Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 2 de octubre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (I)






Capitulo 11.

Nuevos aires.

Poco después de la charla con Eduart Josep tuve que desplazarme hasta la capital del país. Allí tenía asuntos pendientes con varios accionistas de mis empresas. Hacía años que invertí en energías renovables, productos de primera necesidad, microprocesadores y nuevos mercados que iban naciendo poco a poco. Por ello yo era una de las fortunas que no se habían resentido con la crisis económica mundial, mis juegos de bolsa, mi ingenio y conocimiento de los mercados me hicieron distinguir de buenas y malas compras. Cuando dudaba simplemente no metía mis manos, hasta no tenerlo claro. Era mi dinero, la herencia de mis hijos y nietos, con eso no podía jugar.

Los accionistas y altos cargos de mi empresa afincada en el país deseaban hablar conmigo sobre estrategias de mercado. Accedí a conversar con ellos en persona. Hicieron reserva en un prestigioso Hotel próximo a barrios Bohemios y dedicados por completo a las bellas artes. Los museos y teatros más impresionantes del país estaban situados próximos a pocos metros. Mi habitación poseía vistas a la Gran Vía, como así llamaban la arteria principal. Era prácticamente un apartamento, tenía todas las comodidades. Ellos sin embargo estaban en la planta inferior, donde se encontraban las habitaciones más modestas y próximas a ella la sala de congresos y reuniones.

No estuve mucho tiempo reunido con ellos, tan sólo unas cinco horas. Almorzamos en un buen restaurante de la ciudad y terminé rechazando las pretensiones que tenían. Deseaban modificar la producción cuando daba grandes beneficios, hacer una inversión desproporcionada que en mayoría saldría de mi bolsillo y en fin tan sólo querían despilfarrar. En época de crisis hay que gastar, pero lo necesario. Además sin olvidar que la nueva maquinaria ponía en peligro a cien de los trescientos veinte puestos de trabajo, sería dañar prácticamente a un tercio de la plantilla y eso sería negativo a vista de todos. Los trabajadores descontentos no trabajan bien.

Regresé a casa tras dos días. Allí me esperaba Phoenix con el pequeño. Volví descontento y bastante amargo. No entendía como habían sido tan tercos. Querían a la fuerza mi firma y no la tendrían, además les amenacé que si seguían con aquello rodarían cabezas.

-¿Qué tal el viaje?-interrogó curioso con el bebé en brazos, yo simplemente le miré fulminándolo.-Está bien, ya lo has dicho todo.-susurró dejando al niño en el parque de juegos y me abrazó.-Te eché de menos.

-Por favor, no tengo ganas de hablar ni de nada.-resoplé sentándome en el sofá para desanudar la corbata, hacía mucho tiempo que no usaba una y me apretaba.

-Atsu.-murmuró sentándose a mi lado.- ¿Te puedo traer algo de comer?

-Almorcé antes de venir, no tengo apetito ya que me sentó como un tiro lo que comí.-respondí.-Si puedes, tráeme un vaso de refresco.

-Ahora mismo.-dijo aquello con una enorme sonrisa, yo simplemente seguía molesto con el mundo.

Pensaba pasar un fin de semana tranquilo, caminar por la ciudad con él y con el bebé. Había conseguido escoltas que nos vigilaban desde la distancia. Phoenix no sabía nada, eso lo relajaba. Mi móvil sonó y yo acepté la llamada.

-¿Sí?-interrogué quitándome los zapatos.

-Soy yo.-era la voz de mi gran amigo Kamijo.-Acabo de hablar con Mario Fiorelli.-el nombre no me sonó en absoluto, más bien me desconcertó.-El hijo del amigo que te conté, el hombre que cuidará a Megumi.

-Ya recuerdo.-musité haciendo memoria.

-En un mes vendrá y estaremos más tranquilos, mientras Megumi sigue rodeada de vigilancia.-era como se lo había pedido, que buscara un hombre de confianza y se lo asignara a mi antigua pareja y amiga.

-¿Algo más?-ese algo más iba con segundas sobre su petición de bodas.

-Sí, parto mañana en la mañana para París. Busqué la ocasión oportuna para pedirle que viniera conmigo, a mi antiguo hogar, de viaje de placer.-pude notar la felicidad de su rostro mediante su voz, la sonrisa estúpida que se formaba en sus labios.

-Me alegro.-respondí.

-Sobre Yutaka, no hay nada nuevo. Ya sabes lo que dicen de los antiguos yakuzas.-susurró dejándome desconcertado.

Había olvidado su desaparición, todo había sido un horrible sueño. No quería pensar que todo era cierto. Cuando me di cuenta Kamijo me preguntaba si estaba al móvil, yo tan sólo colgué y Phoenix me miraba extrañado con una lata de té frío entre sus pálidas manos.

-¿Qué sucede?-interrogó.

-Kamijo cometerá una locura.-sonreí levemente y tomé la lata.-Nada más.

-¿Una locura?-se preocupó y frunció el ceño.- ¿Qué?

-Es una buena locura, lo sabrás en su momento.-di un trago al refresco y lo tomé por la cintura con mi mano libre.

-No tengo ganas de que te burles.-murmuró.- ¿Qué me perdí?-dijo al ver que sonreía de lado.

-Si te lo digo le fastidias la sorpresa a Kamijo.-respondí.

-¡Dime!-sus ojos se iluminaron.- ¿Un regalo para Jasmine?-interrogó subiéndose sobre mis piernas, tomándome del rostro e intentando averiguar.

-Un regalo especial para la loca de Jasmine.-me golpeó en el pecho al decir aquello.

-¡No le digas loca!-se molestó al oír aquello.

-Reconoce que algo loco está, además te diré que él me dice cosas peores.-di un sorbo al refresco.- ¿Te lo recuerdo?-dije con los ojos cerrados.

-Pero yo también le regaño.-chistó ceñudo, intentando saber que tramaba junto a mi amigo.-Dime, no se lo diré.

-Falso, irás corriendo al móvil y le gritarás que sabes algo que él no sabe. Entonces empezará a buscar por la casa, por las maletas, por las chaquetas de Kamijo e incluso lo hará en la nevera. Sois iguales en eso, te lo recuerdo.-y es que no tenían remedio. Muchas veces compraba cosas para regalarle, a ambos, y terminaba la casa hecha un desastre. Hacían pequeñas gincanas para encontrar lo que compré.

-¡Mentiroso!-gritó y yo alcé una ceja. Comenzó a mirarme con los ojos llorosos, de melodramático, intentando que le hiciera caso y le contara todo.

-¿Sí? ¿Digo mentiras?-pregunté alzando una ceja y él asintió.-Entonces como soy un mentiroso no te daré el regalo que te compré.-automáticamente se bajó de mis piernas y corrió a rebuscar en el equipaje.

Mi ropa volaba por la sala, de un lado a otro. Incluso mis calzoncillos cayeron sobre Cheshire y el pobre bufó bien alto. Yo tan sólo reía a carcajadas y él se desquiciaba. Se tiró sobre mí y comenzó a hurgar por mi chaqueta.

-¡Dame!-dijo agarrándome de la solapa de mi chaqueta.

-Mira a tu alrededor.-hice que girara su cabeza.-¿Y?-susurré esperando su reacción, la cual para mí era prácticamente evidente. Sabía que balbucearía al ver que yo no mentía, que le demostraba la verdad con hechos.

-Yo…-balbuceó.- ¿No hay regalo? ¿Era para demostrármelo? ¿Y no hay regalo?

-Hay regalo.-dije dejando la laza en la mesa auxiliar y saqué de mi solapa un colgante.-Es un ojo de Isis, lo importaron de Egipto y lo venden en una tienda de joyería egipcia y turca.-susurré colocándoselo en el cuello.-Dice que protege al portador de maleficios.

-Gracias.-balbuceó mirándolo atentamente.-Es hermoso.

-No como los tuyos.-había colocado mis manos en su cintura.-Dime Phoenix ¿sigues amándome?

-Si no te amara no estaría a tu lado después de…-se abrazó a mí llorando, tiritando.-Tengo miedo a que me dejes, que esto sólo sea un consuelo de una nueva aventura o que sigas con Yutaka.

-No, mi amor.-murmuré.-Yo te amo a ti, te amo a ti gatito.-lo estreché de forma firme entre mis brazos, no quería que se apartara de mí.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt