Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 26 de septiembre de 2009

Dark City - capitulo 10 - Creo que voy a matar a alguien. (parte VI)


-En cierta forma jamás he sido un caballero, supongo que es lo que me quieres dar a comprender.-asentí cuando escuché eso de sus labios.-Debo aprender.

-Debes aprender a respetar a las mujeres, no las respetas.

-De acuerdo.-dijo levantándose del asiento para marcharse hasta la puerta.-Ya no tengo ganas de escuchar más sobre como soy. Mejor me voy.-comentó algo molesto, pero sabía que tenía yo la razón y por ello no dijo nada más.

Cuando escuché la puerta cerrarse me fui hacia el equipo de música, lo apagué y me marché hasta el dormitorio. No recogí nada, no tenía ganas de llevar los platos a la cocina y poner el lavavajillas. Al llegar al dormitorio noté que dormía. Yo simplemente me desnudé y me metí junto a él en la cama.

-Phoenix.-susurré besando sus hombros, acariciando su espalda suavemente hasta quedar aferrado por su cintura.-Lamento no haber sido un caballero.-besé su nuca y él se movió girándose hacia mí. Estaba dormido, pero aún así reaccionó con una sonrisa en su rostro abrazándome.

Los días fueron de esa forma, ajetreados en parte. Quería ayudar a mi hijo, cada vez que tenía una duda acudía a mí o a Clarissa. Creo que tanto ella como yo estábamos hartos de decirle que todo era normal, que se preocupara únicamente cuando tuviera mucha fiebre y que fuera regularmente al médico para el peso. No tenía que hacer un drama porque el niño no tomara un biberón completo. Yutaka no aparecía y Miho intentaba no mostrar síntomas de preocupación. Megumi ya estaba bien, tenía pensado dedicarse a la interpretación o la música. Ella también era una mujer con una voz grandiosa y yo le daba ánimos. Phoenix simplemente me vigilaba más de cerca que en otras ocasiones.

Una tarde decidí que ya era demasiado y tenía que conocer a Eduart, la pareja de mi hija. Llamé a Hizaki, también a Kamijo, y con ellos haríamos una pequeña encerrona. Como si se tratara de un documental enjaularíamos a Eduart con nosotros, encerrándolos en nuestro círculo privado. De ese modo sabríamos su comportamiento, su forma de ser bajo presión. Así que me presenté en su edificio y llamé al telefonillo. Minutos después de mi petición bajó él con un hombre rubio, bastante andrógino y que me recordó en parte a David Bowie.

-Bonjour.-susurró el acompañante de aquel estúpido. Él tan sólo temblaba.-Soy el padre de Eduart.-su acento no era inglés como era de esperarse en un hombre de sus rasgos, sino Francés. Yo sabía que era de Mónaco, pero también que sus raíces eran anglosajonas.-Es un placer conocerle, ya que su hija ha traído la felicidad a nuestro hogar.

-Me gustaría decir lo mismo de su hijo, pero no le tengo tan alta estima.-dije con media sonrisa y él tan sólo rió bajo.

-Lamento que mi hijo no haya pedido su aprobación, a veces es demasiado descuidado y teniendo en cuenta que será padre de nuevo debería de aprender.-golpeó leve a su hijo con un bastón que llevaba, justo unos leves toques en su sien.-Ya sabe como son los jóvenes.

-Yo me considero joven, tan sólo tengo unos años más que él.-el hombre abrió los ojos levemente.

-Ya decía que era imposible incluso para un asiático mantener una piel tan buena.-murmuró apoyándose en su bastón.

-¿Me podría decir como se llama?-interrogué curioso por aquel personaje que tenía ante mí. Sabía su nombre, también su edad. No era demasiado anciano para tener un hijo de casi cuarenta años. Tan sólo tenía sesenta y dos años, y esos sesenta y dos años estaban bien cumplidos. Había tenido una vida alocada, llena de sorpresas y sobresaltos. Era un hombre con poder en la mirada y muy llamativo. Me atraía el misterio que rodeaba en varios años de su vida. Todo no lo podía saber, estaba prácticamente censurado aquel documento que me dieron sobre él.

-Eduart David Sea.-susurró.-Descendiente de puros ingleses y nacido en Mónaco.-extendió su mano hacia mí.

-Atsushi Sakurai.-dije tomando su mano en un apretón leve, pero enérgico.-Japonés y afincado en esta ciudad desde hace más de dos décadas.-comenté y miré de reojo a su hijo.

-Tan sólo he bajado para conocerlo, ahora me vuelvo a mi apartamento para continuar conversando con su hija y mi mujer. Es una joven muy agradable.-esos aires, esa forma de hablar. Sí, era lo característico de un inglés con la diplomacia de un francés. Era enigmático, mucho. En ese preciso instante supe que tenía que aproximarme a él, conocerlo mejor y saber que pensaba sobre todo. Podría tener un amigo y un aliado para proteger de esa forma a Miho.

-Padre.-murmuró Eduart y él simplemente cerró la puerta del portal dejándolo a solas conmigo.

-No te voy a matar, no a plena luz del día.-mis ojos eran los de un asesino en serie, toda la amabilidad con su padre se esfumó por completo.

-Deje de tratarme como si fuera un desgraciado.-comentó cerrando los puños con un leve balbuceo.-Yo amo a Miho.-dijo alzando la mirada para clavarla en mis ojos.-No sabe cuanto la amo, no tiene idea de todo lo que haría por ella y por mis hijos.

-Pero eres un cobarde que me tiene miedo, por favor ya eres mayorcito.-dije echando hacia atrás los cabellos que caían sobre mi frente.-Tengo cita con mi hijo en mi casa, también con unos amigos. He pensado que una reunión de hombres será buena toma de contacto. Así podré observarte metido en la manada.-tragó saliva.-No te voy a matar.

-Usted no, pero quien sabe que cosa puede hacer su hijo.-recordé entonces lo que me contó Hizaki, más bien que no me quiso contar y qué tuve que sacarle a Hero en una conversación telefónica.

-Tranquilo, no creo que te corte en cuadraditos de carne ni la triture para hacer algún platillo.-sonreí y golpeé su rostro con la palpa de mi mano bien abierta, fue un toque leve como un roce.-Tú tranquilo que si me sacas de mis casillas yo te mato primero.

-Sí.-dijo en un tono de voz que casi ni se le escuchaba. Parecía realmente amedrentado. Creo que por ello evitó vernos las caras, por el miedo que le daba que yo interrumpiera en su apacible vida.

-Me alegra, todo claro entonces.-mis labios se arquearon de forma maquiavélica y eché a caminar hacia mi vehículo.-Entonces, sube a mi automóvil.-dije girándome e indicándole que subiera.

-Sí.-balbuceó de nuevo caminando como robot para subirse en el asiento del copiloto. Todas sus articulaciones estaban en tensión y supuse que estaría así al menos las primeras horas.

-Buen chico, después te doy tu premio.-dije en tono de burla y arranqué el motor del coche para conducir hasta mi hogar.

Allí ya estaba Hizaki con su pequeño en brazos y Kamijo intentando controlar los celos de Jun. Phoenix se había marchado al centro comercial con Jasmine. Ambos eran puros incautos y mi espía infiltrado era Lionel. A pesar de que la pareja de Lionel fuera Taylor nosotros nos llevábamos bien. Era un hombre dulce, aunque a veces podía parecer una dulzura fingida.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt