Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 7 de septiembre de 2017

Claudia

Nunca me perdonaré lo que ocurrió con ella. No debí hacer caso omiso a las reglas que Marius me había ofrecido. Pensé que podía saltarlas. Me equivoqué. Fue duro oír sus incansables preguntas acerca de su futuro. Durante algunos años parecía vivir ajena a lo que ocurría, pero su mente comenzó a formarse como la de cualquier mujer adulta. Sus ojos se volvieron más fríos y comenzó a no desear mi compañía. Algo me decía que sabía lo que yo había hecho, pero aún así sus preguntas se volvían un calvario insufrible. Si existe un infierno ella lo abría con cada mirada.

No obstante, fui feliz. Admiro que la felicidad me cegaba en ocasiones. Vivía ajeno a su odio visceral. Los primeros años no era raro que ella se abalanzara sobre mí, rodeara mi cuello con sus pequeños brazos y me llenase el rostro con pequeños y dulces besos. En definitiva, no era raro ser su padre. Ella me había aceptado como cualquier niño huérfano que desea un poco de comprensión y amor, pero en mí faltó el respeto. No respeté que su vida se apagaba y que era su momento, sino que la congelé suspendiéndola en mitad de la nada. Por eso me odió.

Sigo sintiendo su presencia en aquella vieja casa de Nueva Orleans. A veces incluso puedo escuchar sus botas de charol contra el suelo de madera. En ocasiones, cuando me siento en el piano y toco alguna pieza, puedo percibirla recostada maravillosamente en el sofá, como una muñeca perfecta, con algún libro de la biblioteca. Muchas veces la he descrito, pero os aseguro que ni siquiera yo soy capaz de plasmar su belleza entre lo infantil y lo pérfido de una mujer fatal.

Louis jamás dejó de verla como una niña y cumplía todos sus caprichos con tal de tenerla contenta. Ella me retaba y yo la retaba, las discusiones a veces eran eternas, pero finalmente me inclinaba y besaba sus mejillas, su frente y la punta de su nariz rogándole perdón. Él no necesitaba nada de eso. Sólo tenía que mirarla de forma compasiva y ofrecerle lo que pedía. Incluso intentó que se asemejase más a él ofreciéndole un diario, como los que suele aún escribir, para que pusiera en entre sus hojas todo lo que sentía. El mismo diario que terminó en Talamasca gracias a la intrépida Jesse Reeves y que luego usó Merrick Mayfair para ponerse en contacto, supuestamente, con ella.


Sé que muchos lectores de mis aventuras la detestan y no entienden como puedo defenderla, tal vez porque no son padres y no pueden ver más allá. Quizá porque no se han percatado que yo, y sólo yo, soy el culpable del dolor que ella arrastraba. Por eso quizá jamás podré perdonarme. Tal vez por ese motivo adopté a Rose e intenté enmendar con ella todos los errores cometidos con Claudia.

Lestat de Lioncourt   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt