Entiendo a Khayman ahora que tengo a Viktor...
Lestat de Lioncourt
La recordaba cada vez que me
incorporaba en aquel sarcófago. Podía ver sus pequeños ojos siendo
la semilla del cambio. Ojos oscuros en un rostro de piel aceitunada y
hermosos cabellos de fuego. Era la perfección hecha realidad. Su
belleza no tenía límites a pesar de ser una belleza puramente
infantil, delicada, dulce y armoniosa. No había rastro de dolor en
esa mirada. Su sonrisa era auténtica, aunque no lograba discernir
cuál era el origen de esta. Sólo la tuve unos minutos entre mis
brazos y la amé para siempre.
Realmente no suelo escribir sobre ella.
Pero a veces no puedo remediarlo. Necesito rememorar ese rostro
pequeño y ese cuerpo frágil. Lo necesito. La necesidad surge de un
motivo imperioso de recordar los motivos por los cuales lucho y me
impongo ante cualquier adversidad. Mi pequeña, niña, mi semilla...
Hay algo peor que no poder ser padre y
ser padre pero sin poder ejercer como tal. Pensé que podría
regresar a su lado, cubrir su rostro con mis besos y alzarla ante los
rayos del cálido desierto en el cual vivíamos. Seríamos nómadas y
llevaríamos una vida simple al lado de su madre y su tía. Rogué
porque eso sucediera. Imploré a mis viejos dioses. Pero finalmente
el desastre nos cubrió por siempre.
Jesse me recuerda a ella. Cuando la vi
en aquel concierto comprendí que poseía en sus ojos la fuerza de
Maharet. Era la llama viva de unos orígenes que no comprendía.
Estaba al lado de alguien amado por ella, un druida de cabellos casi
blancos, que la custodiaba como si fuese un león y ella su cría.
Decidí arriesgarme para escuchar su voz y estuve a punto de
derrumbarme en llanto. Recordé a mi hija, esa hija que no pude tener
entre mis brazos, y entonces supe que tenía que imponerme frente a
Akasha. Ella no podía arrebatarme de nuevo a nadie más de mi
familia.
Hoy escribo esto porque la locura está
llegando. Siento que mi mente se enturbia. Tengo miedo. Hace unas
noches ardieron cientos de jóvenes y fue mi culpa. Una voz me está
destruyendo. Temo que en algún momento todo se pierda.
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