Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 10 de enero de 2017

Secreto

Manfred desvela cosas...

Lestat de Lioncourt 


Durante demasiado tiempo guardé un secreto que muchos desconocían y que jamás creerían. Era el secreto de un condenado a muerte mucho antes que esta siquiera recordara que tenían una cita. Sus inicios comenzaron mucho antes de ser “El loco”, el juerguista, el viudo o el padre y amantísimo esposo. Fue cuando tan sólo tenía veinte años y ocurrió improvisadamente.

Mi verdadero nombre pocos lo conocen y pretendo que quede en el anonimato. Si me llamo Manfred es porque mi vida es como la de aquel sugestivo poema de Lord Byron, el cual inició su andanza con la quejumbrosa frase de Shakespeare "Hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las soñadas en tu filosofía". ¡Cuánta verdad! El personaje del dichoso poema, de versos tan demoledores, es un ostentoso noble que vivía en los Alpes de Berna. Un hombre como cualquier otro, pero que vive torturado por una misteriosa culpa, que tiene que ver con la defunción de su amada Astarte. Algo similar a lo ocurrido con mi hermosa Virginia Lee, una mujer que lo simbolizó todo. El personaje hace uso del dominio de un lenguaje florido y lanza hechizos para invocar siete espíritus, con los cuales busca supuestamente el olvido. Cada espíritu gobierna los diversos componentes del mundo corporal, aunque son incapaces de controlar lo que ocurrió en tiempos pasados y por ello no pueden hacer nada por el desafortunado noble. En lo único que difiero es que él decide suicidarse, pero yo decidí vivir eternamente para purgar mis culpas y para no olvidarla. No puedo olvidar ese rostro dulce pese a la fortaleza que poseía su espíritu, la verdad de sus filosas palabras y lo orgullosa que era su mirada. Ella era algo más que un rostro hermoso en un cuerpo diminuto junto al mío.

Sinceramente, ¿alguien cree que los Blackwood no tenemos nada que ver con los Mayfair? Podía ver fantasmas. Conocía bien quién era ese “Hombre” del que todo el mundo hablaba. El mismo que susurraba en los oídos de mi amigo las cartas que llevaban sus oponentes. Me divertía viendo como ese pobre idiota bailaba moviendo los brazos como si fueran ramas y brincaba al ritmo de la música que hacían los negros en las tabernas. Era mi amigo, pero también éramos familia. Él no lo sabía, nadie lo ha sabido hasta ahora. Mi apellido fue borrado del mapa al ser un bastardo, igual que el bisabuelo de Michael Curry. Lo único que tenía era miseria en mis bolsillos.

Pero dejen que cuente mi historia. Dejen que desvele porqué cambié mi nombre, puse un rimbombante apellido y me afinqué en Nueva Orleans siendo italiano. Quizá no puedan creerme, pero a veces uno huye demasiado tiempo y olvida sus raíces. Yo olvidé mi acento. Dejé Italia porque un vampiro me pidió que fuese su ayuda, su mano derecha, y construyera un lugar para su descanso vacacional. Según decía quería estar aislado de todo y todos durante algunos meses, pero no siempre. Las pantanosas tierras de Nueva Orleans, en el “nuevo continente”, parecían las propicias. Rodeado de caimanes nadie lo buscaría, tampoco iría a indagar a un lugar inhóspito y poco agradable debido a los insectos. Construí lo que quería y a cambio tuve dinero suficiente para construir mi mansión, tener mi granja y sacar adelante un matrimonio feliz.

Me codeé años con Julien Mayfair. Sé que él sabía mis orígenes pero no hablábamos de ello. Ni siquiera hablábamos de su querido y bobalicón fantasma. Sólo nos sentábamos vestidos elegantemente en los cafés conversando sobre la bolsa o nos íbamos a tomar whisky escocés en las tabernas del muelle. Yo acepté su sexualidad sin importarme nada. A mí sus gustos en la cama me traían sin cuidado, pues lo que me agradaba era su risa fresca y la forma inteligente en la cual manejaba a todo el mundo. Esa elegancia de chico rico, bien educado, y sabedor de gran belleza no la tenía yo. Era mucho más tosco, con espaldas grandes algo peludas, y ojos de huevo comparado con esos cabellos rizados que ensalzaban un rostro atractivo, cuyos ojos eran zafiros azules.

Tarquin hace tiempo que encontró el lugar de descanso de Petronia, como se llama ese maldito canalla que tengo por padre inmortal y amigo, y supo parte de esta historia gracias al fantasma de Julien. Ojalá se me apareciera. Extraño la forma amable en la que me trataba, casi como si hablara con un niño. Por supuesto que no soy más inteligente que él, eso lo sé, pero demonios no me importaba que lo dejase en claro. Disfrutaba de un trato bondadoso, sin maldad alguna, y de vivencias que aún conservo como si fueran oro puro.


Que no me juzgue nadie, por favor. Yo sólo quería ser feliz en tiempos difíciles. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt