-Debo irme.-dijo Jasmine levantándose de la mesa tras mirar su móvil.-En una hora embarcamos, yo pasé a despedirme de Phoenix.-comentó girándose para besar la mejilla de Hero.-Cuídate mucho pequeño y vosotros también.-dejó a Jun dormido en los brazos de Phoenix y caminó hacia la puerta.
-Espera, te acompaño.-dije intentando ser caballeroso, a pesar de que aún no terminaba de perdonarme.
-No, yo puedo ir solo.-respondió girándose con una sonrisa que a veces parecía ser perenne en su rostro.
Terminé levantándome para ir junto a él, temía que la perra cayera sobre su cuerpo y le lastimara. Según Phoenix lo único malo que tenía era su hiperactividad, pero también era desobediente. Jasmine se quedó en silencio cuando me vio a su lado, sin embargo comenzó a gritar como un loco subiéndose prácticamente sobre mí al ver como corría hacia nosotros con las patas manchadas de barro.
-¡Atsushi no me sueltes por tu madre!-gritaba aterrado con los ojos prácticamente fuera de sus cuencas.
-¡Phoenix!-grité sintiendo que me caía entre el balanceo que él me proporcionaba y los brincos de la perra a mi alrededor.-¡Phoenix!
Al final terminamos en el suelo y la perra alejándose como si hubiera conseguido un gran logro. Y ahí estábamos ambos arrojados en medio del jardín. Él empezó a reír bajo de forma algo femenina, aunque de Jasmine era lo único que podía esperarse. Se levantó con facilidad y me miró allí arrojado.
-Levanta.-murmuró extendiéndome la mano.
-Arigato.-respondí levantándome mientras me sacudía.
-No, gracias a ti.-comentó con una dulce sonrisa mientras se colocaba su cabello largo tras sus orejas. Siempre me llamaron la atención, era algo puntiagudas como los elfos de los cuentos de hadas.
-Nos vemos, cuidaos y disfrutad del viaje.-dije caminando delante de él para abrir la verja.
-Sí, espero disfrutar de París.-comentó con una sonrisa y una mirada cargada de ilusión.-Dile a Phoenix que le enviaré un email en cuanto pueda, para que no se preocupe.
-De acuerdo.-
Me quedé observando como llamaba a un taxi de la parada cercana, como montaba en él como si nada. Me di cuenta que era el tipo de chico que aparentaba fragilidad, que engañaba con su aspecto débil y sumamente afeminado, pero con un carácter temerario y firme. En ese instante me percaté porque Phoenix lo admiraba tanto.
Suspiré con una leve sonrisa y entré dentro de la casa. Allí me esperabas mis hijos y mi esposo. Para mí lo era a pesar de que faltaban cosas por cerrar y acordar. Phoenix estaba tirado en la alfombra jugando con Jun, a su lado estaba Hero con una leve sonrisa contemplado como el niño iba aprendiendo sonidos, colores... con aquellos juegos de tacto agradable y sonidos que despertaba su curiosidad.
Me senté en uno de los sofás contemplando todo. Hero parecía haberse acoplado bien a la nueva realidad. Sin embargo, veía cierta melancolía en su mirada y ciertos intentos por no terminar llorando. Terminé por levantarme y sentarme a su lado, lo abracé besando su sien. Él únicamente se acurrucó en mi pecho aferrándose a mí. Ese gesto era demasiado típico en él cuando algo no iba bien, cuando había algo que le preocupaba.
-Vamos arriba, quiero darte algo.-dije tomándolo de la mano para que me acompañara.
Phoenix nos miró extrañado, pero no dijo nada al respecto. Sus silencios eran superiores a sus palabras, sobretodo porque dejaba que sus ojos hablaran por si solos.
-Espera, te acompaño.-dije intentando ser caballeroso, a pesar de que aún no terminaba de perdonarme.
-No, yo puedo ir solo.-respondió girándose con una sonrisa que a veces parecía ser perenne en su rostro.
Terminé levantándome para ir junto a él, temía que la perra cayera sobre su cuerpo y le lastimara. Según Phoenix lo único malo que tenía era su hiperactividad, pero también era desobediente. Jasmine se quedó en silencio cuando me vio a su lado, sin embargo comenzó a gritar como un loco subiéndose prácticamente sobre mí al ver como corría hacia nosotros con las patas manchadas de barro.
-¡Atsushi no me sueltes por tu madre!-gritaba aterrado con los ojos prácticamente fuera de sus cuencas.
-¡Phoenix!-grité sintiendo que me caía entre el balanceo que él me proporcionaba y los brincos de la perra a mi alrededor.-¡Phoenix!
Al final terminamos en el suelo y la perra alejándose como si hubiera conseguido un gran logro. Y ahí estábamos ambos arrojados en medio del jardín. Él empezó a reír bajo de forma algo femenina, aunque de Jasmine era lo único que podía esperarse. Se levantó con facilidad y me miró allí arrojado.
-Levanta.-murmuró extendiéndome la mano.
-Arigato.-respondí levantándome mientras me sacudía.
-No, gracias a ti.-comentó con una dulce sonrisa mientras se colocaba su cabello largo tras sus orejas. Siempre me llamaron la atención, era algo puntiagudas como los elfos de los cuentos de hadas.
-Nos vemos, cuidaos y disfrutad del viaje.-dije caminando delante de él para abrir la verja.
-Sí, espero disfrutar de París.-comentó con una sonrisa y una mirada cargada de ilusión.-Dile a Phoenix que le enviaré un email en cuanto pueda, para que no se preocupe.
-De acuerdo.-
Me quedé observando como llamaba a un taxi de la parada cercana, como montaba en él como si nada. Me di cuenta que era el tipo de chico que aparentaba fragilidad, que engañaba con su aspecto débil y sumamente afeminado, pero con un carácter temerario y firme. En ese instante me percaté porque Phoenix lo admiraba tanto.
Suspiré con una leve sonrisa y entré dentro de la casa. Allí me esperabas mis hijos y mi esposo. Para mí lo era a pesar de que faltaban cosas por cerrar y acordar. Phoenix estaba tirado en la alfombra jugando con Jun, a su lado estaba Hero con una leve sonrisa contemplado como el niño iba aprendiendo sonidos, colores... con aquellos juegos de tacto agradable y sonidos que despertaba su curiosidad.
Me senté en uno de los sofás contemplando todo. Hero parecía haberse acoplado bien a la nueva realidad. Sin embargo, veía cierta melancolía en su mirada y ciertos intentos por no terminar llorando. Terminé por levantarme y sentarme a su lado, lo abracé besando su sien. Él únicamente se acurrucó en mi pecho aferrándose a mí. Ese gesto era demasiado típico en él cuando algo no iba bien, cuando había algo que le preocupaba.
-Vamos arriba, quiero darte algo.-dije tomándolo de la mano para que me acompañara.
Phoenix nos miró extrañado, pero no dijo nada al respecto. Sus silencios eran superiores a sus palabras, sobretodo porque dejaba que sus ojos hablaran por si solos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario