Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 17 de octubre de 2016

Robo

Gracias por llamarme imbécil, cariño.

Lestat de Lioncourt 



Nunca pensé que fuese tan lejos. Jamás creí que lo intentaría. Sin embargo, lo hizo. Se olvidó de los peligros, de mis reproches, de todos los sentimientos y el dolor que habíamos vivido. Decidió cambiar de cuerpo, perdiendo así todo. No sólo perdió sus poderes, y la posibilidad de inmortalidad, sino también su dinero y el rostro que tanto amaba.

Cuando lo vi ante mí, con esos ojos negros y esa piel oscura, temblé de pies a cabeza. Pensé que un mortal, posiblemente curioso debido a su participación en Talamasca o sus deseos de comprobar por sí mismo si había algo de valor, apareció en mi casucha casi derruida, sin luz ni comodidades, atestada de libros, arte y recuerdos. No obstante nada más escuchar mi nombre me escandalicé, mi bota aplastaba su cabeza y sus lágrimas no tardaron en aparecer.

Había jurado amor eterno a ese maldito estúpido. Juré que le amaba mirándolo a esos ojos encendidos de locura por un deseo, una necesidad que él no tenía que cubrir, y sólo por poner en curso una estratagema de un ladrón. Nos habían robado algo más que dinero, joyas, propiedades y poderes. Habían destruido un vínculo entre ambos. Sentí que debía dejarlo ir, que retenerlo sería obligarlo a soportar mis reproches, y por eso le pedí que se fuese. Lo eché.

Algo en mí me gritaba, al igual que a Pinocho le alentaba aquel minúsculo y enclenque grillo, que él lograría recuperarlo. No había ser en este mundo más tozudo. Si había decidido ser humano viviría como tal, pero alcanzaría a quien le había despojado de su identidad. Si bien no pensé que se vengara de mí, puesto que siempre se había comportado condescendiente. Fue toda una sorpresa ver arder mi refugio.


Actualmente he visto a muchos jóvenes caer en las mismas trampas, aunque no para perder el cuerpo. Muchos han perdido su identidad, quienes son realmente, siguiendo algunas modas o un servicio de aplicación móvil. Ilusos siempre habrá, al igual que estafadores.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt