Amor artificial
La puesta a punto de cada día, pero esta vez entré con urgencia a la mensajería. Ella no contestaba y yo tenía que ir a trabajar. Todo estaba dispuesto para que comenzaran a montarse los slogan y el mensaje principal. No debía faltar al trabajo, pero quería quedarme pendiente a ella. Opté por quedarme encerrado en el despacho con el portátil, si me necesitaban allí estaría. Apenas podía moverme, así que no fui al gimnasio esa mañana y tampoco corrí. Me sentía inútil. Desayuné apenas, desganado y con la mente en otro lugar de este maldito mundo. Me vestí de mala manera, cogí el portátil y me monté en el coche escuchando Pomme C, de Calogero. Jamás una canción había sido tan parecida a mi vida, amor tras una ventana en un portal de ilusiones y deseos. Estaba enganchado a aquel aparato de chips que me conectaban con mi princesa.
Me senté en mi despacho, dejé mal aparcado el automóvil y subí las escaleras de dos en dos. Cuando abrí el ordenador y lo conecté a la red, busqué el Hotmail y aún no había nada para mí de su parte. Era terrible esa situación, me angustiaba, y cuando creí estar a punto de colapsarme sonó mi teléfono móvil.
-¿Sí?-pregunté desconcertado pasando mi mano derecha por el rostro y la frente, hasta tocar mis cabellos y rascar mi coronilla.
-Nene, espero que estés alimentándote bien.-era la voz de mi madre, ahí estaba ella recriminándome como si fuera un niño pequeño.-Te recuerdo que mañana hay comida familiar, en casa.-esas comidas las odiaba, siempre eran los jueves cada dos semanas.
-No voy a poder asistir.-tenía trabajo y también averiguar algo más de esa mujer tan misteriosa.
-Vas a venir, últimamente estás muy flaco.-ahora era mi padre, dios odiaba estas situaciones y no sabía cuanto hasta ese instante.
-Papá, no quiero ir.-colgué el teléfono y lo apagué dejándolo en el centro de la mesa. Era un Sony Ericsson modelo k610i, en plateado, que apenas tenía un mes pero ya odiaba.
Volví a la bandeja de entrada y entonces observé un email. Una carta desesperada más bien.
“De: . Ana . (afrodita.ana@live.com.ar)
Enviado: martes, 25 de Mayo de 2007 8:21:20
Para: román_japan@hotmail.com
Mi amor, me es duro decirte todo esto. Estoy locamente enamorada de ti, tal vez enganchada como si fueras una droga. Te conozco de hace unos días, pero en mí se ha forjado algo muy hermoso y que desearía compartirlo. Como bien sabes no soy libre, estoy casada con un ogro que se cree dueño de mi vida. Tengo que reflexionar sobre todo esto, ayer me dio una paliza que jamás olvidaré y ahora estoy en casa de una amiga. Más tarde, a la hora de siempre, me conectaré e intentaré hablar contigo más sosegadamente. Ahora tengo que descansar, lo necesito”
No sabía bien cómo decirle algo, había sido muy directa y había dado un paso de acercamiento. Pero yo deseaba abrazarla y eso no podía, aún. Recordé entonces que Sonia, una de las chicas del departamento, tenía un novio que sabía localizar dónde se hallaba alguien en Internet. Conversaciones, emails o foros, daba igual dónde se adentrara porque él lo detectaba. Levanté el teléfono de la oficina y pedí que llamara. Se encontraba bajo mi despacho, en el suyo, meditando lo que habíamos hablado ayer.
-¿Pasó algo?-preguntó nerviosa mientras hice un ademán de que se sentara.
-Sé que tu novio es un internauta muy hábil.- no quería despreciarlo, la palabra Hacker era un término despectivo en mi lenguaje.
-Sí, ¿tienes problemas con la seguridad de tu equipo?-en ese instante se tranquilizó, parecía otra y sonrió.
-Quiero que rastree a una persona y me diga su localización, aunque no sea exacta pero sí que se aproxime.-comenté con afabilidad.-Le pagaré bien.-añadí sentándome mejor en mi silla.
-Si es un trabajo rápido, de unos cinco minutos, no creo que te cobre más que una cerveza. Si bien, depende de porqué busques a esa persona.-pasó su mano por su flequillo y esperó mi respuesta.
-Es una amiga que conocí en la red, sin embargo está en problemas y no me quiere decir dónde está.-dije con rostro serio, aunque en mis ojos brillaron la preocupación.
-Vaya, una amiguita. No sabía que te dedicaras a hacer de don Juan por la red.-comentó con una risa algo chistosa, luego se levantó y se posó frente a mi portátil.-¿Me permites?-preguntó abriendo mi bandeja de correo que tenía minimizada.
-Sí.-respondí de inmediato, aunque algo avergonzado.
-Mi novio me enseñó a hacer esto.-comenzó a hurgar por el ordenador y se fue hacia la salida de mi despacho.-Traigo un programa, lo instalo y vemos de dónde es esta muchacha. Pero te diré que por como escribe no parece ser una mujer.-aquello lo tomé con malicia, como si se burlara de mi dolor. Claro que era una chica, mi chica, y la deseaba cada minuto desde que la conocí.
Regresó relativamente rápido, instaló el programa en unos cinco minutos mientras yo tomaba un café. Intentaba no tomar ese tipo de bebidas, pero ya daba igual. Tecleó varias consignas y con una sonrisa me mostró la pantalla.
-Está aquí en esta ciudad, a tan sólo tres calles en el locutorio seguramente.-dijo descifrándome aquel entresijo de números.
Inmediatamente me levanté y tomé aquel trasto entre mis manos.
-Vuelve a dejarlo como estaba.-dije mirándola a los ojos.-Te recompensaré por esto. Dile a los chicos que llegaré un poco tarde a la reunión.-me coloqué la chaqueta y comencé a correr por las calles.
Mi salida del edificio fue rápida, no lo fue tanto deambular por aquellas congestionadas avenidas. Estaba desquiciado y cuando llegué al local tan sólo había un joven conectado a los ordenadores. Era de un aspecto curioso. Su vestimenta eran pantalones anchos oscuros, camiseta de una calavera y una sudadera algo gruesa. Sin embargo, eso no le hacía sobresalir, pero sí sus rasgos. Su rostro era fino, sus labios algo rasgados aunque no era asiático y sus labios algo gruesos. Me miró fijamente y después cerró la pantalla que estaba viendo, se fue del puesto que usaba e intentó esquivarme. Era pálido, parecía un muñeco de cera o de porcelana.
-¿Cuánto es?-preguntó al hombre que regentaba el negocio.
-Son dos euros.-respondió.-Llevas aquí desde que abrimos, y eso es bastante tiempo.-sonrió y le entregó una hoja.-Además te hice la fotocopia que me pediste.-comentó entregándole el papel. Me fije en sus manos, delicadas y sus uñas como las de una mujer.
-Buenos días.-me dejé caer en el quicio de la puerta.-¿Entró hoy en este lugar una mujer rubia?-pregunté al hombre y él me miró algo extrañado.
-Buenos días, a su pregunta le diré que no.-contestó entregándole el cambio al muchacho que intentó salir raudo.
-De acuerdo.-dije observando como se marchaba y le seguí.
Caminé varias calles y él apretaba el paso, intentaba huir pero con esas botas poco iba a hacer. Era imposible escaparse de mí y se dio por vencido al llegar a uno de los callejones de la calle Larga. Esa calle era el lugar más comercial de toda la ciudad, donde podías encontrar incluso una joyería exclusiva.
-¡Déjeme en paz!-gruñó con voz ambigua y me miró desafiante. Sus ojos eran grises y con ese gesto de furia se arrugó levemente su nariz.
-Esperaba que mi compañera tan sólo se burlara, esperaba estar viviendo al final una hermosa historia de amor y mira con lo que me encuentro. Con un niñato mugriento que apenas llega a mi estatura y con una belleza dudosa.-no sé si fue la decepción, el desastre de ese ansiado instante o todo a la vez, que me hicieron ser frío y actuar sereno. Tenía ganas de llorar, de romper todo lo que encontraba en mi camino, pero intenté mantenerme fuerte y lo conseguí.
-No sé de que me habla.-respondió cínicamente.
-Sí lo sabes, lo sabes muy bien.-susurré aproximándome a él. Le quité el papel que llevaba en sus manos, estaba algo arrugado, pero supe al instante qué era.-Esta carta es mía.-sin más le abofeteé e hice que se cayera al suelo de un plumazo.
-Es tuya.-dijo levantándose como pudo.-Yo no he hecho esto con mala fe.-susurró temblando, sus ojos se aguaron y su labio parecía castañear con sus dientes.
-¡Qué!-quería destrozarlo y lo tomé por las prendas alzándolo.
-Yo llevo años detrás de usted.-suspiró un instante ahogado quizás por mis puños aplastando su pecho.-Lo juro, no lo hice a posta.-sus cabellos se desataron y aquellas hebras negras cayeron sobre su rostro ocultándolo.
-¡Serás hijo de la grandísima puta!-le embestí contra el muro, lo zarandeé.-¡¿Sabes lo mal que lo he pasado?! ¡¿Sabes el daño que me has causado?!-gritaba mientras una mujer pasaba con sus tacones tras mi espalda, iba con prisa e hizo como quien no vio nada.
-Déjeme en el suelo y se lo explicaré.-suplicó con un hilo de voz casi imperceptible. Lo solté como me rogó y lo miré largamente con ira inyectada.
-Le conozco desde hace tres años, le veo entrar en su oficina cada día. Sé como es, más o menos, y también cómo es su empresa. Incluso he estudiado comercio para poder estar junto a usted algún día. Una mañana mientras remoloneaba en casa busqué más información sobre usted.-hizo un inciso y clavó sus ojos en mí, aquellos ojos que parecían tener vida propia.-¿Sabe? Es la única persona que conozco que pone nombre y apellidos en un foro.-sonrió amargamente.-Vi la oportunidad y tanteé con una mujer, sabía sus gustos, pero quería conocer si tras su apariencia podía haber alguien como yo.-se abrazó en ese instante recargándose en el muro.-Alguien bisexual o quizás homosexual que reprimía sus instintos.-bajó la mirada y luego la alzó causando en mí un efecto extraño.-Estoy enamorado, ¿usted nunca a hecho locuras por amor?-preguntó algo acongojado, estaba a punto de llorar, otra vez, si es que no lo hacía internamente durante toda su exposición.
-Sí, las he hecho. Pedir a una compañera que localizara a la mujer de mi vida, aquella por la que era capaz de todo y que tú inventaste.-apreté los puños para no golpearle más.
-Tengo pareja, eso es cierto, me golpea, eso también lo es, y estoy en casa de una amiga. Lo que no tengo son hijos, aunque no sé si dos gatitos cuentan.-dijo intentando quitarle hierro al asunto, sin conseguirlo.
-No tienes mi edad, ¿qué edad tienes?-en ese instante me fijé en el pircing de su labio inferior, en el de su ceja izquierda y me di cuenta que no podía propasar los veinte.
-Diecinueve.-tragó saliva y observé su nuez, inexistente por milagro casi divino.
-¿Cómo te llamas?-pregunté seco, al menos quería saber quien me había estado estafando.
-Víctor.-susurró apartándose un poco de la pared para caminar hacia mí.-¿De verdad me amas?-preguntó con insolencia, al menos yo lo vi así.-Bueno, eso decías y mis piernas temblaban.-Era lo único que quería arrancarte, un te quiero, y podría seguir vivo aguantando al imbécil de mi chico.-agachó la cabeza al ver un gesto de desagrado en mi rostro, pensé que me tomaba por idiota.
-Voy a denunciarte por suplantación de personalidad.-dije tras dejarle hablar.
-Víctor Olmedo Garrido.-dijo su nombre completo.-Hágalo, pero le ruego que ahora no. No quiero que mi pareja sepa donde estoy.-mientras hablaba siempre se llevaba la mano al pelo, intentaba ocultar con él algo y no sabía qué. Entonces me aproximé, le agarré de la muñeca y lo vi. Bajo varias capas de maquillaje había un ojo morado.
-Realmente te golpea.-susurré tomándolo del rostro, observándolo bien.
-Sí.-me apartó delicadamente y se alzó la camiseta. Bajo esta había varias vendas y en el final de este vendaje se podía percibir magulladuras.
-Desearía seguir hablando contigo, no sé porqué aunque me siento frustrado y con ganas de matarte, me das pena.-una lágrima recorrió su rostro y se abalanzó, me abrazó con fuerza y determinación.
-Te amo.-sus labios se posaron por un instante en los míos, acarició mi rostro y sonrió con amargura.-No eres tan fiero como aparentas.-se apartó y comenzó a caminar hacia la salida de aquella penumbra. Podía ver como se secaba las lágrimas con la manga de la sudadera y como movía extrañamente las caderas.
No hice nada, nada por apartarlo, y me pregunté cuando lo observé marcharse si era lógico por mi parte dejarlo ir. Me coloqué bien la ropa, prendí un cigarrillo y caminé arrastrando los pies hasta mi oficina. Entré en la reunión y la hice de forma brillante, aunque se notaba que no tenía ese aliento de horas atrás.
Cuando llegué a casa me tumbé en la cama y me eché a dormir hasta el día siguiente, no quería saber nada de nadie.
1 comentario:
Me ha gustado mucho este capítulo, espero que pongas pronto el siguiente ^^.
Que pena me ha dado el chiquito ese T_T.
Namarie.
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