Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Dark City - capitulo 9 -Días precipitados, demasiado precipitados XII


Yo me dediqué a beber mi café en silencio, ella hizo lo mismo con el té. Ambos estábamos meditando, mirándonos y sintiendo quizás que tal vez podríamos volver a nuestro tiempo de amistad. Pero, eso costaría. Me costaría bastante la confianza de Clarissa.

-Me gustaría tener un reloj que me permitiera retroceder en el tiempo y evitar todos mis errores.-susurré pasados casi cinco minutos en puro silencio.

-Pero no lo tienes, nadie lo tiene, querido.-comentó con aquella coletilla que a veces echaba de menos.

-No supe tratarte como merecías.-ella sonrió levemente cuando dije esas palabras, miró hacia la ventana y después hacia su té.-No es un cumplido, es la verdad.

-Atsushi, por favor, deja el tema.-murmuró tomando una de las servilletas para llevarlas a sus labios.

Recordé la primera vez que la vi. Era una mujer deslumbrante a pesar de ser prácticamente una adolescente. Caminaba segura y brillaba con luz propia. Me costó conseguir que me hablara, a pesar de notar el rubor de su mejilla cuando sonreía alzando una ceja en la dirección hacia donde estaba. Era imposible conquistarla. Muchos la dieron como campo vetado, sin embargo me hice con ella. Creo que el magnetismo que ejercía sobre mí era su seguridad, su fuerza, y sobretodo ese toque femenino de completa elegancia.

Esos labios, que eran acariciados con un carmín levemente rojizo y por la servilleta, pensé en secuestrarlos para siempre y ahogarme en ellos. La amé. No puedo negarlo. La amaba por todo lo que me ofrecía, también por el sexo entregado y febril que me dejaba entregarle. Los años de facultad, de cambios de pañal, de lucha por sobrevivir a la juventud hacia la madurez y el sosiego. Esos años fueron importantes, aunque pidiera perdón no evitaría los meses de dolor y agonía.

Por unos segundos recordé el único insulto que escuché de sus labios en aquellos dulces años, fue en el paritorio la primera vez que daba a luz. Fue un: Maldito bastardo, tú a mi no me tocas más. Al recordarlo sonreí, sobretodo porque eso no era lo típico en ella. Me pregunté como habría sido el parto del pequeño Atsushi.

-Tardan.-murmuró.-Claro que ninguno de nuestros hijos nació prematuro.

-Tranquila tendremos muchos años para disfrutar de él, sobretodo para que arruine tus trajes de Dior.-cuando dije aquello ella sonrió.

-No me imagino de abuela, aún no me he acostumbrado.

-¿Y yo sí? Aún termino de los nervios cuando descubro una nueva cana y rezo por no tener demasiadas arrugas.-reí bajo y ella rió conmigo. Parecía que mis estupideces aún la sacaban de ese encanto de frío y puro hielo.

-Hizaki todavía es un niño.-murmuró.

-Eso le dije yo, pero ya me he acostumbrado, y no temo tanto desde que le he visto asentar la cabeza.

-¿Lo dices por Olivier?-interrogó alzando una ceja.

-Por ello, porque no corretea tras la mitad de las mujeres de alta sociedad ni es perseguido por la mitad de los hijos de estas.-era una clara referencia a Yue y a varias personas que ella conocía.-Me pide consejos para regalos y también lugares donde pueda llevarlo.

-Siempre he desconocido a Hizaki, Hero es más cercano a mí a pesar que también te adora, pero él es un completo extraño a pesar de que últimamente se ha aproximado algo más a mí.-su rostro era sereno, pero sus ojos tenían leves aportes de vida en cada una de sus miradas.

-Hizaki tiene mucha paciencia, cosa que yo no tengo, y en eso os parecéis. Pero en el resto es como yo. Creo que simplemente es cercanía de caracteres, si bien él te conoce bien y a veces te teme.-aquello hizo que sus ojos se abrieran levemente, para luego bajar la mirada unos segundos.

-Tal vez porque soy más estricta con él, si por ti fuera le dejarías hacer cuanta locura se le cruza por la mente. Incluso no le dijiste nada por fumar.-alcé una ceja al oír eso, era pura mentira.

-¿Eso te dijo? Que curioso, recuerdo que le di un buen golpe en la nuca por semejante estupidez. Yo lo he dejado, hace meses que no agarro un cigarrillo. Poco después de navidad lo dejé, me siento mejor sin humos y sin temer que afecte más a mi salud.-entonces escuché un murmullo al entrar él en la cafetería, era nuestro hijo.-Llegó el rompecorazones.

-Papá me han dicho que tendrá que estar en incubadora unos días.-entonces miró a Clarissa.-Aunque luego me han comentado que todo será normal, que afortunadamente habrá nacido unas semanas antes de lo previsto pero que no tiene complicación alguna.-mi hija entró tras él y fue directa donde los dulces.

-¡Miho!-dije llamándole la atención.-No tomes demasiados, es malo para la salud de los niños.

-Cheshire yo tomo lo que quiero, además Eduart ya me quita de comer muchos dulces y yo hoy quiero un capricho. ¿Quieres que tus nietos salgan con un horrendo lunar? Suerte tendré si no salen tan idiotas y feos como tú.-Hizaki explotó en carcajadas al escuchar aquello de su hermana.

-Mi hijo se parece a mamá, en eso he tenido suerte, pero los de ella vendrán con la maldición.-dijo y se aproximó a él golpeándolo duro en la nuca.

-Vuelve a decir semejante cosa y te coso a patadas, estaré como una bola pero sigo siendo mejor que tú. Soy la mayor.-gruñó y ambos se miraron a los ojos de forma desafiante.

-Hizaki, cielo, cuando estés acomodado con el bebé en casa me pasaré a verlo.-comentó con una sonrisa.-Así veo también a Olivier y le pongo al día.-besó su mejilla y se marchó caminando hacia la puerta.

-Hasta otra Clarissa.-ella no se giró, simplemente siguió con su taconeo hasta la puerta de salida.

-Papá.-dijo mi hijo girándome el rostro hasta él.- ¿De qué hablasteis?

-De lo que a ti no te importa mocoso impertinente.-mi hija explotó en carcajadas por mi respuesta, pero él simplemente se indignó.

-No quiero que vuelvas a hacer daño a mi madre.-apretó los puños, lo noté. Estaba en medio de los dos, acabó entendiendo más cosas de lo que antes hubiera hecho. Tener pareja le hacía ver todo desde un prisma bien distinto.

-No lo haré, tan sólo pedí disculpas.-comenté.-Pero no tengo porqué decirte todo lo que comento con ella.-quería protegerlo de la noticia de Lexter, él no lo sabía y quería que siguiera de ese modo. Sabía que se culpabilizaría y era lo que deseaba remediar.

-Hizaki son mayorcitos para arreglar sus diferencias, aunque debo de admitir que me cae bien tu madre.-comentó sentándose en una de las sillas y acarició su vientre.-Se ve elegante, es algo que yo no seré.

-Claro que no, porque eres una marimacho.-golpeé su nuca sin pensármelo dos veces.

-Bien sabes que no es así ¿Cómo era ese nuevo apodo que me pusiste?-interrogó con aires de autosuficiencia.

-Señorita piernas largas.-al escuchar eso estallé en carcajadas.

-¿Qué?-preguntó Miho confusa.

-Si tienes las piernas como tu abuela entiendo ese mote, era lo más destacable de ella.-ambos me miraron fijamente, cuando hablaba de mi madre siempre me entristecía pero en ese momento reía.-Recuerdo una vez que al fin pudo ponerse una falda algo corta, sus piernas eran perfectas y jamás he visto unas como esas. Yo tenía quince años, si no recuerdo mal, mi padre estaba fuera y ella cometió la locura de comprarse algo que jamás luciría en la calle.-sonreí con cierta nostalgia.-Se compró también unos tacones enormes, rojos y bien llamativos. Me hizo tomarle una fotografía bien maquillada y con aquella falda.-suspiré y me recargué en la silla.-Dicen que la curiosidad mató al gato y Toll husmeaba mi habitación, cuando vio la fotografía se quedó clavado observándola.-entonces me carcajeé como nunca.-Creo que aún hay restos de babas en la imagen.-él era bisexual, pero demasiado tímido con las mujeres y su lado homosexual jamás lo sacaba a la luz.

-¿Hablas de mi tío Anii?-dijo ella aferrada a la mesa.-¿Mi tío?

-Tu tío, no sólo tu tío sino que también el que es pareja de él hizo lo mismo. Imai junto a Hide babearon esa fotografía. Claro que terminaron todos magullados. Odiaba que miraran a mi madre como una pandilla de pervertidos.-di un sorbo a mi café y mi hijo se sentó a mi lado.

-¿Qué son? Son los mayores viejos verdes que he visto en toda mi vida. Menos el pobre de Yutaka. Le compadezco, le compadezco mucho.-Miho rió bajo al escuchar aquello de boca de Hizaki.

-No sabes lo tímido que puede llegar a ser, aunque tiene su lado serio. Para mí él es.-se quedó mirándome fijamente.-Lo siento, pero para mí él es mi padre.

-No pasa nada, lo entiendo bien.-respondí con una sonrisa, pero por dentro quería morir. Ella nunca me vería como una figura paterna, nunca.

-Por algo así es porque me opuse a que otro criara a mi hijo.-la voz de Hizaki sonó demasiado madura, me sorprendió. No sólo su voz, sino también lo que dijo.-Creo que me mataría escuchar a mi hijo llamar papá, o padre, a un hombre que no fuera yo.

-Pero se lo dirá a Olivier.-comenté.-Para el niño será tener dos padres, Jun nos diferencia a veces diciéndonos por nuestros nombres. Bueno, un intento de nuestros nombres.

-Has hecho bien en quedártelo, aunque ya te he dicho que no es fácil.-comentó acariciando de nuevo su vientre.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt