Antoine es demasiado tierno... ¡Cómo puede enamorarse de Armand!
Lestat de Lioncourt
La vida puede ser insoportable. Sobre
todo cuando sabes que no hay remedio alguno a tu sufrimiento.
Comprendo que muchos tengan sueños grandilocuentes y la extraña
sensación de triunfo, pero en realidad las cosas materiales no son
nada. Yo jamás deseé tener muchas cosas en propiedad. Sólo he
deseado tener una pequeña casa a la cual regresar cada día,
sentarme en el sofá y estirar mis piernas pensando que al menos
tenía un techo donde resguardarme de la lluvia, el frío y la
miseria humana que circulaba, y aún circula, por las distintas
avenidas de este glorioso mundo lleno de ratas.
La felicidad a veces desaparece muy
rápido, sin dejar siquiera una breve carta pidiendo disculpas. La
buscas en vano. Nunca volverá del mismo modo y ni siquiera con la
misma fuerza. Viene, ilumina todos los rincones de tu alma, y se va
quedando un hueco profundo en nuestros sueños.
La felicidad vino una vez a mi vida en
un día claro de octubre. De esos octubre que no son lluviosos, ni
hace demasiado frío aún o la humedad suficiente para calar los
huesos. Caminaba por las empedradas calles de París e ignoraba que
el dolor pronto me haría sucumbir. Había dado un recital de piano y
mis padres estaban más que orgullosos. La noche anterior había sido
mi gran momento. Tenía dieciocho años.
Pasé por la pequeña panadería y
adquirí un bollo pequeño de pan. Antes el pan no se vendía
caliente. El pan caliente es una aberración moderna debido a que se
vende una masa deforme y congelada, llena de aditivos y harinas
baratas. El pan que yo comía era pan de verdad. Sentía su enorme
sabor en la punta de mi lengua cuando lo vi. Era un joven muy
atractivo. Me quedé asombrado por su belleza idílica. Él me
inspiró a escribir uno de mis mejores poemas, aunque no soy poeta
sino músico.
Ese día fui feliz. Intenté buscar por
todos los medios ese momento. Ni siquiera lo hallé cuando Lestat se
hizo mi mecenas y me regaló el mejor piano que pudo lograr para mí.
No lo hallé durante siglos. Ahora puedo decir que lo he vuelto a
vivir. Ha sido al verte a ti. Tal vez has escuchado estas palabras
otras veces, pero tus ojos tienen una belleza lacónica que quiero
secuestrar entre mis manos. Me he enamorado profundamente de ti.
Espero que me aceptes como amante o al menos como buen amigo.
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