Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 31 de agosto de 2017

Te perdí, te lloré, te sufrí...

Marius y Pandora en una conversación civilizada... ¡Se acaba el mundo! 

Lestat de Lioncourt 


«Alguna vez te perdí.
Te perdí.
Pero yo creí que te tenía.
Te sostenía.
Pero sólo era tu sombra,
el murmullo de la hojarasca
de un recuerdo vacuo.
Mírate en esa pintura...
búscate en la poesía.
Te perdí.
Te lloré.
Te sufrí.»


Estaba sentada frente a mí como si fuese un fantasma, una sombra, un fugaz recuerdo o simplemente mi loca imaginación. Sentada con aquel vestido de gasa color guinda y su cabello recogido de tal forma que apenas se apreciaba lo revuelto que podía ser. Sus ojos castaños, de pobladas pestañas y perfectas cenas dibujadas por la naturaleza de su ser, me escrutaban en silencio. Poseía algo de carmín en sus labios, sólo un toque, y rubor en las mejillas para aparentar ser humana.

—¿Qué te trae por aquí?—pregunté sorprendido porque hubiese venido hasta aquí, en la residencia de Lestat y su corte, cuando no había sido llamada para una reunión importante.

Habitualmente Pandora se dejaba ver por Gran Bretaña, en concreto Londres, acompañada de Arjun. También viajaban a otras ciudades europeas y asiáticas. Incluso habían estado en Japón recientemente para vislumbrar la cuna de la tecnología por mera diversión. Ellos viajaban juntos como yo lo había hecho en otros momentos, y ahora diferencia mía estaba siempre pendiente de las diversas necesidades y requisitos de la corte. Una corte que cada vez era más numerosa y bulliciosa. Los jóvenes podían llegar a ser muy escandalosos.

—Pensé que te encontraría con tu levita y no con un traje de Ermenegildo Zegna—dijo siendo tan suspicaz como siempre—. ¿Tiene algo que ver que Bianca esté por aquí?

—No—dije—. Sólo acabo de llegar. He ido a París a buscar algunos materiales. Estoy pintando nuevas salas y mejorando la calidad de algunas de mis obras. Inclusive he...

—No me cuentes tus batallas, por favor. Sólo he venido a ver como seguías—comentó incorporándose para acercarse a la chimenea, la cual estaba encendida ofreciéndonos su agradable y confortable calor—. Me dijeron que te habían visto decaído en alguna ocasión, pero te veo fuerte y con esa mirada retadora. De hecho, estoy segura que has querido atravesarme con alguna daga envenenada por haberte callado.

—Siempre tan sincera—respondí con una cortés sonrisa—. ¿Por qué nos distanciamos?

—Por tus caprichos, tu necedad, tu torpeza... Te esperé semanas, meses... Aguardé que me buscaras años y después desapareciste como todas tus promesas. Ahora es imposible volver atrás. Yo amo a Arjun, además me necesita y me adora. No puedo dejarlo y tú no puedes dejar lo que has vuelto a ser—se giró para verme y la vi tan hermosa como la primera vez que la vislumbré en su casa, entre las sombras y junto a sus esclavos. Faltaba Flavius a su lado, mirándola como quien mira a la esfinge de una nueva diosa, y sus temblorosas muchachas que murieron demasiado jóvenes—. Te amaré siempre, me preocuparé siempre...

—El amor apasionado se disipó como se disipan las nubes tras la tormenta, pero el amor... ¡Ah! ¡El amor siempre queda! Es mejor seguir amando que odiar, porque el odio consume y envenena las almas—me incorporé y la abracé para luego besar su frente.

Ella decidió responder con un beso dulce en mi mejilla derecha, un par de caricias con sus manos sobre estas y se marchó a la sala de baile. Allí la esperaba él para hacerla girar y girar entre risas, miradas de asombro y aplausos de respeto.



No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt