Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 26 de octubre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XX)


-Ahora cuando vio las fotografías de mujeres pensó que yo le dejaría por una, que me veía con mujeres y que estaba con él por pena. No, realmente no sé que pudo pensar. Su mente es demasiado complicada a veces, es imposible de entender lo que puede cruzarse por ella.-abría y cerraba el zippo, hasta que lo guardó en su chaqueta.-Quiero llevarlo a París, paseos románticos y pedirle la mano. Compré el anillo en la tienda que me indicaste, fue algo que me dije que debía hacer. Si bien.-dijo algo aturdido.-no sé si me dirá que desea casarse conmigo, pues él sabe todo lo que te he contado a ti. Mucho es que siga a mi lado, doy gracias en cada segundo que pasa y no cambia de opinión.

-No cambiará.-respondí bastante seguro de lo que le decía.-Te ama, eres alguien importante para él y no creo que esté tan estúpidamente ciego para no notar que él también para ti.-sonrió algo aliviado cuando dije aquello.-Jasmine es un hombre extraño, en el buen sentido de la palabra, aunque a veces mete las narices donde no debe.

-Sí, sé que se intenta inmiscuir en vuestra relación y eso no lo veo bien.-interrumpió.

-Yo soy el culpable de todo, no debió de decir aquellas cosas crueles a Yutaka. Yo ya he sido muy cruel con él.-me iba a sincerar con alguien, confesaría lo que hice.-La noche de la despedida, cuando me perdí con él no fue para hablar.

-¿Qué? Eso nos dijiste.-eso dije, pero nunca fue cierto. Ellos podía creerme a pesar de ser el señor de las mentiras.

-Fuimos a un Hotel y practicamos sexo toda la noche.-su expresión era fría, podía notar que estaba desconcertado.-Le dejé con una nota, cuando le hice creer durante toda la noche que le había elegido a él.

-¡Atsushi!-gritó algo alterado.-¡Jamás debiste hacer algo así! ¡Por eso desapareció! ¡Lo humillaste! ¡Lo trataste como un imbécil!-me lanzó aquellas acusaciones a la cara y me explotó bien en la conciencia.

-Lo sé, pero no podía parar.-repliqué.

-¡Santo Dios Atsushi que es un ser humano! ¡No es un consolador!-había roto su confianza, le prometí a él y a Hizaki que no volvería a dañar a Yutaka ni a Phoenix. Lo había hecho días atrás y no lo cumplí.

-¡Lo sé!-dije de forma enérgica.-Ha vuelto a la ciudad, pensé que después de dejarlo de esa forma podría empezar de cero. Pero al volver a escuchar su voz deseé tenerlo entre mis manos.-Kamijo me miraba desconcertado, no podía entender mis impulsos de ninguna forma.

Él era un hombre de una sola pareja. Había estado buscando la mitad de su alma por el mundo, más bien esperándola con paciencia. Tuvo una oportunidad, pero se diluyó en medio de una tempestad, y cuando Jasmine llegó a su vida llenándola de color y sensaciones nuevas se aferró como a un clavo ardiendo. Yo no era así. Yo podía amar a alguien y estar en la cama con otro. Era despreciable lo que hacía, pero algunas parejas se permitían ese lujo. Si bien, el sólo hecho de pensar a Phoenix con otro la ira me consumía.

-No deberías verlo más, al menos hasta que sepas tener autocontrol.-respondió tras un eterno silencio, fueron sólo unos segundos pero yo sentí cada uno de ellos como horas.

-Eso es lo peor, lo vi con otro y me volví loco. Deseé aproximarme a ellos y…-él clavó sus ojos en mí enjuiciándome.

-Atsushi no es nada tuyo, él es libre y merece ser feliz. Phoenix debería ser tu única meta y tu único deseo.-reclamó en un siseo.

-Lo sé, lo sé muy bien.-mascullé.-No sabes como lo sé. Sin embargo, hay algo en él que me impulsa a buscarlo, tocarlo y…-se levantó en ese momento buscando otro cigarro, encendiéndolo y dándole una larga calada.

-Son los recuerdos.-dijo dejando que el humo pasara por sus labios y nariz.-Sólo tus recuerdos, quieres volver a rememorar todo y lo haces de la peor de las formas. Deja de ser un rastrero, compórtate como un caballero y sonríe al ver que rehace su vida.

-Creo que lo único que me duele es que ya no sea mío, ya no pueda manipularlo y ver como ruega por un poco de mi atención. Me hacía sentir superior a cualquier hombre, como si ningún otro pudiera hacerlo feliz. Eso es lo que me quema, que otro pueda hacerlo y me quite esa dulce sensación.-mi amigo gruñó dándome la espalda.

-No te creí tan cretino.-masculló.-¿Y tú te llamas amigo? ¿Has pensado en el daño que le haces? ¿En el daño que le haces a su hermano al verlo mal?-interrogó girándose de nuevo hacia mí, enfrentándome cara a cara.

-Sí, muchas veces.-respondí.-Sé que lo que hago es cruel, rastrero y que no merezco su amistad.-él entrecerró los ojos dando otra calada a su cigarro.

-Esto es lo que vas a hacer.-dijo dejando las palmas de sus manos sobre la mesa, recargándose bien en ella.-Vas a enfrentar que tiene pareja, a darte cuenta que no es tuyo y tampoco lo es Phoenix. Las personas no se poseen, no son perros que le pones un collar y te siguen.-le escuchaba atentamente algo alarmado. Yo estaba viendo una cara distinta de Kamijo, él estaba también escuchando una de mis facetas ocultas.-Te vas a dedicar a cuidar a tus hijos, tus nietos y tu pareja. Por favor, haz caso a esto que te digo o inmediatamente dejaremos de hablarnos hasta que quede claro. También le haré llegar todo a Miho e Hizaki. Así que tú abstente a las consecuencias.

Sabía, él sabía bien que sucedería si mis hijos conocieran mis fechorías. Sobretodo si las conocía Miho. Me eché a temblar. Pensé en todo lo que podía perder, en lo que me arriesgaba si buscaba a Yutaka.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt