Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 13 de febrero de 2017

Mi lugar

Viktor es mi mayor esperanza, junto con Rose.


Lestat de Lioncourt


Por alguna razón todos hemos intentado encontrar nuestro lugar en el mundo. Algunos empiezan desde que son tan sólo unos niños, otros no llegan a semejante conclusión y deseo hasta que la edad adulta casi llega a su final. Soy de los primeros. Siempre quise saber el lugar en el cual debo o pretendo encajar. Me sentía excluido por mucho que intentaran que creyeran que era parte de un todo.

Mi madre siempre se esforzó porque tuviese una figura paterna a la cual idolatrar, aunque estuviese ausente. Desde temprana edad, rondando los ocho años, supe quién era mi padre y por qué fui concebido. Supongo que mi habilidad para asumir retos, afrontar momentos difíciles y soportar cierto peso en mis pequeños hombros, pues no dejaba de ser un niño, hizo que mi madre afrontara con temeridad y necesidad el confesarse.

Fui un hijo programado. Al menos, por parte de mi madre y el equipo de laboratorio. Mi padre no sabía nada, era ajeno a lo que iba a suceder. Si bien, pudo imaginar que inducirlo a tener encuentros sexuales, los cuales había deseado desde hacía siglos, era por algún motivo sospechoso. Nadie da algo por nada. Aunque todos sabemos como es él, ¿cierto? Lestat de Lioncourt a veces peca de entusiasta, crédulo y confiado. Son sus mayores defectos, pero asumo que pueden ser enormes virtudes. Sólo alguien entusiasta, confiado en sus capacidades y en la colaboración de sus compañeros, así como la creencia ciega en un futuro mejor podría salvar las ruinas en las cuales quedó nuestra Tribu. Bueno, ahora sabemos que somos una Tribu. Sin embargo, durante años hemos estado a la deriva, sin un nombre, sin un líder, divididos entre distintas razas y llenos de sombras sobre pequeños valles luminosos.

He hallado mi lugar. Un lugar distinto al que creí. Siempre pensé que sería al lado de los vampiros, de esa raza a la cual pertenecía mi padre desde hacía más de dos siglos. Sí, quería ser igual que el héroe de cientos, el Dios de unos pocos y el vampiro perfecto para muchos. Pero como he dicho, me equivocaba. Siempre puede uno equivocarse y a veces de forma rotunda. Mi lugar no era sólo con lo no-muertos, sino con ella.

Ella también buscaba su lugar en este mundo. Había empezado a estudiar e investigar sobre su futuro. Jamás había dejado de soñar, ilusionarse o pensar en posibilidades imposibles. Supongo que mi padre influyó demasiado en su educación. Él siempre le dijo que podía lograr todo lo que quisiera, todo lo que se propusiera. Supongo que pese a todo había algo en ella que exigía, de algún modo, encontrar un lugar donde poder desarrollarse como una rosa eterna. Cuando supo que su adorado tío Lestan, quien la salvó de una enorme catástrofe natural y le dio una vida cómoda, era un vampiro y que poseía un hijo se asombró, tardó en asumirlo algunas semanas y finalmente, con entereza y amor, se aferró a la bondad que posee la oscuridad. Pues siempre en la oscuridad creen que crecen las malas hierbas, pero en realidad lo hacen a plena luz del sol. No somos tan distintos a los humanos. De hecho, somos una mutación. Ella y yo ahora somos inmortales, hemos encontrado el lugar donde germinar como grandes flores en un jardín cada vez más salvaje. Somos las flores agrestes del ramillete aromático que Lestat lleva entre sus manos.


Mi lugar está a su lado, el suyo al mío. Jamás dejaremos de luchar por nuestros sueños, tal y como mi padre me ha inculcado a lo largo de sus aventuras, porque si uno no lucha ¿para qué vivir para siempre? Hay que luchar por el honor, la verdad, el amor y la pasión.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt