Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 3 de marzo de 2017

Desgarradora muerte

Oh, Louis... Louis... Cómo amé esto.

Lestat de Lioncourt 


Miré el ataúd por más de diez minutos. Hacía relativamente poco que había visto uno. Los recuerdos de mi hermano se amontonaron como piedras de un alud. Temblé de pies a cabeza. Quise echarme a llorar, pero me contuve. La lluvia caía en sirimiri tras una terrible tormenta eléctrica. Por la ventana se colaba tan sólo un poco de luz, pero rápidamente fue tapiada por uno de los roperos que había en la habitación. Lestat preparaba absolutamente todo.

—Introdúcete—dijo.

Sentí la boca seca y los labios agrietados. Quise hablar pero no pude. Me incorporé de la silla en la que me encontraba y di un paso, pero finalmente me llevé horrorizado las manos a la cara. Froté mis dedos sobre mis facciones, hundí estos en mis cuencas oculares como si no quisiera ver y después chillé. Sí, chillé.

—Deja ese maldito drama—siseó acercándose a mí, agarrándome por las muñecas y mirándome a los ojos hecho una verdadera furia—. ¿Acaso quieres que nos descubran?—preguntó soltando mis brazos echándolos hacia abajo. Quedé abatido, al igual que un cuerpo sin alma.

—No quiero entrar en un ataúd—susurré conteniendo mi fuerte deseo de llorar. Afortunadamente él me había dado la espalda, pero aún así decidí no hacerlo. Apreté los puños y me armé de valor.

Él me dijo que viviría algo más que el dolor de la muerte. Tenía razón. Anhelaba la muerte, la codiciaba, pero eso no sería castigo suficiente para mi terquedad y estupidez. Debía sufrir un castigo mucho peor. Y lo era.

—Oh, vaya—dijo girándose hacia mí mientras arqueaba sus perfectas cejas doradas—. Ahora me vienes con remilgos.

—No son remilgos...—me apuré a decir.

—¡Claro que lo son!—entonces fue él quien alzó la voz—. ¿Quieres morir? ¿Acaso quieres morir de una forma horrible siendo descubierto y expuesto al sol? ¿Deseas que tu carne arda mientras chillas sin poder ocultarte? ¿Eso quieres?

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral y mis manos se cerraron en puño. Di dos pasos más hacia mi nueva cama, pero miré en derredor y los armarios me dieron una idea.

—¿No puedo ocultarme en un armario?

—Incómodos y con ranuras. El sol entraría—me explicó volviéndose a girar para abrir la tapa de tan bella mortaja. Se introdujo y estiró sus fuertes brazos hacia mí—. Ven, hoy dormirás a mi lado. Hoy descansaremos juntos. Mañana te conseguiré uno a tu medida.


—A mi medida... —balbuceé antes de envalentonarme y echarme sobre él.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt