Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 17 de julio de 2017

Soledad, abrazos y llantos

Flavius me parece un hombre de lo más honesto.

Lestat de Lioncourt 

—Todos tenemos ciertos perjuicios que nos siguen hasta casa y se quedan a nuestro alrededor, como el único consuelo ante la soledad. Perjuicios hacia lo común y también lo desconocido. Estos nos envuelven en miedos y nos provocan ansiedad, depresión y culpa. Sobre todo culpa. La culpa es la mayor de las condenas—decía moviéndose por la habitación con una elegancia simple. No era un movimiento pomposo, sino mesurado. Era como si disfrutara cada pisada sobre las distintas baldosas de mármol.

Su figura era delgada, de hombros un poco anchos, y con una melena corta rizada de hebras doradas. Ante mí tenía una belleza clásica e icónica de la Grecia antigua y la Roma más primitiva. Me interesaba lo que decía, sobre todo porque él nunca había estado solo en apariencia. Siempre había tenido a otros a su alrededor, pero era alguien observador. Y, por supuesto, todos nos podemos sentir solos en un mar de dudas que es la sociedad.

—Flavius—dije su nombre y él se giró para verme con una sonrisa amable. Su mirada reparó en mí y sus manos se extendieron con las palmas abiertas hacia arriba. Me invitaba a hablar y yo me sentí cohibido durante unos segundos, pero finalmente hablé—. ¿Te has sentido solo?

—Muchas veces, como todos—indicó—. A veces piensas distinto a los demás y crees que estás solo, que nadie te va a entender, pero es fruto de la experiencia y de una revolución que poco a poco se va dando y perpetuando.

—¿Te sientes solo ahora?—interrumpí su discurso y él frunció el ceño. Se quedó pensando.

Tenía ante mí a la escultura más hermosa que alguien puede codiciar y respiraba. No era una escultura de mármol, sino un hermoso vampiro que había sido conservado en sus mejores años. Faared le había dado la posibilidad de estar completo, pues siempre había usado una prótesis al faltarle una de sus piernas. Sin embargo, una nueva cirugía le había hecho caminar de nuevo sin ella.

—Dime—susurré invitándole yo esta vez a conversar.

Bajó sus manos y se acercó a mí. Entonces me abrazó con firmeza y al apartarse acarició mis cabellos castaño rojizos. Sonrió con una bondad que sólo había visto en algunas pinturas en las iglesias y sentí que me estaba respondiendo sin palabras.

—A veces—su voz sonó suave, al igual el susurro de una madre cuando te da las buenas noches. Me estremecí.

—Yo siempre—dije.


Provoqué que me abrazara de nuevo y se quedase de ese modo durante un rato. Entonces lloré.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt