Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 27 de octubre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XXI)


-Esto es lo que harás.-dijo dejando las palmas de sus manos sobre la mesa, recargándose bien en ella.-Vas a enfrentar que tiene pareja, a darte cuenta que no es tuyo y tampoco lo es Phoenix. Las personas no se poseen, no son perros que le pones un collar y te siguen.-le escuchaba atentamente algo alarmado. Yo estaba viendo una cara distinta de Kamijo, él estaba también escuchando una de mis facetas ocultas.-Te vas a dedicar a cuidar a tus hijos, tus nietos y tu pareja. Por favor, haz caso a esto que te digo o inmediatamente dejaremos de hablarnos hasta que quede claro. También le haré llegar todo a Miho e Hizaki. Así que tú abstente a las consecuencias.

Sabía, él sabía bien que sucedería si mis hijos conocieran mis fechorías. Sobretodo si las conocía Miho. Me eché a temblar. Pensé en todo lo que podía perder, en lo que me arriesgaba si buscaba a Yutaka.

-No pensaba regresar con Uta.-susurré y él me miró tomándome del mentón, escrutándome.

-Y yo no te creo.-masculló alejándose unos pasos. Me había dado la espalda y recargado en un tronco de uno de los numerosos robles.-Olvídalo, hazle ese regalo.

-Necesito que esté cerca, aunque no tengamos nada.-murmuré echando mis manos a mi cara, frotándola e intentando pensar en algo que no fuera en él.

-Aún no estáis preparados.

Dicho esto echó a caminar hacia la salida del bosque, yo lo seguí. Me quedé a su altura en silencio y él únicamente fumaba. Calaba de forma intensa su cigarrillo, cigarrillo que apagó en la palma de una de sus manos y guardó la colilla en el bolsillo de su gabardina. Jamás tiraba nada al suelo, menos cuando era un paraje natural.

-Kamijo.-mascullé.

-Ni me hables, estoy molesto. Francamente te creía más inteligente y entero, pareces un niño de no más de dieciséis años. Eres peor que tus propios hijos, ellos son niños prácticamente y tienen mayor conciencia de sus actos.-cerró sus ojos y tomó aire dejándolo ir.-Eres un patán, de hombre tienes poco.

-¡Deja de insultarme! ¡Ya aprendí la lección!-reproché y él simplemente se giró hacia mí.

-¡Deja de comportarte de ese modo! ¡Muéstrame quién eres realmente! ¡Que no vas a dañar a otra persona por mero gusto o porque te funcione mal el cierre de tu bragueta!

No dije más. Simplemente me quedé en silencio durante todo el trayecto, inclusive cuando él llamó a uno de sus conocidos para que nos recogiera. En el coche él se sentó de copiloto, yo en la parte trasera intentando encontrar las palabras adecuadas para mermar su enfado. Siendo honestos yo también hubiera dicho lo mismo a Kamijo en esas mismas circunstancias. Había fallado su confianza, la de mi pareja y la de otras personas implicadas.

Al bajar del vehículo él no me miró. Yo me quedé en la acera y el coche se alejó. Deseaba salir corriendo tras el vehículo pedir perdón una vez más. Aunque sabía la respuesta de Kamijo, sabía que me diría que él no era el ofendido sino el honor de Yutaka y el de Phoenix.

En el jardín me esperaba Astaroth, saltaba de forma excesiva con la lengua hacia un lado. Temía sus patas llenas de barro, tenía un lugar especial en el jardín donde enterraba sus propios juguetes. Phoenix decía que era sumamente inteligente, yo decía que era sumamente estúpida pero se hacía querer.

-Ni te acerques.-dije al abrir la verja y obviamente no me hizo caso. Caí en medio del camino al intentar esquivarla y para colmo al alzar la vista vi a Cheshire. Allí estaba mi gato sentado en el porche de la casa, observándonos como si nada y maullando.

-Atsushi no deberías jugar con la perra con esa ropa.-comentó Phoenix saliendo de detrás de uno de los setos.-Cariño ven con papi.-dijo abriendo sus brazos y ella corrió hacia él brincando.

-¡No jugaba! ¡Está loca!-recriminé.-¿Qué hacías tú tras el seto?

-Cortaba un par de rosas, deseo secarlas para hacer un pequeño centro de mesa.-sonrió mostrándome un par de rosas que se hallaban en una cesta a su lado.

-¿Y Jun?-interrogué inquieto.

-Duerme dentro, Jasmine vino a realizar una pequeña visita y yo le dejé al cuidado del niño. Tranquilízate Atsushi, vienes alterado.-comentó acercándose hacia mí, acariciando mi rostro para luego besarme en los labios.-Ve y salúdalo, se cordial aunque no le agrades.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt