Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 13 de julio de 2017

La contradicción

La contradicción.

Mis pensamientos jamás han sido demasiado prácticos. Siempre estoy pensando en algo más allá de lo habitual para el resto, de aquello que llaman “útil” o “necesario”, pero no puedo evitarlo. A veces es inconsciente, como si fuese innato en mí, pero en ocasiones simplemente busco la más mínima oportunidad para guardar silencio, hacerme espacio en un pequeño sofá y meditar alejado del mundanal ruido, de esa contaminación social que me agobia y a veces me asquea, porque así soy. Soy un animal social, pero también soy el hombre que camina despacio por las aceras contemplando como el mundo se destruye lentamente a cada paso que da el hombre. El sonido del tráfico a veces me es indiferente, como muchas voces críticas.

Estoy acostumbrado a vivir solo porque vinimos a estarlo, aunque en ocasiones logremos conectar con alguien. Tal vez esa conexión dura años, meses o tan sólo segundos. Es como encender una cerilla en mitad de la oscuridad o una potente descarga eléctrica que te destruye y alimenta a la vez. Pero cuando se apaga te quedas más vacío que nunca y entonces comprendes que siempre lo has estado, que debes ir más allá de esas relaciones. Buscar más allá. No importa si esos momentos han sido mera descarga sexual, erótica, mental o simplemente a nivel de una amistad que se disipó como si fuera un perfume en mitad de una avenida muy congestionada de polución.

Quizá por eso evocamos recuerdos. Añoramos los momentos vividos con otros porque no es lo mismo caminar por una avenida con una persona, solo o con alguien nuevo. No se vive igual. Nos cuesta asumir los riesgos cada vez más, como si envejecer nos convirtiera en sauces que quieren echar sus raíces y esperar que el viento mueva sus hojas. Y no. Yo no soy así. No soy del todo así. Me niego.

Me gusta lo diferente. Amo caminar observando las pisadas, deliberadas o meditabundas, de unos y otros. Siento excitación ante una fuerte risotada que ha sido soltada sin miedo, pues me parece algo profundamente erótico ya que es pura libertad, adrenalina y poder. Es el poder de ser, sin miedo a nada, y eso es lo más excitante que puede escuchar mis oídos. Admiro poderosamente los rasgos que no pertenecen a ningún género o a ambos. Me dejo llevar por el coqueteo de una taza de café entre mis manos y la seducción de un poema recitado en un viejo audio. Soy el que lee noticias viejas para no olvidar los fracasos, las victorias, las penas, los entierros y también las alegrías que hemos vivido o me transmitieron. Me gusta leer, pero sobre todo me gusta compartir lo que he leído. Así como me gusta escribir porque necesito expresarme con algo más que el sonido de mi voz. Y aún así estoy acostumbrado a vivir solo, a buscar el silencio y hallar la paz en un pequeño sofá.


Intento ser yo mismo a cada paso, pero a veces es distinto. Todo influye. Creemos que pensamos por nosotros mismos, pero no es cierto. Las circunstancias, la sociedad, los pequeños gustos personales hacen que nuestro cerebro se adapte. Sobre todo los recuerdos, los mismos que queremos revivir o enterrar para siempre. No somos del todo libres. Yo soy preso de ese sentimiento. Aún así estoy aquí, en silencio, aguardando el momento del contacto y de poder atraerte hasta mí porque te necesito. No, no es una “necesidad” porque no sepa estar solo, sino es una “necesidad” de conocimiento, reconocimiento mutuo, exaltación de los valores del contacto humano y el amor. Porque en cualquier relación debe haber amor. Incluso en la enemistad, mal que nos pese, hay amor.

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Texto personal

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt