Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 11 de octubre de 2017

Mi padre

Recuerdo la emoción que surgió en mí como un chispazo en mitad de la más terrible y compleja oscuridad. Fue una luz al final de un largo túnel donde podía vislumbrar al fin una verdad que creí que jamás iba a encontrar. Supongo que a todos nos ha pasado alguna vez el sentirnos perdidos, rotos o incompletos porque desconocemos datos, verdades o simplemente hemos olvidado nuestros sueños por el camino. En mi caso era algo mucho más difícil, pues había sido forzado a ser una criatura nocturna, un ladrón de tiempo y recuerdos, que se llenaba los bolsillos con el dinero de sus víctimas y recorría París intentando olvidar quien era. Como todos ya sabéis fui convertido en vampiro por Magnus, el mismo que decidió inmolarse intentando alcanzar a Satanás y poder confrontarlo. Sabía muy poco de este viejo alquimista el cual nació deforme y a pesar de ello logró ser una criatura atractiva a mis ojos, pues podía ver en él una sabiduría y un salvajismo que siglos más tardes corroboré.

En definitiva, estaba perdido y hallé la luz. Sin embargo, no fue gracias a mis correrías sino a la información ofrecida por Armand. Existía un vampiro antiguo, uno de los más antiguos de los que se tenía referencia, llamado Marius. Esta criatura calificada de demonio era un excelso pintor y un mecenas bastante próspero, pues había logrado ayudar a grandes artistas de los cuales aprendió técnicas y la pasión por una época que poco a poco parecía enterrada, adormecida o simplemente abandonada en un pequeño rincón de la grandeza que hoy ensalzamos como arte renacentista y barroco.

Marius se convirtió para mí en una peligrosa obsesión. Decidí viajar acompañado de mi madre, como todos recordarán, leyendo viejas historias en los numerosos museos europeos como de lugares tan recónditos para mí, y para muchos hombres y mujeres de mi época, como era el Cairo. Justo allí fui abandonado por Gabrielle, mi madre y compañera a la cual le entregué la vida eterna, para que ambos, según ella, pudiésemos progresar como criaturas. Ella quería libertad, la libertad que mi padre y mis hermanos siempre le negaron. Y yo estaba roto. Había leído noticias horribles sobre mi familia, la cual había sido asesinada casi en su totalidad. Para Gabrielle esto no supuso un desafío, una losa cayendo sobre sus espaldas, sino que asumió que tarde o temprano morirían al ser nosotros vampiros y ellos simples mortales. Pero no lo fue así para mí, como tampoco superé el hecho que mi amante Nicolas se suicidara arrojándose al fuego.

Él me salvó. Hizo que dejase atrás el dolor y me ofreció la información que tanto ansiaba, así como una compañía bastante agradable. Me quedé a su lado una sola noche, pero jamás olvidé todo lo que aprendí. Una de las grandes cosas que comprendí era que existían dos criaturas de las cuales descendíamos y la segunda es que debía seguir sus reglas si quería seguir viviendo, pues él mismo me daría caza. No obstante pocos meses después la quebranté creando a Claudia y negué a mis creados a saber de estas normas, aunque siempre intenté que bebieran del malvado.

Ahora mismo lo estoy observando. Él está situado frente a mí en la sala del consejo en mitad de una nueva crisis. Ha dejado que su cabello, largo y ondulado, esté suelto y se muestre como un campo de trigo que llega hasta casi su cintura. Lleva ropa cómoda que le recuerda a su pasado como romano, pues proviene como muchos ya saben de la Antigua Roma, y, por supuesto, es roja. Marius y el color rojo... es un símbolo, igual que mi hermosa levita roja que ahora ostento de vez en cuando.


Él sería mejor líder que yo, pues no le temblaría la mano a la hora de condenar a uno u otro. Sin embargo, ha optado por ser mi mano derecha y ponerse en contra de mis deseos. Yo, por supuesto, lo entiendo. Entiendo que no esté de acuerdo con que sea tan benévolo, pero yo creo en las segundas oportunidades aunque Rhosh esté desobedeciendo una vez más. Si bien, a pesar de todo, le amo. Él es para mí mi padre, el padre que no tuve y siempre quise. Podremos discutir, pero eso evita que a veces corra a su lado a por consejos o simplemente por un fuerte abrazo.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt