Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 24 de octubre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XVIII)


-Ayer tuve una pequeña bronca casera con Jasmine, supe cosas de su pareja que hasta ahora desconocía. Nunca dudé de su palabra, decidí no investigar su vida y vivir llamándolo con un nombre falso. Es sólo un apodo, nada más. No puedo decirte su verdadero nombre, porque correría peligro el tan sólo nombrarlo.-me quedé sumamente preocupado.-Pero esto se debe hablar en privado, desearía hacerlo en algún lugar apartado.

-Sí, por eso te he invitado a pasear.-dije con un tono de voz neutro, intentaba que no se notara mi preocupación ya que él era un hombre adulto. No podía tratarlo como a un niño indefenso, ya que eso le desconcertaría y enfurecería.

Suspiró de nuevo y asintió caminando a mi lado. Tomamos un taxi y acabamos en un sendero que daba al inicio de la pedanía cercana a la ciudad. Era un pueblo de calles tranquilas, un lugar que conectaba con el bosque y la naturaleza. Finalmente terminamos en un merendero sentados y mirándonos fijamente frente a frente. Estábamos fuera de lugar con nuestras ropas oscuras, muy a la moda, en un lugar rústico y lleno de vida.

-Su antiguo esposo le maltrataba, se casó hace unos años nada más aprobarse una leí de matrimonio homosexual. No me dijo en que país, no me dijo mucho sobre él.-dijo aquello nada más tomar asiento.-Yo decidí que debía de confiar en él, que ya me diría todo poco a poco y se abriría a mí.-sacó una pitillera de plata y se puso un cigarrillo en sus labios. Era marrón y su aroma al prenderse me recordó la marca, eran Black Stones.

-Pensé que no fumabas.-él sonrió ante mi respuesta, tan escueta y tan acertada.

-Así era, lo dejé hace años y en ocasiones vuelvo a fumar un par de cigarros. Templan mis nervios, al menos me hace alejarme de la realidad mientras veo el humo partir de mis labios.-decía todo aquello con un tono de voz ameno, parecía olvidar por segundos a lo que habíamos venido.

-Espero que no se haga un mal hábito, ya sabes a lo que conduce.-inconscientemente toqué mi pecho, esa horrible cicatriz que me recordaría día a día lo tonto que fui al prender mi primer cigarrillo.

-No, tranquilo.-respondió tras una leve calada.

-Lo siento, continua.-dije para que siguiera contándome todo lo que quisiera.

-No lo investigué, no a él, pero sí quería saber quién era su esposo.-hizo un breve lapsus de tiempo para darle una calada al cigarro, quedándose perdido en sus pensamientos y sus ojos brillaron.-Lo mandé matar.-añadió de forma fría.-No volvería a dañar a Jasmine, no otra vez. Mucho menos haría que se alejara de mí para huir de él. Me comporté de una forma brusca, animal, y para nada llevada al pensamiento racional. ¿Pero qué podía hacer? ¿Atsushi qué puedo hacer? Mis manos hacen años que están manchadas de sangre, de criminales y de estúpidos arrogantes, uno más en la lista no iba a importar.

-Kamijo.-sabía bien qué él era ese tipo de hombres, mostraba un aspecto frágil y artístico… pero no era el real. Tras su pose de joven talentoso había un pasado tétrico. Si bien, siempre me impactaba conocer esa verdad. Oírle decir aquello era como oírselo decir por primera vez. No sé como llegó nuestra amistad hasta ese punto.-Kamijo.-repetí sin saber qué decir.-Lo lamento.-añadí aturdido.

-Más yo, porque parece que se libró y consiguió disfrazar la realidad.-dio de nuevo una calada, esta vez más intensa, a su, cada vez más, pequeño cigarrillo.

-¿Cómo lo has averiguado?-interrogué.

-El muy idiota cree que fue un accidente, que fue un golpe de fortuna que sucediera para que Jasmine bajara la guardia y atacar. No paran de llegar ramos de jazmines blancos a casa, todos en papel negro con un lazo rojo sangre.-noté como sus dedos sonaron, como los hizo crujir con el cigarro jugueteando en sus labios.

-¿Y qué harás?-pregunté.

-Ya lo hice, ayer mismo lo hice.-sonrió de forma tétrica.-Dice que si algo quieres debes hacerlo por ti mismo, por tus propias manos.

-¿Qué?-interrogué.

-Quería matar a Jasmine y a mí también, fue en defensa propia. Habíamos ido al centro comercial, deseaba comprar un anillo para Jasmine y pedile la mano en París. Todo muy idílico.-sonreía de forma dulce cuando narraba aquello.-Mi hermoso Yuuichi.-se le escapó aquel nombre, el nombre real de su pareja.-Sí, se llama Yuu, pero no me deja llamarle así.

-Jamás hubiera adivinado su nombre.-era cierto, a no ser que lo investigara.

-Ese patán le obligaba a mantener sexo incluso cuando él no quería, lo golpeaba y lo trataba como un trapo.-sus ojos se volvieron llamaradas.-Así que cuando supe que nos rondaba lo dejé tomando helado, salí hacia el parking del centro comercial y lo encerré junto a mis hombres en un local abandonado.

-¿Y?-interrogué mirándolo fijamente.

-Primero le hice gemir de dolor, después un disparo certero entre ceja y ceja hizo el resto.-dio su última calada apagando la colilla en la mesita del merendero.

-¿Qué has hecho con el cuerpo?-me preocupaba su seguridad, que esos impulsos le llevaran al fin.

-Lo llevaron a una obra de una de las empresas constructoras de un buen amigo, allí lo echaron al cemento fresco en una cuba… después ese bloque de cemento ha ido a parar al mar.-rió bajo.-Capone lo llamaba zapatos de hormigón o cemento.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt