He vivido grandes aventuras que me han
dejado al filo de la muerte. He estado colgado de un precipicio sin
que nadie pudiese salvarme, viendo el infierno bajo mis pies y
escuchando el zumbido de mis pecados. Por supuesto que he llegado a
sentir miedo, el cual se terminó convirtiendo en pánico y ataques
de ansiedad tan profundos que me dejaron destrozado. Si bien, el
peor momento de mi vida no lo protagonicé yo, sino Louis.
Había quedado rendido al dolor y la
miseria, así como a palabras que se inyectaban en mi cerebro como si
fueran agujas. No podía dejar de pensar en lo visto en el supuesto
Cielo e Infierno. Caminaba entre las ascuas ardientes, entre ángeles
bondadosos o veía la creación antes de conocer a Jesús. Caí en la
cuenta que todo en lo que creía podía desmoronarse. Existía un
Dios y no era bondadoso, sino que quería ser idolatrado a su modo.
Un ser egoísta, terco y destructivo que no escuchaba a sus hijos,
sino a los querubines que normalmente lo ensalzaban como si fuera un
genio. Aquello era terrible.
Louis se había empeñado en intentar
contactar con nuestra pequeña Claudia. Yo estaba desvanecido en el
suelo de una Capilla, asumiendo todo lo que había ocurrido. Ni
siquiera eché cuenta a la peregrinación de jóvenes vampiros, así
como milenarios, que llegaron hasta las puertas del edificio y
recorrieron Nueva Orleans. Algunos de esos jóvenes sufrieron como
mártires bajo los colmillos de Armand o David. Ambos querían que yo
descansara mientras mi mártir me tomaba de la mano y mi madre, como
si fuese una fiera leona, protegía el lugar. No obstante, acabé
incorporándome aunque pasé meses ido, quedándome perdido en mis
pensamientos, y en esas aprovechó Louis para un ruego extraño a
David.
David Talbot, el viejo hombre de
Talamasca, recobró su deseo de hacer tratos sucios con los
espíritus. Contactó con una vieja amante y discípula, una mujer
peligrosa a la par que sensual. Cualquiera hubiese quedado obnubilado
ante esa belleza negra de ojos de gato silvestre. Ella hizo sus
triquiñuelas, incluso embaucó a Louis seduciéndolo, y terminó
haciendo algo que no esperaba. Ella sólo quería ser inmortal,
perjudicar a David como venganza y nada más. No esperaba que Louis,
un ser que fue bondadoso con ella en todo momento, se inmolara al sol
tras convertirla en uno de los nuestros.
Cuando llegué al lugar de los hechos,
frente a un ataúd con un ser monstruosamente carbonizado, ella se
ahogaba en la culpa de cientos de lágrimas y él temblaba. Ambos no
sabían cómo asumir que Louis se había intentado suicidar. Me
rogaron que hiciese algo, pero mi sangre era tan terrible que temí
perder lo poco que quedaba de él. Además, no quería tener la
esperanza de poder salvarlo y luego, como era normal, ver que era un
imposible que yo jamás podría lograr. Pero lo hice. Me abrí las
venas y le di de beber.
El truco funcionó, pero Louis es ahora
un monstruo más seductor y poderoso. Cuando miro sus ojos veo al
viejo Louis por unos instantes, al amor de mi vida que hallé en una
taberna suelos de tablas podridas, pero también veo una inteligencia
y una fuerza superior a la que nunca tuvo. Sé que ya no morirá,
pues es demasiado fuerte. No obstante jamás podré dejar de pensar
en su cuerpo carbonizado en ese ataúd, el llanto amargo de Merrick y
el nerviosismo de David.
Lestat de Lioncourt
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