Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 19 de febrero de 2017

Mi momento

No me da pena Marius, pero le entiendo.

Lestat de Lioncourt 



Estaba acorralado. Sus ojos almendrados intentaban buscar refugio en algún punto inexacto de la habitación, pero mis manos acariciaban sus mejillas como si fuese la primera vez. Pude sentir su aliento cerca de mis labios mientras me inclinaba hacia delante, sosteniéndolo con cierta firmeza. Era interesante poder perderme de ese modo en esa mirada tan llena de emociones y recuerdos. Comencé a pensar en qué me había retenido para no tenerlo antes de ese modo, pero luego eché cuenta a mi cobardía y al deseo insano de creer que estaría mejor sin mi persona, la cual solía subyugar su alma.

—¿Qué crees que estás haciendo?—dijo apoyando sus manos, finas y algo pequeñas, sobre mi pecho.

—No hay tiempo que perder, pues hemos perdido demasiado en discusiones...—susurré.

—¿Hemos?

Arqueó una de sus cejas y luego frunció el ceño. Las pequeñas arrugas en su rostro le dieron una expresividad injusta. Era muy hermoso cuando mostraba reacciones, fuesen o no de mi agrado, porque avivaba al monstruo hermoso que yo mismo había creado. A su lado me sentía Dios y él el querubín más amado.

—Deseo estar a tu lado—respondí de inmediato.

—Ya es muy tarde—sentenció intentando apartarme, pues no cesaba en mi empeño. Deseaba palpar sus carnosos labios con los míos. Tenía que besar a mi hermoso querubín, ese muchacho que yo había salvado de las garras de la muerte en dos ocasiones. Aunque admito que él me salvó a mí.

—Nunca lo es—susurré—. Nunca es lo suficientemente tarde.

Entonces rió descarado. Sentí que su risa era tan natural como cruel. Ese pequeño ángel era realmente un demonio seductor, el cual siempre había estado ahí en mis mejores recuerdos. Cuando deseaba avivar el sentimiento de paz, alcanzar al menos la satisfacción de haberme sentido amado, recurría a él y a su pequeño cuerpo recostado sobre mi lecho de mares de sábanas rojas.

—No sé quién te habrá mentido al respecto, pero hay momentos que no pueden vivirse después de ciertos siglos—dijo.

—Deja los comentarios hirientes a un lado—rogué agarrándolo de la cintura, para de inmediato tomarlo por las muñecas y obligarle a quedarse a mi lado. Pero el forcejo seguía. Se resistía. Así que simplemente aproveché el momento para poder besarlo.

—¿Qué haces?—murmuró trémulo tras el simple roce de mis labios con los suyos.

—¡No!—exclamé.

Si bien, unos pasos nos detuvo. Las botas de aquel violinista sonaron por las baldosas de mármol y sus ojos azules, los cuales parecían salirse de las órbitas, se clavaron en mí. Él logró zafarse y correr a sus brazos. En ese momento quise morirme. La ira me consumió, pero comprendí que tal vez mi momento había pasado.

Tuve que contener mis lágrimas ante aquella escena. Guardé mi orgullo, en lo más profundo de mi endemoniada alma, y me marché dando un portazo. Quizá lo merezca. Es muy posible que alguno se alegre ante mis palabras, pero a veces hay que perder lo que uno ama para comprender cuánto se necesita, ama y desea.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt