Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 22 de noviembre de 2016

Rabia, odio y venganza

El odio sólo conduce a la desesperación... Claudia debió aprender eso.

Lestat de Lioncourt

¿Qué esperaban? ¿Qué? ¿Un saludo bondadoso y un mensaje tierno? ¿Acaso no quedó claro lo que sentía? ¿Tal vez ni siquiera por escrito fueron capaces de comprender el dolor que arrasaba mi alma? ¿Es posible que me ahogara en lágrimas y nadie las escuchara? ¿Tan tercos e idiotas han sido siempre? ¿Por qué? ¿Qué esperaban de un espíritu que murió en penosas circunstancias y que jamás tuvo paz cuando vivía? Mi amargura era eterna, densa como la brea y olía a campo santo. Jamás crecí, jamás comprendí lo que era la vida, y sin embargo era la muerte misma con zapatitos de charol y prendas llenas de lazos como los canesú.

Recuerdo que me miraba al espejo y veía a una niña con los ojos de una mujer adulta. Podía verlo. Sentía una rabia inmensa por los hermosos tirabuzones que caían a ambos lados de mis redondas mejillas. El hoyuelo de mi barbilla era horrible para mí, igual que la piel sedosa y juvenil. Siempre sería la niña extraordinaria que sabía tocar perfectamente el piano con menos de seis años. La mocosa alegre que se sentaba sobre las piernas de su padre mientras embaucaba a otra mujer. La niñita llorosa en mitad de la calle por haberse perdido o la huérfana que se lamenta cerca del cementerio. Eso era. Jamás fui la mujer que quería ser, que era realmente.

Ellos nunca comprendieron nada. Sólo esa bruja parecía comprender mi dolor. Una bruja de piel oscura y ojos verdes. Ella estaba tan envenenada con el dolor como lo estaba yo. Era absurdo no verlo. Ambas teníamos sentimientos pútridos como la venganza, la ira, la rabia...

Louis era un idiota. Aún conservaba mi hermosa fotografía, colocó flores que yo amaba y rogaba mi atención. ¡Qué se supone que debía decir! ¿Te quiero? ¿Te adoro? ¡Jamás! Di lo que él esperaba porque no podía existir amor. No había perdón para sus pecados, del mismo modo que nunca hubo para Lestat. El único problema es que Lestat aprendió de sus errores, se retorció frente a mí y en parte supe que entendió mi dolor. No obstante, quería quitarle lo más amado para él. Me confundí cuando quise quitarle la vida, pues es mejor venganza una vida larga sin el amor de tu vida.


Debió morir. Ambos debieron morir. ¡Incluso Talbot y su bruja! ¡Todos! Todos debieron sufrir, pues no es justo que la única que llore de rabia eternamente sea yo.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt