Recuerdo la emoción que surgió en mí
como un chispazo en mitad de la más terrible y compleja oscuridad.
Fue una luz al final de un largo túnel donde podía vislumbrar al
fin una verdad que creí que jamás iba a encontrar. Supongo que a
todos nos ha pasado alguna vez el sentirnos perdidos, rotos o
incompletos porque desconocemos datos, verdades o simplemente hemos
olvidado nuestros sueños por el camino. En mi caso era algo mucho
más difícil, pues había sido forzado a ser una criatura nocturna,
un ladrón de tiempo y recuerdos, que se llenaba los bolsillos con el
dinero de sus víctimas y recorría París intentando olvidar quien
era. Como todos ya sabéis fui convertido en vampiro por Magnus, el
mismo que decidió inmolarse intentando alcanzar a Satanás y poder
confrontarlo. Sabía muy poco de este viejo alquimista el cual nació
deforme y a pesar de ello logró ser una criatura atractiva a mis
ojos, pues podía ver en él una sabiduría y un salvajismo que
siglos más tardes corroboré.
En definitiva, estaba perdido y hallé
la luz. Sin embargo, no fue gracias a mis correrías sino a la
información ofrecida por Armand. Existía un vampiro antiguo, uno de
los más antiguos de los que se tenía referencia, llamado Marius.
Esta criatura calificada de demonio era un excelso pintor y un
mecenas bastante próspero, pues había logrado ayudar a grandes
artistas de los cuales aprendió técnicas y la pasión por una época
que poco a poco parecía enterrada, adormecida o simplemente
abandonada en un pequeño rincón de la grandeza que hoy ensalzamos
como arte renacentista y barroco.
Marius se convirtió para mí en una
peligrosa obsesión. Decidí viajar acompañado de mi madre, como
todos recordarán, leyendo viejas historias en los numerosos museos
europeos como de lugares tan recónditos para mí, y para muchos
hombres y mujeres de mi época, como era el Cairo. Justo allí fui
abandonado por Gabrielle, mi madre y compañera a la cual le entregué
la vida eterna, para que ambos, según ella, pudiésemos progresar
como criaturas. Ella quería libertad, la libertad que mi padre y mis
hermanos siempre le negaron. Y yo estaba roto. Había leído noticias
horribles sobre mi familia, la cual había sido asesinada casi en su
totalidad. Para Gabrielle esto no supuso un desafío, una losa
cayendo sobre sus espaldas, sino que asumió que tarde o temprano
morirían al ser nosotros vampiros y ellos simples mortales. Pero no
lo fue así para mí, como tampoco superé el hecho que mi amante
Nicolas se suicidara arrojándose al fuego.
Él me salvó. Hizo que dejase atrás
el dolor y me ofreció la información que tanto ansiaba, así como
una compañía bastante agradable. Me quedé a su lado una sola
noche, pero jamás olvidé todo lo que aprendí. Una de las grandes
cosas que comprendí era que existían dos criaturas de las cuales
descendíamos y la segunda es que debía seguir sus reglas si quería
seguir viviendo, pues él mismo me daría caza. No obstante pocos
meses después la quebranté creando a Claudia y negué a mis creados
a saber de estas normas, aunque siempre intenté que bebieran del
malvado.
Ahora mismo lo estoy observando. Él
está situado frente a mí en la sala del consejo en mitad de una
nueva crisis. Ha dejado que su cabello, largo y ondulado, esté
suelto y se muestre como un campo de trigo que llega hasta casi su
cintura. Lleva ropa cómoda que le recuerda a su pasado como romano,
pues proviene como muchos ya saben de la Antigua Roma, y, por
supuesto, es roja. Marius y el color rojo... es un símbolo, igual
que mi hermosa levita roja que ahora ostento de vez en cuando.
Él sería mejor líder que yo, pues no
le temblaría la mano a la hora de condenar a uno u otro. Sin
embargo, ha optado por ser mi mano derecha y ponerse en contra de mis
deseos. Yo, por supuesto, lo entiendo. Entiendo que no esté de
acuerdo con que sea tan benévolo, pero yo creo en las segundas
oportunidades aunque Rhosh esté desobedeciendo una vez más. Si
bien, a pesar de todo, le amo. Él es para mí mi padre, el padre que
no tuve y siempre quise. Podremos discutir, pero eso evita que a
veces corra a su lado a por consejos o simplemente por un fuerte
abrazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario