Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 4 de marzo de 2017

Una noche más

—Te reitero que puedo conocer y comprender bien tus pensamientos y más íntimos deseos.

Su voz reverberó en mi cabeza como si alguien hubiese conectado un equipo de música en ella. Cerré automáticamente los ojos y eché hacia atrás la cabeza en el respaldo de mi butacón. El fuego crepitaba en la chimenea y fuera una horrible tormenta acariciaba los muros de mi castillo. No muy lejos de aquí se hallaba lo que fue el pueblo, el cual estaba siendo reconstruido por puro capricho mío. Hacía unas horas había paseado por sus calles y me detuve en la vieja taberna. Miré el letrero, justo como lo recordaba, y me eché a llorar.

Había vuelto por unos segundos a mi juventud. Era de nuevo un joven de veinte años aguardando su futuro. Pude sentir incluso el peso de mi capa y las botas que me hizo el padre de Nicolas. De inmediato recordé el aroma de aquel hombre joven, de aspecto menudo y ojos castaños. Quise escuchar la melodía del violín atravesando los muros, pero sólo hallé silencio.

—Lo sé—respondí pasados unos segundos.

—Aún piensas en él—me aseguró—. Es una de tus más terribles frustraciones y obsesiones.

Una obsesión que me llevó a aceptar las palabras de Memnoch para viajar al infierno, y posteriormente a los cielos, sólo para encontrarlo. No lo hallé. Ni siquiera sé donde estuve realmente.

—Es posible—susurré colocando mis manos sobre mi pecho. Sentía el corazón muy acelerado.

—Lestat, belleza, deberías enterrar de una vez ese pasado—dijo en confianza.

—Son recuerdos—le reproché.

No quería abandonar también en ellos a mi primer amor. Me negaba.

—Y frustraciones—indicó.

—Sólo quisiera toparme con su alma y pedir disculpas—aseguré.

¿Pero era cierto? ¿Sólo eso? ¿Me conformaría únicamente con eso? Él quería que me torturara la conciencia, que se taladrara mi alma, y que jamás pudiese vivir sin pensar en lo estúpido, egoísta y patético que fui. Merecía un castigo, ¿pero no era ese uno?

—No las aceptaría.

Amel tenía razón. Nicolas no aceptaría unas simples disculpas por sinceras que fuesen.

—¿Así lo crees?—pregunté.

—Sí—respondió de inmediato.


Aún así no dejé de pensar en él durante toda la noche. Esa maldita obsesión jamás se iría.  




Lestat de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt