Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 24 de enero de 2017

La voz de la Tribu

Benji tuvo una idea demasiado loca, pero perfecta.

Lestat de Lioncourt 




Desde que era un niño perdido en mitad de la ciudad, aquejado de grandes preguntas y sintiendo la presión de un monstruo vigilando mis pasos, he amado la radio. Por la noche era lo único que tenía para informarme de lo ocurrido en las grandes ciudades, tan urbanitas y tan insolidarias, cuando me recostaba junto a la llorosa Sybelle. Ella era lo único bueno que había en mi vida, en mi historia, y sabía que si un día faltaba, como si yo pudiese ser un gran guardián o un héroe, ella terminaría por marchitarse.

Aquel ángel caminaba por el infierno más terrible cada noche. Podía ver en sus ojos el dolor y la tragedia. Sus largos y finos dedos, de perfecta escultura de iglesia, tocaban con mimo el piano. Ni siquiera necesitaba partituras porque conocía perfectamente cada melodía. Su hermano la interrumpía. Él era nuestro ogro, el hombre que me arrancó por unas monedas del lado de mi madre, y la golpeaba justo después de exigirme el tributo. Me tenía explotado en las calles como pequeño ladronzuelo que en ocasiones conseguía su asquerosa droga.

Por eso no dudé ni un momento en encerrarme en aquella pequeña habitación, con ese ordenador minúsculo, cuando Armand me aseguró que podría tener mi radio. Hacía años que conocía al vampiro y que yo mismo lo era. Tenía la determinación de canalizar las historias que nadie contaba, esas que iban más allá de las peleas de pandilleros y las diversas representaciones teatrales, actos culturales o problemas políticos. Deseaba conocer otras historias, más o menos trágicas, que lograran hacer pensar a los demás que no estábamos solos, que nos encontrábamos conectados y que no debíamos estar desunidos. Todos éramos parte de una misma historia que se enlazaba con un hilo indestructible.

Tal vez por eso no me sobresalté demasiado cuando las llamaradas alcanzaron el techo de una de las más famosas discotecas de Brasil. Decían siempre que iban allí a buscar alguna víctima, a disfrutar del momento como si no hubiese más días en la eternidad. Había leído ya otra vez sobre ello. Un vampiro fuerte y lleno de rabia expuso a Padre y Madre, Enkil y Akasha, al sol provocando que la mayoría de vampiros ardieran. Después, tras miles de años, ocurrió algo parecido cuando ella recobró el ímpetu y despertó de su largo sueño. Cientos de vampiros ardieron en mitad del concierto de Lestat. Por eso, cuando empezaron esas quemas supe que había sido uno de los nuestros. Con voz afectada, pero seguro de mí mismo, hablé a todos. Pedí respeto por las víctimas y exigí que alguien me diese datos fiables. Ahora todos llevan cámaras en sus manos, pues los teléfonos móviles incorporan unas bastante buenas, lo cual logró un aluvión de imágenes. Sin embargo, no fue sólo Brasil sino cientos de países en todo el mundo se veían afectados. No importaba el continente. Ahí empecé a asustarme. No era un vampiro descontrolado, sino muchos. Era imposible que hubiese dos quemas la misma noche, casi a la misma hora, en dos puntos distintos del mundo.


La radio, que siempre fue para mí un medio para alejarme del dolor se convirtió, por arte de magia en un abrir y cerrar de ojos, en un canal de noticias miserables, en exigencias hacia los enloquecidos y llamadas desesperadas rogando que Lestat, así como otros formidables vampiros, nos diesen una solución a los más jóvenes. Estaban destruyendo la población más débil, mi población.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt