Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 30 de agosto de 2017

Esperanza

¿Qué podemos hacer con Michael? No quiero decirle lo que sé...

Lestat de Lioncourt 


Habían pasado muchos años. Demasiados. Tal vez más d ellos que siquiera pudiese imaginar. No obstante, volvió a mí el sentimiento lacerante como el de aquella primera noche en la que supimos que ella, junto con Quinn, se habían marchado de Nueva Orleans con unas escasas pertenencias y algo de dinero en los bolsillos. Por supuesto, pocos sabían que ellos eran vampiros o neófitos como suelen llamarlos. Jóvenes para los humanos, pero también para su nueva raza.

Estaba paseando por el centro histórico intentando revisar algunos inmuebles para un nuevo proyecto. Querían que hiciese la reconstrucción de algunos barrios, los cuales aún no se habían hecho tras el desastre de hacía más de diez años. El sudor corría por mi frente, pero me encontraba con fuerzas. Había adquirido un frappé de café en una de las viejas cafeterías de la zona, la cual se había modernizado para no morir con el paso del tiempo y el cambio en gustos de la clientela, para poder soportar el calor tórrido que aún asolaba la ciudad. Y es que Nueva Orleans es así, no se puede evitar.

El olor de las macetas en las ventanas era embriagador. Sobre todo aquellos que habían decidido tener un pequeño huerto de especias con tal de imitar a las nuevas tendencias en televisión. Aunque siempre había existido un amor extraño entre los balcones de esa zona y las flores. El murmullo de la vida se acorralaba en algunas estancias, aunque no en todas, de los edificios que estaban habitables y las calles eran recorridas por decenas de grupos de turistas que miraban con asombro las huellas de aquellas inundaciones mientras se le explicaba el pasado, presente y futuro de los barrios.

Decidí subir por una estrecha y empinada calle que daba a una de las avenidas más dinámicas, que daba a Bourbon Street. Allí, a mitad de esta, había una librería que lleva más de dos siglos instalada. Durante la inundación perdió una fuerte suma económica, pero al ser un referente los vecinos les ayudaron a mantenerla en pie y recuperar la belleza de antaño. Por alguna extraña razón, fuera de la lógica y mi habitual amor por los libros, me detuve. Me acerqué con curiosidad y vi un libro que me llamó la atención y causó estupefacción: Príncipe Lestat.

La portada era negra, las letras eran rojas muy llamativas, y los cantos de este ejemplar también eran rojos como la sangre. Rápidamente di un trago a mi bebida y entré dentro decidido a conseguir un ejemplar. Por supuesto, al salir me sentí entusiasta pensando que sabría algo de Mona y Quinn. Lestat debía saber de ellos, debía citarlos en algún momento y yo, como no, estaba exultante de júbilo. Arrojé en la primera papelera el vaso vacío y acaricié con ensimismamiento la portada. Decidí regresar de inmediato. Eché a correr hacia una parada de taxis cercana al final de la calle, aunque no estoy ya para esos trotes, y pedí con impaciencia que me llevasen a la mansión.

Al llegar Rowan aún no había llegado del Hospital así que tenía la casa para mí solo, a salvedad del fantasma de Julien que apareció por breves segundos caminando por el Hall. Sí, él también estaba deseoso de saber si ella estaba bien. Aunque sé que tal vez él sabía algo más y no quería decírmelo. ¿Cómo se eso? Intuición.

Subí las escaleras con grandes zancadas y me senté en mi despacho. No tardé mucho tiempo en llegar al momento donde una tal Jesse Reeves hablaba sobre la muerte de varios jóvenes en casa de una tal Maharet. Ya había escuchado ese nombre antes y fue en las anteriores memorias, allí donde él aseguraba que Mona y Quinn se habían marchado con esta milenaria mujer en busca de conocimiento. Perdí el aliento. Me temblaron las piernas y comencé a llorar, pero no lo di todo por perdido. Leí hasta el final y mi corazón parecía romperse en mil pedazos. Por supuesto, no le dije nada a Rowan hasta pasados unos días.


Ahora ha salido otro. Otro libro donde se aclaran muchas más cosas, muchos más problemas, muchos más asuntos... ¿debería leerlo? ¿Estará en esas hojas Mona y Quinn? Mi corazón no soportaría saber que se confirma su muerte. No lo soportaría. Todavía mantengo la esperanza.   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt