-Déjalo, es la primera vez que juega y seguro que anda perdido. Además el pobre se ve que lo está pasando realmente mal.
-Hablas como si fueras su madre, por favor que es el cretino que preñó a mi hija sin siquiera presentarse.-declaré algo rabioso, seguía sin perdonárselo.
-Lo conozco desde hace dos años, creo que algo puedo decir a su favor.-eso llamó mi atención.
-¿Y bien?-esperé que me dijera algo más.
-Se preocupa mucho por su hijo, es un buen padre. Lo ha pasado muy mal desde que Romeo murió, yo lo pude notar porque aún era reciente su pérdida y aún hoy es palpable el hueco que hay en su hogar. Junior vino a mí por su talento y porque sería su terapia. Yo me ofrecí a darle mi tiempo libre, buscaba un aprendiz para que siguiera mis pasos y así ganar un complemento a mi sueldo en el Teatro.-alcé una ceja escuchando todo aquello con interés.-Josep es un buen hombre, trabajador y capaz de hacer cualquier cosa por su familia. Tu hija tiene suerte, mucha suerte. Está en buenas manos, créeme por favor.
-Merci.-balbuceó el inútil de mi yerno.
-Sólo porque Kamijo es la mano derecha de mi padre te libras.-comentó Hizaki.-¿Kamijo sigues?
-No, quiero cambiar cartas.-dejó dos y pidió otras dos.
-¿Papá?-preguntó mirándome directamente a los ojos
-Una.-dije dejando la carta más baja y recibiendo otra reina.-Los veo.-subí otros cinco y mi hijo siguió viendo mi apuesta cambiando dos de sus cartas.
-Tengo escalera de color.-dijo mostrándome una escalera de rombos.
-Tramposo.-murmuré.
-No, yo barajo bien.-chistó.
-Chicos, deberíamos dialogar en vez de jugar a las cartas. Josep no sabe, es nuestro invitado y me resulta descortés.-interrumpió Kamijo con una leve sonrisa.-Además, deseas conocerlo ¿no es así Atsushi?-dijo levantándose para poner sus manos sobre los hombros de Eduart Josep.
-Yo lamento no haber podido conversar antes con usted, el trabajo me absorbía y si no es el trabajo es mi familia. Cuando Megumi estuvo ingresada en el hospital nosotros hablamos, usted y yo, y pensé que podría estar tranquilo. Yo pienso estar con su hija, pienso cuidar de sus nietos que son mis hijos.-lo decía todo bastante serio y sincero. Sus ojos se notaban claros, apacibles, aunque su voz temblara por momentos.-Amo a Miho, jamás dejaría que alguien le hiciera daño.
-Sigues casado.-dije de forma fría.
-Atsushi no eres precisamente el mejor para juzgarle de esa forma, que yo sepa empezaste con Phoenix estando casado y él al menos fue abandonado por su esposa.-era la primera vez que mi amigo me llevaba la contraria.-No conocí personalmente a Marie, pero puedo afirmar que estuvo derrumbado por su abandono. Si bien, Miho se ha convertido en su razón de vida. Lo he visto Atsushi, soy tu amigo y no te mentiría.
Kamijo tenía razón. Yo no era quien para juzgarlo. Tenía pareja más joven y había sido infiel en multitud de ocasiones. Él parecía ser un chico serio, centrado, con ganas de cuidar a mi hija. Hizaki se levantó al oír a mi nieto llorar, aún me resulta difícil decir que tengo nietos. Es como si fuera todo un sueño, algo irreal. Por ello quería que mi princesa tuviera una pareja a su lado, que no sufriera lo que su madre tuvo que sufrir por culpa de nuestras estupideces. Yutaka no aparecía y por ello temía que fuera más vulnerable y le hicieran daño. Era mi hija. Aunque no la conociera hasta pasados sus veinte años eso no cambiaba nada. Debía cuidarla, recuperar el tiempo perdido de alguna forma y estar presente en su vida. Creo que era muy celoso y posesivo con ella, tal vez, porque yo no era capaz de hacerla feliz.
-Tienes razón.-dije levantándome de la mesa.-Pero tan sólo intento proteger a mi hija, no quiero perderla otra vez. Detesto verla llorar, se me rompe el alma al ver que sufre.-era cierto, pero quien más daño hacía tanto a ella como a Yutaka era yo. Nada más esperaba el momento en que lo descubriera, entonces sentiría su odio y yo caería en picado.
-Papá Miho puede sola.-dijo Hizaki meciendo al bebé, este se tranquilizaba en sus brazos nada más sentir el aroma de su padre. Era tan parecido a él, a mi pequeño Hizaki.
-Déjamelo.-susurré caminando hacia él, tomándolo entre mis brazos y sintiendo como su cuerpo pequeño se movía en mi regazo.
-Hablas como si fueras su madre, por favor que es el cretino que preñó a mi hija sin siquiera presentarse.-declaré algo rabioso, seguía sin perdonárselo.
-Lo conozco desde hace dos años, creo que algo puedo decir a su favor.-eso llamó mi atención.
-¿Y bien?-esperé que me dijera algo más.
-Se preocupa mucho por su hijo, es un buen padre. Lo ha pasado muy mal desde que Romeo murió, yo lo pude notar porque aún era reciente su pérdida y aún hoy es palpable el hueco que hay en su hogar. Junior vino a mí por su talento y porque sería su terapia. Yo me ofrecí a darle mi tiempo libre, buscaba un aprendiz para que siguiera mis pasos y así ganar un complemento a mi sueldo en el Teatro.-alcé una ceja escuchando todo aquello con interés.-Josep es un buen hombre, trabajador y capaz de hacer cualquier cosa por su familia. Tu hija tiene suerte, mucha suerte. Está en buenas manos, créeme por favor.
-Merci.-balbuceó el inútil de mi yerno.
-Sólo porque Kamijo es la mano derecha de mi padre te libras.-comentó Hizaki.-¿Kamijo sigues?
-No, quiero cambiar cartas.-dejó dos y pidió otras dos.
-¿Papá?-preguntó mirándome directamente a los ojos
-Una.-dije dejando la carta más baja y recibiendo otra reina.-Los veo.-subí otros cinco y mi hijo siguió viendo mi apuesta cambiando dos de sus cartas.
-Tengo escalera de color.-dijo mostrándome una escalera de rombos.
-Tramposo.-murmuré.
-No, yo barajo bien.-chistó.
-Chicos, deberíamos dialogar en vez de jugar a las cartas. Josep no sabe, es nuestro invitado y me resulta descortés.-interrumpió Kamijo con una leve sonrisa.-Además, deseas conocerlo ¿no es así Atsushi?-dijo levantándose para poner sus manos sobre los hombros de Eduart Josep.
-Yo lamento no haber podido conversar antes con usted, el trabajo me absorbía y si no es el trabajo es mi familia. Cuando Megumi estuvo ingresada en el hospital nosotros hablamos, usted y yo, y pensé que podría estar tranquilo. Yo pienso estar con su hija, pienso cuidar de sus nietos que son mis hijos.-lo decía todo bastante serio y sincero. Sus ojos se notaban claros, apacibles, aunque su voz temblara por momentos.-Amo a Miho, jamás dejaría que alguien le hiciera daño.
-Sigues casado.-dije de forma fría.
-Atsushi no eres precisamente el mejor para juzgarle de esa forma, que yo sepa empezaste con Phoenix estando casado y él al menos fue abandonado por su esposa.-era la primera vez que mi amigo me llevaba la contraria.-No conocí personalmente a Marie, pero puedo afirmar que estuvo derrumbado por su abandono. Si bien, Miho se ha convertido en su razón de vida. Lo he visto Atsushi, soy tu amigo y no te mentiría.
Kamijo tenía razón. Yo no era quien para juzgarlo. Tenía pareja más joven y había sido infiel en multitud de ocasiones. Él parecía ser un chico serio, centrado, con ganas de cuidar a mi hija. Hizaki se levantó al oír a mi nieto llorar, aún me resulta difícil decir que tengo nietos. Es como si fuera todo un sueño, algo irreal. Por ello quería que mi princesa tuviera una pareja a su lado, que no sufriera lo que su madre tuvo que sufrir por culpa de nuestras estupideces. Yutaka no aparecía y por ello temía que fuera más vulnerable y le hicieran daño. Era mi hija. Aunque no la conociera hasta pasados sus veinte años eso no cambiaba nada. Debía cuidarla, recuperar el tiempo perdido de alguna forma y estar presente en su vida. Creo que era muy celoso y posesivo con ella, tal vez, porque yo no era capaz de hacerla feliz.
-Tienes razón.-dije levantándome de la mesa.-Pero tan sólo intento proteger a mi hija, no quiero perderla otra vez. Detesto verla llorar, se me rompe el alma al ver que sufre.-era cierto, pero quien más daño hacía tanto a ella como a Yutaka era yo. Nada más esperaba el momento en que lo descubriera, entonces sentiría su odio y yo caería en picado.
-Papá Miho puede sola.-dijo Hizaki meciendo al bebé, este se tranquilizaba en sus brazos nada más sentir el aroma de su padre. Era tan parecido a él, a mi pequeño Hizaki.
-Déjamelo.-susurré caminando hacia él, tomándolo entre mis brazos y sintiendo como su cuerpo pequeño se movía en mi regazo.
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