Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 21 de noviembre de 2016

El acto final



He vivido grandes aventuras que me han dejado al filo de la muerte. He estado colgado de un precipicio sin que nadie pudiese salvarme, viendo el infierno bajo mis pies y escuchando el zumbido de mis pecados. Por supuesto que he llegado a sentir miedo, el cual se terminó convirtiendo en pánico y ataques de ansiedad tan profundos que me dejaron destrozado. Si bien, el peor momento de mi vida no lo protagonicé yo, sino Louis.

Había quedado rendido al dolor y la miseria, así como a palabras que se inyectaban en mi cerebro como si fueran agujas. No podía dejar de pensar en lo visto en el supuesto Cielo e Infierno. Caminaba entre las ascuas ardientes, entre ángeles bondadosos o veía la creación antes de conocer a Jesús. Caí en la cuenta que todo en lo que creía podía desmoronarse. Existía un Dios y no era bondadoso, sino que quería ser idolatrado a su modo. Un ser egoísta, terco y destructivo que no escuchaba a sus hijos, sino a los querubines que normalmente lo ensalzaban como si fuera un genio. Aquello era terrible.

Louis se había empeñado en intentar contactar con nuestra pequeña Claudia. Yo estaba desvanecido en el suelo de una Capilla, asumiendo todo lo que había ocurrido. Ni siquiera eché cuenta a la peregrinación de jóvenes vampiros, así como milenarios, que llegaron hasta las puertas del edificio y recorrieron Nueva Orleans. Algunos de esos jóvenes sufrieron como mártires bajo los colmillos de Armand o David. Ambos querían que yo descansara mientras mi mártir me tomaba de la mano y mi madre, como si fuese una fiera leona, protegía el lugar. No obstante, acabé incorporándome aunque pasé meses ido, quedándome perdido en mis pensamientos, y en esas aprovechó Louis para un ruego extraño a David.

David Talbot, el viejo hombre de Talamasca, recobró su deseo de hacer tratos sucios con los espíritus. Contactó con una vieja amante y discípula, una mujer peligrosa a la par que sensual. Cualquiera hubiese quedado obnubilado ante esa belleza negra de ojos de gato silvestre. Ella hizo sus triquiñuelas, incluso embaucó a Louis seduciéndolo, y terminó haciendo algo que no esperaba. Ella sólo quería ser inmortal, perjudicar a David como venganza y nada más. No esperaba que Louis, un ser que fue bondadoso con ella en todo momento, se inmolara al sol tras convertirla en uno de los nuestros.

Cuando llegué al lugar de los hechos, frente a un ataúd con un ser monstruosamente carbonizado, ella se ahogaba en la culpa de cientos de lágrimas y él temblaba. Ambos no sabían cómo asumir que Louis se había intentado suicidar. Me rogaron que hiciese algo, pero mi sangre era tan terrible que temí perder lo poco que quedaba de él. Además, no quería tener la esperanza de poder salvarlo y luego, como era normal, ver que era un imposible que yo jamás podría lograr. Pero lo hice. Me abrí las venas y le di de beber.


El truco funcionó, pero Louis es ahora un monstruo más seductor y poderoso. Cuando miro sus ojos veo al viejo Louis por unos instantes, al amor de mi vida que hallé en una taberna suelos de tablas podridas, pero también veo una inteligencia y una fuerza superior a la que nunca tuvo. Sé que ya no morirá, pues es demasiado fuerte. No obstante jamás podré dejar de pensar en su cuerpo carbonizado en ese ataúd, el llanto amargo de Merrick y el nerviosismo de David.  

Lestat de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt