Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 27 de julio de 2009

Dark City - Sindrome de Peter Pan - Capítulo 8 (parte VI)

Este scan no sé si es de Tigerpal o lo encontré. Pero vamos casi todos son de ella. Hace unos días fue su cumpleaños, al igual que el de Imaiju. Ambas son las proveedoras de mi dosis hormonal. Porque lejos de lo que suele pasar con una banda que solo miran al cantante... Yo, Lestat, me desangro con cada uno de los miembros de BT. Pero las ediciones son mías. Ya estoy harto de encontrarme en web fans parte de mi novela descrita en estos scan y aplausos para quien lo roba.



Dejo esta canción que hacía días que no escuchaba, pero que ha vuelto hoy con fuerza a mi cabeza. Es amarga y dulce a la vez.


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-Atsushi-kun.-susurró con agonía, como me llamaba tras despertar solo en el hotel, por la mañana, deseando poder vernos un poco más y compartir día, no sólo noche.

Escuché dos veces la puerta, una antes de esas palabras y luego otra más pero con furia.

-Vergüenza te debía de dar a ti de tratar así a mi hermano.-era la voz de Toll, entró como una fiera que cuida de su cría. Sin duda, seguía siendo el hermano mayor pasara lo que pasa y aunque terminaran trascurriendo décadas.-Tanto que dices amar a tu hermano no te das cuenta que dañas al de otro.-despegó a Yutaka de mí, es lo fue lo único que noté.-Ya, no pasará nada.-decía seguramente abrazándolo, calmándolo de alguna forma.-Al contrario de lo que pienses esto me lo ha ocultado Uta... su regreso con él. ¿Sabes que son quince años casi vegetal? ¿Sin querer salir de tu habitación? ¿Aferrado a un recuerdo? Y salía obligado tan sólo para ver a Miho porque era un trozo de él, lo hacía esperanzado de que él regresaría. Por dios... tú has tenido a muchos, has podido elegir a cualquiera. Uta tan sólo quería a uno, jamás se fijó en otro. No paras de llamarle rastrero, no paras de decir que querrías que se muriera... ¿te deseo yo lo mismo para tu hermano? ¿Lo hago?-esas palabras hirientes eran respuesta de los dardos envenenados de Phoenix. Seguramente no se fue, se quedó tras la puerta escuchando todo.-Deja de llorar... por favor... Yutaka... por favor. Te dije que deberías ir con Miho... te dije.-hubo unos segundos de silencio entre los tres, sólo se escuchaba el llanto de ellos dos. Después gritos de Uta rogando quedarse conmigo y ya nada más.-Perdóname hermanito.-escuché a Toll junto a sus pasos.-Imai por favor, ábreme el coche.-ya no escuchaba a Uta

Tantos medicamentos, tantos aparatos, tantas cosas... mi pulso se aceleraba, nadie se daba cuenta. Hasta que fue anormalmente alto.

-Uta.-balbuceé deseando que estuviera bien, que no le hubiera pasado nada. No lo sentía junto a mí, esas palabras de Toll.-es...-susurré.-es culpa mía.

Phoenix llamó a las enfermeras y ellas inmediatamente comenzaron a controlarme, para estabilizarme una vez más. No había tenido un infarto, pero nada más me alteraba lo más mínimo el aparato comenzaba a marcar anomalías hasta que fue excesivo y pitó. Comencé a llorar en silencio al ver el daño que le había hecho. Las palabras crueles de Phoenix tendrían su consecuencia, él y yo hablaríamos seriamente. Todo lo que había dicho Uta era cierto... pero aún así me sentía culpable de recurrir a él. No estaba bien anímicamente ni preparado psicológicamente para entender.

-Atsushi.-dijo nervioso limpiando mis lágrimas.-Estarás bien, tranquilo Atsu. Todo estará bien.-me abrazó escondiendo su rostro en mi cuello, mientras una de sus manos acariciaban mis cabellos.-Todo estará bien amor, no llores.

Sabía que Uta recaería, sabía que le había hecho daño. Temía por su vida ante un no. Estaba dispuesto a todo, cualquier cosa por mí, cosa que Phoenix decía mucho pero no lo demostraba. Uta se había enfrentado a mil obstáculos mientras hubiera podido ser feliz a mi lado. Sin embargo, yo amaba a Phoenix aunque no me entendiera en la mitad de las ocasiones. Me costaba contentarle, hacerle entender y que me comprendiera. Pero era feliz observándolo.

Abrí los ojos observándole, estaba algo perdido, pero él era Phoenix. También lo sabía por ese perfume que siempre tenía y eso me hizo sentirme aún peor. Ya estaba bien para hablar y lo miré fijamente agarrando una de sus manos.

-Uta no tiene la culpa.-dije serio mirándole a los ojos.-No tiene la culpa de amarme, al igual que tú tampoco la tiene... ni Megumi ni Clarissa. Ninguno tenéis la culpa.-cerré los ojos e intenté relajarme, porque hablar me costaba.-No le amo, pero si le quiero. Te amo a ti, pero no consentiré que le vuelvas a decir todo lo que le has dicho... solo para defenderte de verdades.-me dolía la cabeza, tenía los ojos cerrados y me dolía también el alma.-Él nunca me ha hecho daño, siempre me ha cuidado. No tienes derecho a insultarlo, aunque haya sido mi amante.-lo miré fijamente a los ojos.-Yo te amo a ti, pero he sido incapaz de no desearlo. Si lo conocieras lo entenderías.

-Atsushi... si la situación fuese la contraria.-dijo haciendo un inciso para tomar aire y continuar.-Si fuese yo, quien te viniese a decir que tengo un amante, un chico de la facultad o que se yo.-cerró los ojos y tomó valor.- ¿Tú me perdonarías? ¿Lo dejarías pasar? -me quedé en silencio pensativo.-No me amas.-sentenció.- ¿Qué clase de persona le haría algo así a un ser que dice amar? -dijo apretando más mis manos.-Yo sé que tal vez para ti será algo delicioso eso de tener a tantos detrás de ti, pero para mí no. Tengo el amor propio por el suelo. Pero soy imbécil, porque quiero que estés conmigo.-comenzó a llorar y ocultó su mirada.

-Me molestaría, pero Uta no es cualquier chico de una facultad.-dije intentando no alterarme.-Me ha esperado más de veinte años y él quería un beso, un simple beso y pasear conmigo algún día. No es como tú lo pintas.-comenté mirándole a los ojos.-Sólo pedía eso como si fuera un niño iluso que con poco se conforma, pero yo fui quien le empujó a revivir todo como fue antes. Y te diré que no me acosté con él hasta que tú me empujaste a ello... con sé que te acuestas con otro... que tienes un amante.-y era cierto, no lo hice hasta ese momento.-Hasta entonces eran simples abrazos, salir al cine y recordar momentos dejándolo que me besara en el rostro.-tomé aire de nuevo y dejé de mirarle.-Uta no se merece que le trates mal, no se merece que le hagas sufrir. Ya bastante condena tiene desde que sabe que no me tiene para él. Lo sabe, sin embargo se ilusiona con tontas promesas que sabe que no se cumplirán como siempre. Yo a ti te he hecho miles y casi todas las he cumplido, a él le he hecho tres y no he cumplido ni una.-volví a mirarlo fijamente.-Te amo a ti, pero él se merecía ser feliz de nuevo aunque fuera en un mundo falso. Se merecía tener unas semanas de felicidad, yo no pude cumplir ninguna promesa y me sentía en deuda... además siempre le querré a pesar de que ame a alguien... le necesito.-eso último no sabía como explicarlo, quizás porque Yutaka simbolizaba todo lo bueno que tuve en mi juventud, lo bueno que tuve en una adolescencia traumática y alguien que siempre me cuidó aunque lo pusiera en riesgo a él. Me amaba, ese amor tan dulce que sentía de Uta era demasiado envolvente.

-¿Uta-kun sufre? ¿Y yo qué? ¿Estoy en un jardín de flores? ¿O qué?-respondió tras escucharme en silencio. Se secó las lágrimas y me miró fijamente.-Estoy feliz y contento porque el que pensaba mi prometido ha tenido todos estos meses a otro. Ahora se explica todo. Entiendo porqué no me tocabas, ni besabas, ni me decías nada dulce y me rehuías en la cama.-esa era la reacción que sabía que tendría.-No necesito que se casen conmigo por lastima Atsushi.-se atusó los cabellos con sus finas manos, tan huesudas como él en esos momentos. Estaba esquelético, todo por mi culpa. Me di cuenta que Yutaka era mucho más delgado que él, no tenía sus curvas aunque tuviera caderas más pronunciadas. Seguro que todo lo había hecho para atraerme más, pero él ya de por si me gustaba y no tenía que hacer nada para elegirlo.-Cuando mejores, iremos a casa y te cuidare hasta que estés bien completamente, y.-se quedó serio pensativo.-y entonces veremos que haremos... ¿Sí?-dijo sonriendo con amargura, la tristeza se notaba en sus ojos.

-Yutaka ha estado encerrado en casa sin salir años porque no se sentía bien, porque su mundo se hundía al no tenerme a su lado. Se merecía una última vez, despedirme de él como se merece. Tan sólo quería hacerle sonreír como cuando éramos niños.-no entendía que Uta era más que un recuerdo fugaz, era algo que aún amaba en parte.-Yo te amo a ti, no es lástima, pero no me sentía bien tocándote después de hacerlo con él.

-Pues debes de haberle tocado mucho.-dijo levantándose de mi cama para ponerse de pie. Se había sentado para poder conversar, pero la furia que sentía le reconcomía por dentro.-Porque a mí no me tocas desde hace más de dos semanas Atsushi.-era prácticamente un mes.-Tienes casi una semana sin besarme en los labios, y yo ya no sé que hacer. No sé si quiera si deberíamos casarnos, casarme contigo era mi sueño, pero ahora.-hizo un inciso cerrando sus enormes ojos ámbar y suspiró con resignación.-Ahora no se que pensar...

-Te juro que no lo toqué más allá de abrazos y caricias, de invitaciones al cine... hasta que tú provocaste todo con tu incredulidad y tus increpaciones.-dije bastante serio, cuando hablaba así se notaba que era cierto lo que decía.-Casarme contigo en la intimidad, era mi sueño, casarme contigo sin ver a cientos de desconocidos... era mi sueño.

-Pero nunca me dijiste nada, me veías haciendo listas, y demás, y no dijiste nunca nada de nada Atsu.-dijo tomando mi mano de nuevo, dándole vuelta al anillo que se encontraba en ella.-No sé si debamos casarnos.-murmuró.-Yo sé que te amo.-sus ojos estaban ocultos por su flequillo, no podía ver su expresión sin embargo la imaginaba.-Pero…-suspiró y echó su flequillo a un lado.-Pero no sé que sientes tú ya por mí Atsushi. Tal vez todos tenían razón y soy muy joven para poder comprometerme.-sonrió de nuevo, aunque esa sonrisa era para aguantar las lágrimas.-No sé.

-Te dije que eran demasiados invitados, te dije que no quería eso... y tú seguías. Nunca escuchas lo que yo quiero, siempre estás tú y todos tus berrinches. Yo te amo, pero esa actitud me hace huir. Él nunca preguntaba nada, tan sólo me abrazaba y no importaba si nos quedábamos allí parados. Me dirás egoísta, pero quería sentir que mis opiniones le importaban a alguien más que a la pared.-le dije con los ojos clavados en él.-Te amo, pero quien no está seguro de si alguien ama a otro soy yo. No sé si me amas o tu forma de amar es egoísta, no lo sé. Pero yo he dado mucho por ti, he intentado muchas cosas por ti, y tú sólo sabes quejarte y pedir más. Nunca estás contento con lo que te doy.

-Yo hago berrinches-dijo marchándose de mi lado algo molesto, me dio la espalda para que no lo viera llorar.-Yo creo que es mejor cancelar la boda ¿no? Es lo que estás deseando para irte corriendo a sus brazos. Pero, no puedo dejarte. Yo te quiero solo para mí ¿es pecado eso? ¿Por qué?-tomó aire y prosiguió.-Tú me has alejado de todo y de todos.-eso era falso, arreglé para que volviera a trabajar y no quiso. Le dije que debía de hacer cosas, pero no solo con guardaespaldas y no quiso. Intentaba que no estuviera tanto rato sólo, por eso dejaría mi trabajo como político y tomaría el del mundo del arte que me tenía más tiempo en casa.

-Yo seguiré con la boda, allá tú si no asistes.-dije bastante serio, mientras veía como venían a retirarme los artilugios dejándome sólo con el marcador del corazón. Cuando se marcharon me lo quité. No quería tener eso y quería irme a casa, con alta voluntaria. -Phoenix.-susurré tomándolo por la cintura, abrazándolo. Él se giró con rapidez ocultando su rostro en mi pecho.

-¿¡Por qué no me amas a mi como a él!? ¡Yo puedo ser como él!-lo rodeé con más fuerza, intentaba controlar su nuevo berrinche y calmarme para no terminar de nuevo anestesiado prácticamente.

-Porque no quiero que seas él.-murmuré acariciando su cintura.-Estás demasiado delgado, no me gusta que pierdas peso.-dije pasando mis manos por su espalda.-Yo te amo Phoenix... si no te amara no me casaría.

-¿Sí?-preguntó con voz baja con tono sollozante aún, alzó su vista enrojecida por haber llorado y clavó sus ojos en mí.- ¿Lo dices enserio?-interrogó pasándome los brazos por el cuello y volvió a esconder su cara en mi torso.-Pero.-balbuceó sin saber como terminar la frase.-Pero y…-suspiró calmándose, dándose fuerzas de forma interna.- ¿y él?

-Quería sólo recordar el pasado, contarnos nuestras viejas historias... ya te lo dije... terminé con él porque tú me incitaste a ello. Me dabas ya por infiel, sólo te di motivos.-susurré acariciando sus cabellos.-Sin embargo, no puedo decir que no lo quiera o que no lo desee. Te amo a ti, pero él tiene algo que me incita a necesitarlo.

Tanta verdad dolía y bien que lo sabía. Rompió en llanto, aunque intentaba controlarse. Sin embargo, todo lo que decía sonaba a puñal atravesando su corazón.

-No.-negó una vez.-No.-susurró de nuevo moviendo su cabeza.- ¡No!-gritó mirándome fijamente.-Yo no puedo compartirte con otro.-dijo serio con el rostro bañado en lágrimas.- ¿Por qué no me puedes amar como yo te amo a ti?-susurró hipando.-Daría mi vida por ti.-afirmó.- ¿No he hecho todo lo que me has pedido siempre?-eso era falso, dejó la quimioterapia porque quiso, hizo cosas que no deseaba. No era todo como él lo veía. Quizás para él eso no era nada, pero para mí era importante.-Si yo fuese el que rehiciera esto no me lo perdonarías jamás.-eso no era cierto. Perdoné cosas peores a viejos amigos, traiciones que me dolieron y me hicieron regresar de Japón. Por el cariño que les tenía jamás se la devolví, aunque lo deseé.

-No tengo la culpa de ello.-dije agarrándolo con firmeza, pegándolo a mí.-No volverá a ocurrir, ya nos casamos y pienso dejarlo. Me costará trabajo hacerlo... sobretodo porque él no pondrá de su parte.-murmuré besando su cuello.-Sé que lo que hago no está bien... nunca dije que lo estuviera.

-Me mientes.-respondió.-Son todas tus sartas de mentiras, pero ya no importa.-dijo aferrándose bien a mí.-Me comportaré como quieras, haré lo que quieras con la quimio y todo lo que desees.-cerró sus ojos y besé sus labios de forma cómplice.

Después de eso nos quedamos en silencio abrazándonos. Él pensaba que eran mentiras, pero en realidad quería cumplirlo. Debía de romper la relación sexual que se había formado en Yutaka. Si bien, me sería difícil. Él enternecía mi corazón, con un solo roce de sus labios sobre los míos me excitaba y terminaba agarrándolo para tener un sexo desenfrenado. Solía en los ensayos parar una media hora, todos los demás iban a tomar algo y nosotros nos quedábamos a solas. Nos complacíamos con caricias y besos, con desesperación interna de no poder ir más allá. Las pocas veces que quedamos para sexo fueron turbadoras. Además, él tenía un sentido del romanticismo que me enganchaba. Para él todos los días eran una celebración, algo importante. Decir adiós a todo lo que me ofrecía sin esperar nada a cambio sería duro, muy duro. Tendría también que tirar la tarjeta SIM del otro móvil. Olvidarme por completo de sus mensajes en la bandeja de entrada y bloquear sus mails en mis cuentas. Ya no más. Debería dejarlo de una forma brusca y sé que eso le dañaría mucho más que una explicación a todo, pero no encontraba una buena. Él no había hecho maldad alguna. Sólo deseaba sentir que yo aún le quería, fuera de la forma que fuera, y yo lo usé para desfogarme de la forma más cruel.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt