Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 15 de mayo de 2017

17 de Mayo

No es un fic, es una carta abierta a Feministas Radicales, posibles jefes, posibles maestros, posibles personas pensantes de esta sociedad... 


Día 17 de Mayo: Día contra la homofobia y la transfobia.

Día 17 de Mayo: Día contra la homofobia y la transfobia.
Cada día me despierto con el impulso de conquistar una nueva meta, por difícil que parezca o por pesada que sea la carga que lleve depositada a mi espalda. No siempre tenemos la fuerza necesaria para superarnos, pero hay que luchar porque si no se lucha terminamos aplastados. Y nadie quiere convertirse en el insecto en la suela de un fascista retrógrado.

Desde que suena el despertador muchos jóvenes tienen que asumir su identidad, su sexualidad y la discordancia estúpida de una normativa social impuesta por comodidad de “la mayoría”. Todos y cada uno hacen malabares por no caer en la depresión o por salir de esta. Hay quienes tienen aversión a mirarse al espejo o simplemente escuchar su nombre durante el desayuno familiar.

Bien, comencemos desde el inicio. Hablemos de la homosexualidad. Todos conocen lo que es. Todos lo saben definir como “sentimiento” o “tipo de amor”. También se habla de “atracción sexual”, pues no siempre tiene que existir amor para practicar el sexo. Se da entre personas del mismo género. Sí, género. Ya no hablemos del mismo sexo. El sexo no son los genitales, aunque muchos se empeñen en proclamarlo continuamente. Es posible que la imagen mental de muchos sea “vagina” para la mujer y “pene” para el hombre. No obstante, esto no es así desde hace algo más de una década. Se ha demostrado que el cerebro sufre una evolución distinta y por lo tanto podemos hablar de “cerebro masculino” y “cerebro femenino”. Así que un hombre puede serlo sin necesidad de tener un pene, del mismo modo que una mujer puede serlo teniendo uno. Ahí viene el error de creer que la homosexualidad se da sólo entre varones cis o entre hembras cis. Gays como lesbianas apartan ocasionalmente a las personas transexuales que después de tomar su género, con toda la libertad de este mundo, proclaman ser gays, lesbianas o bisexuales. Pues los transexuales son tan diversos en su sexualidad como los cisgéneros.

La transexualidad muchos no la comprenden. Ya no es por falta de información, sino por falta de interés. Saber todo sobre ella les obligaría a cambiar su percepción del mundo y percatarse de todos los errores cometidos día tras día. Sobreviven creyendo que son superiores y eso les da una paz por las noches que les adormece, tal y como sus neuronas ante esta sociedad. Esos mismos errores que son un yugo para la evolución de la sociedad, el camino a la igualdad y la paz anímica de millones de personas en todo el mundo. Hay quienes jamás dirán abiertamente su género pues temen las represalias, por eso muchos llegan a la tumba sin haber saboreado ni un momento de reconciliación consigo mismos.

La transexualidad no es sólo un sentimiento. Muchos así lo creen. Viven pensando que es sólo “sentirse”, pero también es vivir. Nadie en su sano juicio se levanta cualquier día de la cama y dice “soy transexual” o está en la cola de un supermercado y exclama “soy transexual”. La transexualidad se va asumiendo poco a poco. Tampoco lo llamaría tránsito. Nosotros no transitamos. Nosotros somos personas hombres o mujeres pero con genitales distintos a lo “normativo” o “estipulado” por la sociedad. Si utilizo la palabra transexual es para que puedan comprender a que me refiero, pues incluso esa palabra me parece hacer preso a cientos de personas en este mundo en la palabra “Transito”. Me molesta terriblemente que en páginas como Wikipedia se remarque que la transexualidad es una minoría poco atendida y estudiada. Supongo que “poco atendida y estudiada” por la gran mayoría -la misma a la que hice referencia antes- no le importa saber nada sobre nosotros porque viven cómodamente en su mundo cisgénero. También es molesto que para la gran mayoría de la población seamos enfermos mentales. Se ha pedido a la OMS que se nos retire del apartado de enfermedades, pero sólo ha suavizado el asunto con otra terminología. Los especialistas consideran importante eliminar un diagnostico que contribuye a la estigmatización, así como lo están pidiendo numerosas asociaciones de transexuales e intersexuales.

Como transexual he vivido la agonía de tener que esperar en una sala de psiquiatría para que me evalúen. Nadie cisgénero ha sido evaluado para confirmar que no está “loco” y tiene el género femenino o masculino. ¿Por qué nosotros sí? La transexualidad se da incluso entre la especie animal. Por lo tanto las Unidades de Transtorno del Género me parecen inútiles, abusivas y entorpecedoras. Nosotros no estamos enfermos, miles de especialistas han alzado la voz exigiendo que se nos de libertad para “ser” sin necesidad de evaluación, y aún así ocurre. Todavía ocurre. Incluso en otros países se nos mata y el gobierno apoya ese hecho.

Si tenemos depresión, si sentimos náuseas frente a nuestra imagen e incluso llegamos a negarnos el contacto con otros es por los numerosos abusos -tanto verbales como físicos- que sufrimos desde temprana edad. Incluso nos negamos. No queremos ver la realidad y nos sometemos a nuestro propio juicio completamente perverso, ruin y cruel que nos destroza poco a poco hasta que no queda nada de nosotros. Eso no es “disforia de género” o la mierda que quieran impulsar como nuevo concepto. Eso es consecuencia de la sociedad, sus estigmas y la podredumbre que va quedando en nuestras almas como si fuese un cáncer.

La vida no es fácil cuando demuestras quién eres e intentas esforzarte por ser feliz. Todos queremos ser felices. Para mí la felicidad es poder expresar lo que siento en cada momento. Mi vida era una ruina antes de empezar el camino hacia la cima, la cual alcanzaré en algún momento. Desde pequeño demostré quién era, pero esto no es siempre así. Hay quienes lo reprimen por miedo o simplemente por desconocimiento. Cuando hablaba de mí en masculino o simplemente me entristecía el “desarrollo” habitual de la pubertad muchos optaron por ignorarme, golpearme o destruirme moralmente. Diez años de abusos escolares dieron fruto a un ser acomplejado que no era capaz de alzar la cabeza. Sobre todo cuando me vi solo siendo rechazado por los nuevos amigos que iba conociendo. Era decir lo que era y comenzar las burlas.

El machismo tiene mucho que ver con esas burlas. Cuanto más machista es una persona más centrada en el sexo -lo que uno tiene entre las piernas- para dirigirse a otra y señalarla. Me impedían soñar con jugar al fútbol en el recreo, al baloncesto o simplemente cualquier actividad deportiva tachada de “masculina”. Aunque es un error. Los deportes no deben tener género, del mismo modo que los juegos o los juguetes. Si bien, para ellos era evidente que yo como “mujer” no podía jugar con ellos. Era triste y humillante. Decidir lo que debería ponerme era otra. Al parecer para mis compañeros de clase debía vestir más “femenina”. Esto pasó también en los distintos trabajos en los que he ocupado lugar. Si bien, ya no era ese niño atormentado, sino un adulto joven que decidía poner las cartas sobre la mesa y ellos a mí en la calle.

¿Saben lo humillante que es que te digan que para trabajar en cierta empresa debes llevar falda corta? Lo es para una mujer, pero imaginen lo que es para un hombre transexual. La ropa es ropa, es cierto, pero no todos somos no binarios. Hay quienes jamás nos pondríamos ropa femenina. Para mí era extremadamente humillante, además de incómodo. Una vez incluso me dijeron que por qué me había cortado el pelo. Me gusta el pelo largo, lo he llevado gran parte de mi vida, pero quería algo cómodo y fresco. Al parecer, a mi jefe eso le pareció extraño y me comentó que así “no estaba tan guapa”. La ropa, el maquillaje, los complementos, el pelo o las lacas de uñas están condicionadas a un género cuando en ocasiones surgieron para el opuesto. El maquillaje se creó para los guerreros, pues se daban valor o se realizaban para asustar al enemigo teniendo un rostro más fiero. Los tacones se inventaron en Egipto, aunque eran más bien plataformas, Da Vinci los usó y Enrique II de Francia los puso de moda. Las faldas no era cosa de géneros desde su antigüedad pues los Sumerios, los Asirios y los Egipcios, la usaron con toda naturalidad y les costó mucho dejarla al haberse inventado el pantalón por parte de pueblos bárbaros.

Para muchos tener “vagina” es ser mujer y por ende tener que vestir, actuar y comportarse de cierto modo. Por eso también es difícil para una persona trans explicar que es hombre o mujer sin caer en los prototipos o clichés habituales. De ahí quizá que se enmarque como un “sentimiento”, pues son diversos sentimientos que nos hacen saber quienes somos. Que te llamen en masculino siendo transexual masculino hace que te siente bien, que te reconozcas, y por ende seas feliz.

Las feministas radicales están intentando atormentar y amedrentar a mujeres transexuales diciéndoles que jamás serán mujeres porque no tienen vagina. No existe comentario más machista y retrógrado que este. Supongo que están a nivel de Bertín Osborne y todos los que le aplauden hasta quedarse sin manos. Una mujer no es un coño, pues es inteligencia, es belleza emocional, es ambición y son logros. Una mujer no sólo es una vagina por la cual expulsar un niño si ella quiere. De hecho, no lo es porque yo poseo una y puedo engendrar todavía. Una mujer no es sólo tu madre, tu hermana o tu vecina porque tienen senos, vagina y carecen de nuez. Dejen esas estupideces a un lado, pues es patético. Del mismo modo que un hombre no lo es únicamente porque tiene un pene, tampoco lo hace un violador o un machista. Hay todo tipo de personas en esta sociedad y no puedes etiquetarlas como códigos de productos de supermecados.

La transexualidad es un icono de libertad. Incluso de libertad contra homosexuales que te cosifican y te denigran porque tienes unos genitales u otros. Somos los parias entre los parias, pero aún así hay que luchar e intentar ser feliz con uno mismo. Hay que amarse. Los miedos sólo los enjaulan. Si tienes miedo a expresar tu género, a codiciar unas hormonas o decidir si quieres una intervención de cirugía o no... ¿entonces cómo puedes decir que serás feliz? Se supone que una de las grandes metas del ser humano es la felicidad, la libertad y el progreso. No puedes progresar si te estancas por miedo, no puedes ser feliz por culpa de miedos y los miedos son los que nos hacen presos en nuestro propio hogar que es nuestro cuerpo.

Hay que ser libre. Hay que abrir las alas y volar. Hay que hacerlo sin importar si nos caemos. Hay que saborear el impulso. Hay que ser uno mismo. Hay que valorarse más. Hay que respetarse más. Hay que escuchar menos a quienes te dicen que no se puede. Hay que olvidarse de toda la propaganda bélica que nos invade desde los medios de comunicación generando conflictos entre nuestro cuerpo y nuestra alma, pues nos dicen qué es tendencia y lo que es un "hombre" o una "mujer". Hay que dejar atrás los muros y las alambradas. Hay que sonreír porque nadie puede quitarnos esa sensación de hacer lo que nosotros queremos, de ser quienes siempre quisimos ser y de divertirnos sin importar las miradas ajenas. Cuesta trabajo, pero se consigue.







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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt