cata Magna de Talamasca rezaban numerosas normas, las básicas eran tan sólo diez; sin embargo, como en toda institución, las normas van modificándose y añadiéndose con el paso de los años. Habían pasado siglos desde que los primeros muros de las principales sedes se alzaron, llenaron de información y libros prohibidos, para investigar a los diversos seres que allí podían tener asilo.

Los conocía bien. Sabía que estarían deseando de volver a cruzarse en mi camino; pero decidí esquivarlos todo el tiempo y convertirme, frente a los humanos, en un hombre de negocios con cierto carisma, amor a los inventos y una desmesurada curiosidad hacia la nueva tecnología. No me aislé del mundo, no me oculté como muchos otros seres sobrenaturales hicieron. Detestaba la soledad y era para mí una profunda herida en mi alma.

Acepto que he tenido momentos de gloria, pero también me he derrumbado. Ellos pudieron ayudarme; sin embargo, decidí apartarme corriendo los riesgos de vivir plenamente. Rogar a viejos amigos, cuando la mayoría ni siquiera sabían ya que era un Taltos, era un peligro. Desconocía si la afabilidad de sus viejos miembros, la bondad de sus pasadas acciones, y la aportación que habían realizado a la memoria colectiva seguía ahí.

Cuando recorría las calles de Nueva York, con aquel imponente gabán negro, pensaba en mi fortuna. Las riquezas que había acumulado, como los míticos dragones, y que no disfrutaba porque no tenía descendencia. Imaginaba mi vida como humano, simple y dichoso, trabajando en las oficinas de cualquier empresa. Sí, viviría con estrés, y, posiblemente al borde de un ataque de ansiedad; pero al llegar a casa mi pareja se abrazaría a mí, besaría mis labios y me haría feliz contándome las aventuras que ella, o él, habían tenido por esta jungla de asfalto.

En ciertas ocasiones, como las fiestas más celebradas o cotizadas por todos, me sentía más vacío y solitario. No obstante, cumplía una función hermosa para la mayoría de niños. Era como Santa Claus. Fabricaba hermosos juguetes en mis fábricas, resistentes y baratos, que todo el mundo podía adquirir. Ni siquiera los catalogaba para niños o niñas, adultos o pequeños. Todo el mundo podía jugar con un cochecito, una pequeña y elegante muñeca, un tierno peluche o un rompecabezas inmenso. Quería unir a las familias, hacer felices a los niños, y sentirme querido de algún modo. Si la gente amaba mis proyectos, en cierta medida, me amaba a mí.


Un día, como otro cualquiera, vino a mi mente la frase de Talamasca: Vigilamos, y estamos siempre presentes. Me cuestioné si no había hecho lo mismo. Vigilaba a la sociedad, siempre estaba presente, y no formaba parte de ella como hombre, sólo como empresario. Me carcajeé y sentí que había acondicionado esa frase a mi vida.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt