Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 9 de octubre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (V)


En ocasiones cuando lo visitaba en el hotel ni hablábamos, había tal necesidad de tocar nuestros cuerpos que únicamente lo hacíamos. Era capaz de hacerlo con él sobre la mesa del apartamento del hotel, aquella habitación que siempre alquilábamos, para regresarme a casa a penas segundos después de haberlo hecho. Era sexo sin más, pero ese sexo me hacía permanecer pegado a él como un chicle sobre el pelo. No podía despegarme de su piel, de mi droga, y del vicio de su perfume pegado a la mía.

-Atsushi.-jadeó agotado acariciando mi rostro empapado en sudor.

-Ai shiteru.-susurré besando su cuello y sus hombros, para luego llevarlo a la ducha.

Allí, en el baño, abrí la regadera y el agua tibia comenzó a surgir. El termo eléctrico que había comprado era bastante bueno, siempre andaba buscando mejoras para él y para el pequeño. Empecé a enjabonarlo y limpiarlo, pero Phoenix se estaba durmiendo en mis brazos prácticamente. Después lo llevé a la cama y lo dejé arropado bien pegado a mí.

Despertamos con el llanto del bebé y la aspiradora de nuestra asistenta. Yo me quedé recostado en la cama, él simplemente me besó en la frente y se marchó a preparar el desayuno. Me quedé tumbado con los ojos fijos en el techo, inmediatamente después agarré por inercia el móvil y llamé al hospital preguntando por mi hijo.

-Hospital San Benito, ¿en qué le puedo ayudar?-interrogó un hombre tras el auricular.

-Desearía saber si se encuentra hospitalizado Hizaki Sakurai De la Rosa y su gravedad.-respondí sin más.

-Son datos de un paciente que no puedo dar sin acreditación, debería pasarse por atención al cliente y allí encantados damos información reservada tan sólo a familiares.-eso me tocó las narices, era el cordón de seguridad que había puesto entorno a mi hijo. Si bien, ese cordón de seguridad estaba en mi contra en esos momentos.

-Es mi hijo.-dije molesto.

-Lo lamento, sin acreditación física no me está permitido darle datos sobre el señor Sakurai.-colgó de inmediato y yo me volví histérico.

¿Tan grave estaba? ¿Tanto para decir si estaba bien o no? ¿Me había mentido Max? ¿Le habrá sucedido algo al bebé? Fueron las preguntas que antes vinieron a mi cabeza, fue como una bala que se alojó a mi cerebro y no pude pensar más. Miré la hora del despertador y vi que era prácticamente medio día. Marqué de inmediato el móvil de mi hijo, él cual no me contestó. Busqué en las llamadas recibidas la que acepté en la noche, estaba la de Max y un número oculto. Marqué el teléfono de Max y él no lo aceptó. Mi corazón bombeaba con fuerza, sentía los latidos en mi cabeza.

Phoenix entró y me encontró con el móvil en la mano, de inmediato me lo quitó y me tomó del rostro. Sus ojos parecían preocupados, mi rostro lo decía todo. Una de mis manos fue al pecho y él corrió hacia donde guardaba mis pastillas. La dejó en mis manos y yo me coloqué una debajo de la lengua. De inmediato me abrazó sollozando acariciando mis cabellos.

-Atsu.-susurró.-Por favor ¿qué pasa? ¿Por qué te alteras? ¿Qué ocurre?-lloraba y temblaba en mis brazos, había logrado abrazarlo.

-Mi hijo Hizaki está en el hospital, pero nadie contesta el teléfono y su amigo, el cual me dijo que estaba allí no contesta.-susurré cerrando los ojos.-Anoche me llamó, dijo que era algo leve y que no me preocupara. No me preocupé por mi hijo, cuando antes hubiera corrido al hospital. Pensé que era adulto, que su amigo no mentía, y tal vez porque estaba cansado.-hice un inciso abrazándolo un poco más fuerte.-Soy un idiota, soy estúpido.

-No.-respondió.-Es grande Atsu y estaba en buenas manos, así que tal vez fue algo tonto.-comentó acariciando mi rostro y mis cabellos, me miraba algo más tranquilo e intentaba que yo también me tranquilizara.-Piensa que puede ser un corte en un dedo, una indigestión, un resfriado fuerte o un esguince. Cariño, puede ser cosas pequeñas y no tienes que preocuparte.-se mordió el labio inferior preguntándose tal vez si me tragaba su explicación.

-¿Tienes el móvil de Olivier?-interrogué.

-No, no tengo el móvil de su novio.-susurró con una leve sonrisa.-Seguro que su estómago explotó.-musitó.-come demasiado.-rió bajo, pero notaba que estaba preocupado.

-Voy a la ducha y vamos al hospital.-dije intentando levantarme y él me recostó.

-No, lo siento.-susurró.-Quiero que te quedes aquí y ya vamos luego de que desayunes bien, te duches y demos un paseo.-quería evitar que fuera al hospital, porque quizás me encontraba algo que no me agradaba.

El timbre sonó y de inmediato escuché las zapatillas de María subiendo las escaleras, entró en nuestra habitación alterada.

-¡Señor!-dijo apoyándose en el quicio de la puerta.-Hay dos policías uniformados que desean hablar con usted.-Phoenix me extendió mi Yutaka y ella se giró para ir donde Jun, lloraba de nuevo.

-Phoenix quédate arriba con María.-dije bajando las escaleras. Deseaba que no fuera algo relacionado con Hizaki.

Eran jóvenes aquellos agentes, uniformados con el uniforme de policía nacional, y bastante huesudos. Estaban allí parados con una pequeña carpeta y tras ello su vehículo. Abrí la verja y la perra esta vez no corrió hacia ellos, se quedó en la caseta observándolos de forma atenta.

-¿Es usted Atsushi Sakurai?-interrogó uno de ellos, el más joven a mi parecer.

-Así es.-respondí.

-El médico que atendió a su hijo ha realizado una denuncia.-fruncí el ceño cuando escuché aquello.-Tranquilo, no es a su hijo a quien buscamos. Su hijo ha sido víctima de una droga que se usa para violaciones, asaltos… entre otros delitos. Debido a que es imposible de encontrar en sangre si no se toma a tiempo, ya que se diluye, el médico hizo una prueba sanguínea nada más entrar en el hospital. Junto al resultado, de una leve muestra de droga en su organismo…-estaba cabreándome hacia límites insospechados en mí, mi corazón bombeaba con fuerza y mis ojos lanzaba llamaradas.-Sabemos que han sido atacados en la celebración de su enlace matrimonial, pero aunque no desechamos ninguna posibilidad no creemos que haya sido el criminal conocido como Imai. Si bien, creemos que puede ser un antiguo amante o alguien que quiera ajustar cuentas con él.

-Mire mi hijo no está involucrado en drogas ni en ninguna trama extraña.-dije bastante molesto.-Aunque lo de amante me recuerda al pequeño numerito que tuve que aguantar el día de mi boda, aunque no lo disfruté del todo por fortuna.-uno de ellos comenzó a escribir.-Busquen a Yue Wook.

-Sí, es el mismo nombre que nos dio Maxwell River.-murmuró el mayor de los dos.-Y tranquilícese según sabemos esa droga se licua fácilmente por el organismo, tan sólo le dieron una dosis mayor de la habitual y le causó malestar.-sí, podría decir lo que le diera la gana pero yo no podía tranquilizarme.-Lamentamos haberlo importunado, ya nos marchamos.

-Buenos días y adiós.-dije cerrando la puerta bastante molesto.-¡Phoenix dame mi agenda! ¡La agenda de negocios!

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt