Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 20 de abril de 2017

Infancia

—¿Por qué eres tan terco?—preguntó con rabia mi hermano mayor. Era el mayor de los tres que habíamos sobrevivido a la muerte. Muchos morían a los pocos días de nacer, otros por enfermedades infeccionas pulmonares o simplemente morían sin explicación alguna.

Mi hermano mayor era rubio, robusto, de ojos azules y un ceño siempre fruncido. El malhumor era su emblema y sus palabras siempre eran cruentas. Me sentía tan pequeño que intentaba huir de su presencia. Siempre fui un estorbo para él.

—¡Déjame, Augustin!—grité intentando librarme de su agarre—. ¡Déjame!

¿Cuántos años nos llevábamos? Creo que era unos siete. Había sido uno de los partos más terribles que tuvo madre y sin duda era el más alto de los tres, el más robusto, el más infeliz y quien me golpeaba con más saña. Parecía saber que madre me prefería por encima de él y de todos.

—¡Irás a padre y tendrás que darle muchas explicaciones!—respondió furibundo.

Me había atrapado subido a uno de los muros del castillo. Quería huir de nuevo. Deseaba ir más allá del pueblo, pues quería saber qué había más allá de las colinas que ocultaban al sol en su atardecer. Ansiaba encontrarme con la belleza de otras tierras y escuchar otro tipo de pensamientos, idiomas, verdades...

—¡Y tú a madre!—dije frunciendo el ceño tanto como él.

Nos parecíamos mucho, pero yo por aquel entonces tenía ocho años y era ya demasiado rebelde. Poco o nada podían hacer conmigo. Desde que había regresado del convento me había convertido en un diablo.

—¡Lestat!—gritó justo cuando le propiné una patada en la espinilla y logré escapar.

Corría mucho más rápido que él, pues por mucho que fuese ágil con las armas siempre había sido torpe corriendo. Me escabullí camino abajo y finalmente me agazapé tras un arbusto. Nicolas no estaba lejos. Era demasiado extraño, demasiado remilgado, demasiado niño bonito como para que yo siquiera le consintiera hablarme más de dos palabras. Pero lo vi. Estaba trepado a uno de los árboles intentando alcanzar un pequeño nido.

—¡Lestat!—me llamaba mi hermano, él me vio y no dijo nada. Simplemente lo dejó pasar corriendo como el patoso rufián que era.


Recuerdo todo esto porque tengo frente a mí a la viva imagen de mi hermano. Víktor es muy parecido a mí, pero hay diferencias. Digamos que es tan robusto como mi hermano, pero tiene mi carácter heredado de su abuela junto con esos hermosos ojos azules cargados de una chispa propia.  


Lestat de Lioncourt 

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Lestat de Lioncourt