Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 23 de noviembre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XLI)


-Debo irme.-dijo Jasmine levantándose de la mesa tras mirar su móvil.-En una hora embarcamos, yo pasé a despedirme de Phoenix.-comentó girándose para besar la mejilla de Hero.-Cuídate mucho pequeño y vosotros también.-dejó a Jun dormido en los brazos de Phoenix y caminó hacia la puerta.

-Espera, te acompaño.-dije intentando ser caballeroso, a pesar de que aún no terminaba de perdonarme.

-No, yo puedo ir solo.-respondió girándose con una sonrisa que a veces parecía ser perenne en su rostro.

Terminé levantándome para ir junto a él, temía que la perra cayera sobre su cuerpo y le lastimara. Según Phoenix lo único malo que tenía era su hiperactividad, pero también era desobediente. Jasmine se quedó en silencio cuando me vio a su lado, sin embargo comenzó a gritar como un loco subiéndose prácticamente sobre mí al ver como corría hacia nosotros con las patas manchadas de barro.

-¡Atsushi no me sueltes por tu madre!-gritaba aterrado con los ojos prácticamente fuera de sus cuencas.

-¡Phoenix!-grité sintiendo que me caía entre el balanceo que él me proporcionaba y los brincos de la perra a mi alrededor.-¡Phoenix!

Al final terminamos en el suelo y la perra alejándose como si hubiera conseguido un gran logro. Y ahí estábamos ambos arrojados en medio del jardín. Él empezó a reír bajo de forma algo femenina, aunque de Jasmine era lo único que podía esperarse. Se levantó con facilidad y me miró allí arrojado.

-Levanta.-murmuró extendiéndome la mano.

-Arigato.-respondí levantándome mientras me sacudía.

-No, gracias a ti.-comentó con una dulce sonrisa mientras se colocaba su cabello largo tras sus orejas. Siempre me llamaron la atención, era algo puntiagudas como los elfos de los cuentos de hadas.

-Nos vemos, cuidaos y disfrutad del viaje.-dije caminando delante de él para abrir la verja.

-Sí, espero disfrutar de París.-comentó con una sonrisa y una mirada cargada de ilusión.-Dile a Phoenix que le enviaré un email en cuanto pueda, para que no se preocupe.

-De acuerdo.-

Me quedé observando como llamaba a un taxi de la parada cercana, como montaba en él como si nada. Me di cuenta que era el tipo de chico que aparentaba fragilidad, que engañaba con su aspecto débil y sumamente afeminado, pero con un carácter temerario y firme. En ese instante me percaté porque Phoenix lo admiraba tanto.

Suspiré con una leve sonrisa y entré dentro de la casa. Allí me esperabas mis hijos y mi esposo. Para mí lo era a pesar de que faltaban cosas por cerrar y acordar. Phoenix estaba tirado en la alfombra jugando con Jun, a su lado estaba Hero con una leve sonrisa contemplado como el niño iba aprendiendo sonidos, colores... con aquellos juegos de tacto agradable y sonidos que despertaba su curiosidad.

Me senté en uno de los sofás contemplando todo. Hero parecía haberse acoplado bien a la nueva realidad. Sin embargo, veía cierta melancolía en su mirada y ciertos intentos por no terminar llorando. Terminé por levantarme y sentarme a su lado, lo abracé besando su sien. Él únicamente se acurrucó en mi pecho aferrándose a mí. Ese gesto era demasiado típico en él cuando algo no iba bien, cuando había algo que le preocupaba.

-Vamos arriba, quiero darte algo.-dije tomándolo de la mano para que me acompañara.

Phoenix nos miró extrañado, pero no dijo nada al respecto. Sus silencios eran superiores a sus palabras, sobretodo porque dejaba que sus ojos hablaran por si solos.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt