Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 22 de abril de 2017

Guía de vida

—¿Alguna vez has imaginado el mundo de forma distinta?—pregunté aquello cuando la descubrí en el jardín.

No sabía que había regresado a este lugar, el cual para ella era el símbolo de una vida indigna y cruel. Sabía que el castillo, cada una de sus piedras, era una pesada carga que aún la aplastaba. No obstante, estaba allí. Había ido hasta la pesada puerta principal y se había detenido a observar el escudo de armas que lucía en su parte superior.

—Siempre—dijo sin mirarme—. Por eso decidí viajar—susurró girándose con una sonrisa en los labios y prosiguió hablando—. Deseaba contemplar los distintos lugares, incluso los más recónditos, para dejar de imaginar y tener una visión clara y profunda de todo.

—No me refería a eso, madre—me acerqué a ella y la estreché entre mis brazos. Ella aceptó ese breve contacto para luego colocar sus manos en mi rostro. Sus ojos brillaban como las perseidas antes de caer.

—Oh, te refieres a cambiarlo—respondió.

—Sí. Imaginar que puedes cambiarlo.

Había imaginado mil veces que lograba cambiarlo, pero por mucho que me atreviese a ello me daba cuenta que no lo lograba. Sí, salía victorioso de mis aventuras, pero no siempre tenía ese resultado que me hiciese sentir feliz, orgulloso o capaz de lograr algo más inmenso. En ocasiones tenía que quedarme a solas conmigo mismo y meditar. Entonces, en medio de mis palabras y pensamientos, me daba cuenta que había cambiado yo más que el mundo mismo.

—Todos lo hemos hecho hasta percatarnos que el mundo nos cambia a nosotros, nos llena de una madurez auténtica y de heridas que no pueden cauterizarse. Aún así se sigue intentando hasta lograrse. Me he caído muchas veces, Lestat. He sentido como desgarraban la piel de mi alma hasta convertirme en algo que nunca he sido ni seré...

Sus palabras siempre habían tenido un fuerte impacto. Sin embargo, aquella noche fueron golpes duros que me hicieron despertar. A veces nos creemos diferentes, pero no es así. Todos tenemos momentos similares aunque los vivimos de forma distinta, en circunstancias diferentes y en ocasiones más de una vez. Nos enfrentamos a un mundo que puede ser impredecible, pero también a las consecuencias de nuestras acciones. Por eso siempre he hecho lo que he creído oportuno o aquello que realmente ansiaba. No he desperdiciado ni una sola oportunidad. Ella me hizo ver que no hacer aquello que uno ansía es permitir que un pequeño punto oscuro, por minúsculo que pareciese, nos consumiese.

—Yo también—respondí casi sin aliento.

—Cuando te dije que nunca te rindieras es porque rendirse es de mediocres, de personas que no tienen ideales firmes y propósitos importantes. La única persona que puede decir que no vas a cumplir tus sueños eres tú. Si permites que otros o las circunstancias lo dicen, entonces eres débil.

Me estrechó de nuevo entre sus brazos y acarició mi nuca con sus largos dedos. Recordaba su rostro pálido, con el velo de la muerte en su mirada, y temblaba asustado. Sin embargo, eso fue hace mucho tiempo. Demasiado tiempo tal vez. Ahora ya no era así, ya no iba a morir y yo tampoco. Había logrado algo que todo hombre desea y es que su madre viva eternamente, que nunca le falle y pueda recurrir a ella cuando se tiene miedo. Cuando hablo de hombre hablo de hombres y mujeres, de seres humanos, de las criaturas que realmente somos pese a nuestra inmortalidad. Todos y cada uno deseamos que nuestras madres sean eternas.

—Madre...—balbuceé tras aspirar su aroma y me aparté para mirarla a los ojos.

—Dime—dijo con una sonrisa calma.

—Espero poder inculcar esto en mis hijos, en Rose y en Viktor—dije tomándola de las manos.

—Ya lo has hecho. Ya lo has hecho.


No sabía si era cierto, pero ella siempre se daba cuenta de las cosas mucho antes que yo. Supongo que lo había logrado al verlos unidos, desafiando a la vida eterna, para alcanzar el privilegio de vivir alguna aventura que sólo ellos podrían tener. Esperaba que nunca olvidaran esa lección como yo no lo hacía.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt