Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 24 de junio de 2017

Titanes

¡Traigan el lodo! Digo... Marius y Pandora peleando.

Lestat de Lioncourt 


Hacía días que me hallaba fuera por diversos motivos. Mis asuntos eran importantes. Siempre tenía que conocer de primera mano las noticias acerca de las incursiones de la malvada y depravada Secta de la Serpiente, la cual incluso nos habían atacado cuando nos hallábamos cómodamente en el calor del hogar. Por otro lado, adquirí pinturas necesarias para poder dispersar mi mente y mejorar mis pinturas. A veces necesitaba pintar para distraer el dolor, la impaciencia, el orgullo herido y la chispa de odio que crecía a veces entre Lydia y yo.

—Nunca te esfuerzas por entenderme—dijo dramáticamente al borde de las lágrimas nada más verme entrar junto a uno de los esclavos.

Él transportaba parte de los útiles que había adquirido, por mi parte llevaba un pequeño paquete de tela donde había envuelto los pinceles más caros que había logrado hallar.

—Lydia, me esfuerzo cada día por soportarte—respondí con una sonrisa amable, aunque realmente estaba siendo un impertinente. Bien podía haberla llevado conmigo, pero no quería que Padre y Madre sufrieran algún percance en mi ausencia.

—¡Marius, mejor guarda esa lengua en tu boca si no vas a ser capaz de controlarla!—exclamó furibunda.

—¡Puedo dominar mejor mi lengua que tú tu histeria!

En Roma, como en cualquier parte del mundo, la mujer era propiedad del marido. A ella le habían enseñado algo bien distinto. Su padre tenía la culpa. La había educado como a un hombre y eso significaba que se creía un igual, no un ser inferior. Ahora comprendo que estoy equivocado, pero en aquella época todo era muy distinto. El amor masculino era el puro, la mujer era sólo para tener hijos y una posición en la sociedad.

Actualmente, en algunas partes del mundo, todavía la mujer es una propiedad del hombre y se considera un objeto que te da prestigio social. A mi parecer es lo único malo que tenía la Roma Antigua y que debió aprender de los egipcios, los cuales dotaban a la mujer de muchas libertades y de un poder de autonomía digno de respetar.

Sin embargo, eso no quita que Lydia, o Pandora como hace llamarse, no sea un tanto histérica y avasalladora. No siempre se puede tener la razón y no voy a darle la razón a ninguna hembra con tal de parecer un hombre mejor. Si creo que está equivocada se lo diré. Pero a ella y a cualquiera.

—¡Mi padre tenía razón!—dijo rompiendo a llorar antes de agarrar un jarrón y arrojarlo con violencia.

—¡Ojalá estuviese vivo para que te regresaras con él!—respondí.

Aquello hizo que me mirara con rabia y odio. Durante tres días estuvo apartada de mí, negándome la palabra y esforzándose por ignorarme. Era como si no estuviese. Por mi parte le pagué con la misma moneda. Si ella era terca, yo lo era más.




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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt