Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 21 de noviembre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XL)


-Buenos días Hero.-dijo Phoenix entrando en escena de la mejor forma posible, apacible y frágil. Jamás lo había visto tan radiante, ni el día de nuestra boda. Creo que Jun no era el único que necesitaba el contacto con Hero.

-Hero.-dije ayudándolo a levantarse.-Él es Phoenix.

-Sé quien es.-respondió de inmediato.-Un placer.

Se quedó observando fijamente a mi pareja, al igual que al pequeño que movía sus brazos esperando que yo lo tomara entre los míos.

-Ven con papá.-susurré antes de pegarlo a mi pecho protegiéndolo y sosteniéndolo con mis brazos.

-¡Mio!-gritó a pleno pulmón observando a Hero. Había fruncido el ceño y lo miraba como si fuera un temible adversario. Sus pequeñas manitas habían agarrado mi camisa y yo sonreí con cierta dulzura. No era común en mí esa expresión, tal vez quería tranquilizar a Hero y también a Jun.

-Hero él es tu hermano Jun.-susurré antes de dejarlo frente a él.

-Ahora yo soy el mayor.-respondió mirándome fijamente a los ojos, intentaba escrutar mi alma como lo hacía su madre.

-Así es ¿quieres cargarlo?.-interrogué esperanzado de que aceptara tomarlo.

-Temo hacerle caer.-murmuró con semblante serio.

-No lo caerás, Jun se agarra con fuerza siempre.-intervino Phoenix para aliviar de tensión el ambiente.

Al fin tomó al pequeño y este lo escrutó con sus enormes ojos, aunque no dejó de estar con el ceño fruncido mientras Hero reflejaba un sosiego especial. Me fijé en las manos del que hasta entonces era mi hijo pequeño, sus manos delgadas y perfectas sosteniendo aquel bebé que a partir de ese instante quedaría vinculado a él por completo. Ya no era un mero formalismo en un papel, sino algo más cálido y demostrable.

-Hero, me llamo Hero.-dijo mientras Jun jugueteaba con sus cabellos que caían sobre sus hombros, ya que había comenzado a dejárselo con un corte más largo y diferente. El pequeño suavizó el rostro y rió.

-Pasa dentro, hay galletas recién hechas.-comentó con una sonrisa dulce mi pareja.

Él lo observó fijamente y después asintió. Iba cargado con su pequeño hermano y yo caminaba detrás orgulloso de mis hijos menores.

Dentro había preparado un suculento desayuno. No comenté con Phoenix que lo traería a desayunar, tampoco que fuera a quedarse un rato junto a nosotros, pero él había sido previsor. Entonces ese aroma dulce a jazmines me hizo girarme hacia la escalera.

Lentamente desde los primeros peldaños bajaba Jasmine. Su presencia se hacía notar allá donde iba. Era elegante a pesar de comportarse como un adolescente, aunque teniendo en cuenta su edad se podía entender perfectamente. Vestía un hermoso pantalón de cuero que se pegaba a sus piernas como si fuera una segunda piel, llevaba una cadena como cinturón y en la parte superior una blusa blanca holgada y abierta que dejaba ver la camiseta purpura que se ajustaba bien a su cintura. Sus cabellos estaban sueltos y caían por sus hombros y espalda, era la viva imagen de la androginia más perversa. Estaba algo maquillado, pero no en exceso. Contrarrestaba con los jeans anchos de Phoenix y su camiseta blanca con la silueta de Tokio impresa en la parte delantera.

-Querido.-murmuró.-No sabía que de algo tan cascarrabia podría nacer la belleza diminuta que hoy nos acompaña.

-Yo también me alegro de verte Jasmine.-respondí y él rió bajo descendiendo con lentitud.

-Recuerda no te arrugues ni agites, te saldrán canas y arrugas.-comentó mirándose las uñas largas y bien pintadas, cada una de un estilo distinto pero en puro contraste de negro, blanco y púrpura.

-¿Quién es?-interrogó Hero observándolo.

-Yo soy Jasmine dios de la moda de esta ciudad.-dijo alzando uno de sus brazos para darse importancia con un pequeño aspaviento. Hizo una pose muy femenina de diva de películas en blanco y negro, poses que sacaba con naturalidad y sin sobrecargar su personaje.

-Antiguo acosador de tu hermano.-chistó bajo Phoenix cerca de Hero y este rió bajo.

-Así que acosabas a Hizaki.-dijo en voz alta mientras él se aproximaba hacia nosotros para tomarlo del rostro.

-Sí, pero he decidido esperar a que crezcas para acosarte a ti.-respondió con un guiño justo antes de dejar un leve beso en su frente.-Encanto desprendes un aura muy dulce.-murmuró antes de tomar al pequeño en sus brazos.-Ven con el tito Jasmine.

-¿No es raro que te llames Jasmine siendo un chico? Es decir, por muy andrógino que seas es extraño ese nombre.-frunció el ceño y luego sonrió.-¿Es un apodo?

-Sí, así es.-respondió sin importar que había sido algo descortés.

-Hero esas cosas no se preguntan.-le reproché antes de ir hacia la mesa donde se encontraba la cafetera desprendiendo un dulce aroma a café recién hecho.

-¿Y quedarme toda la vida con la duda? ¿A caso crees que mi curiosidad se nutre de aire?-había cruzado sus brazos mientras aquellos dos le acariciaban el cabello.

-Tienes un bonito pelo.-dijo Phoenix.-Te ves más grande que en las fotos que suele mirar tu padre, a veces me las muestra y me cuenta tus pequeñas travesuras. Aunque el más inquieto fue siempre Hizaki.

Hero lo escuchaba atentamente, ya que era un chico metido en su mundo que únicamente contemplaba al resto. Su pasatiempo favorito era observar a las personas que caminaban por la calle e inventarse sus vidas, sus miedos, sus triunfos y fracasos. Después hacía pequeños bocetos de viñetas y me las mostraba totalmente orgulloso de ellas. No sé que podía estar carburando su mente cuando miraba a los hombres que estaban a su alrededor. Eran dos perfectos ejemplos de “lo que es no es”. Parecían frágiles, pero sabía que guardaban almas fuertes con cierto aroma de perversión.

-Me gustan tus manos.-murmuró mi hijo tras unos minutos en silencio. Jasmine seguía inspeccionándolo, pero Phoenix se había dispuesto a servir los café y terminar de preparar la mesa.-Me gustan tus ojos.-él rió bajo abrazándolo.

-A mi me gusta tu galantería, eso es lo único bueno que puedes sacar del viejo ogro de tu padre.-comentó de forma burlona, pero era cierto. Mis dotes de galán era lo único bueno que podía sacar de mí, el resto era carácter agrio y casi demoníaco cuando las cosas no iban bien.-Ten cuidado donde bajas tú la bragueta.-añadió.

-¡Jasmine!-le reprochó Phoenix bastante molesto.

-¿Qué? Espero que sea un Casanova, pero sin fallos.-volvió a besar una de las mejillas de Hero.

-¿Conoces a Olivier?-interrogó.

-Sí, lo conocí personalmente en la boda.-respondió tomándolo de la mano para que lo acompañara a la mesa.-Pero lo conozco más por sus proyectos y por lo que cuenta Hizaki de él.

-¿También te agota hablándote de él? A veces pienso que únicamente piensa en Olivier. Aunque prefiero que sea así a que esté su cráneo hueco y lleno de aire.

Hubo unos pequeños momentos de silencio, pero acabamos carcajeándonos sin poder remediarlo. Inclusive el bebé parecía unirse a nosotros, él aún permanecía aferrado al cuello de Jasmine y a su colgante. Conocía la joyería de donde había salido, de donde había sido adquirido con tan buen ojo clínico. Kamijo conocía bien los gustos de Jasmine, sus caros gustos, y me pidió consejo para encontrar una joyería que vendieran piedras de joyería atractivas sin caer en lo vulgar o en la petulancia.

-Tengo hambre.-comentó Hero sentándose en la mesa mientras nosotros nos acomodábamos en nuestros respectivos asientos.

-No he hecho demasiadas galletas, porque tampoco sabía si vendríais. Pero como vino Jasmine me animé a usar la pasta que había elaborado la noche pasada, aún estaba en la nevera tras reposar y bueno el horno hizo su cometido a tiempo.-aún parecían quemar, estaban realmente recién hechas.

Todos desayunábamos a pesar de ser algo tarde, si bien no nos importaba en absoluto. Tampoco importaba el enfrentamiento con las báscula pasadas unas horas o que nos saciaríamos demasiado para almorzar.

-¿Qué haces aquí Jasmine? Últimamente siempre revoloteas por aquí, espero que todo esté bien. Además tenía entendido que os íbais de viaje.-comenté sin más, estaba preocupado por él y por su pareja.

-Sí, de hecho estaré en unas horas en París, con Kamijo. El problema de Hizaki de la otra noche lo retrasó, tuvo que quedarse esperando que alguien se hiciera cargo.-dijo algo nervioso.-Sé que me guarda una sorpresa, así que me ha enviado para acá con uno de sus escoltas.-se mordisqueó el labio inferior.-Dice que si estoy junto a él acabaré averiguándolo y destrozando lo que ha preparado.-luego me miró directamente a los ojos.-¿Qué consejo le has dado?-preguntó de forma directa y paralizante.

-¿Yo? No recuerdo que le haya dado algún consejo.-obviamente mentía, pero mis mentiras siempre parecían ser ciertas.

-No te creo, pero no puedo hacer que digas algo que no quieres.-suspiró.-Quiero saber que me ha comprado Kamijo o qué ha organizado.

-Seguro que te quiere pedir matrimonio.-murmuró mi hijo como si nada.

-No.-dijo dejando su taza en la mesa.-No es eso, porque yo ya he pasado por un matrimonio arruinado y él sufrió demasiado con la muerte de su esposa. No creo que me pida casarnos, hemos sido desgraciados al contraer matrimonio y siempre pienso que el destino lo tiene todo previsto.-murmuró.

Pero no era del todo cierto. Sabía que Kamijo quería pedirle matrimonio. Tal vez retrasó todo porque no estaba todo a punto en París como él había previsto. Era un quisquilloso y a veces tan maniático que podía llegar a ser molesto. Quería que todo fuera perfecto. Era de suponer, no quería que le rechazaran.

Hero se quedó como ausente al escuchar aquello. Creo que la vida que había imaginado de Jasmine, tal vez algo frívola, se había empañado un tanto. Por supuesto, él sabía bien del dolor de un matrimonio roto, a ser sólo un niño. Él vivió mi divorcio con su madre y sabía que algunas imágenes aún eran bastante nítidas.

Phoenix únicamente tomó la mano de Jasmine aquella que tenía libre sobre la mesa, la otra aún sostenía el cuerpo frágil del pequeño Jun.

Yo simplemente tomé aire intentando olvidar la historia que existía tras el nombre Jasmine, todo lo que envolvía exquisitamente su historia de terror. Todos teníamos un pasado oculto, siempre lo he dicho y lo reitero, y algunos tienen momentos demasiado escabrosos que no deben ser recordados. ¿Para qué avivar todo? ¿Para qué un dolor innecesario? ¿Para qué?

-Debo irme.-dijo Jasmine levantándose de la mesa tras mirar su móvil.-En una hora embarcamos, yo pasé a despedirme de Phoenix.-comentó girándose para besar la mejilla de Hero.-Cuídate mucho pequeño y vosotros también.-dejó a Jun dormido en los brazos de Phoenix y caminó hacia la puerta.

-Espera, te acompaño.-dije intentando ser caballeroso, a pesar de que aún no terminaba de perdonarme.

-No, yo puedo ir solo.-respondió girándose con una sonrisa que a veces parecía ser perenne en su rostro.

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt