Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 10 de noviembre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XXXIV)


-¿Qué miras?-preguntó.

-Tú, Jasmine y Olivier tenéis más instinto maternal que muchas mujeres.-frunció el ceño cuando escuchó eso.

-¿Me ves mujer tú también? Un día Atsushi me pondré dos grandes implantes, así cumplo tu fantasías.-reprochó.

-Ya las cumples cuando te pones de colegial.-murmuré con media sonrisa en mis labios y él simplemente se sonrojó.

-¡Atsushi!-gritó en un agudo muy típico de él.

-¡Phoenix!-respondí con una leve carcajada.

-¡No te burles!-masculló girándose para seguir dándole la leche al pequeño.

-No me burlo.-dije tomándolo por la cintura.-Jamás me podría burlar de ti, tan sólo digo una hermosa y erótica verdad.

-Atsushi.-susurró con las mejillas adornadas por un leve rubor.

Nuestro hijo nos observaba fijamente aferrado a él. Yo simplemente sonreía acariciando sus cabellos con una de mis manos, la otra seguía en la cadera de Phoenix. Cada vez crecía más, como también el amor que yo sentía por él y por mi pareja.

-Termina de alimentarlo.-murmuré.-Voy a llamar a Hero y después podemos tener una noche para los dos.-mascullé en su oído y él se ruborizó aún más.

Me aparté de ambos y salí de la cocina agarrando una de las manzanas del frutero, no era mi fruta favorita pero sí de las que allí se encontraban. La fui mordisqueando escaleras arribas hasta llegar a mi móvil y marcar el teléfono de mi antigua residencia. Me senté en el sillón giratorio dándole una mordida más a la manzana.

-¿Aló? Casa de la familia De la Rosa.-era la voz de Clara, de ello no había duda.- ¿Atsushi? ¿Eres tú? Hijo, es tu número habla.-yo intentaba pasar la manzana mientras sonreía.

-Sí, soy yo.-respondí.-Perdona, intentaba pasar el trozo de manzana de mi boca.

-Cuando se llama por teléfono no se come.-me riñó como si fuera un niño, aunque para ella yo seguía siendo su niño.

-Ya no soy un crío.-dije algo molesto.

-Te comportas como tal aunque ya seas abuelo.-comentó.- ¿Cómo está Miho?-susurró quizás para que Clarissa no la escuchara preguntar por mi hija.

-Molesta con el embarazo, recuerda que vienen dos, algo testaruda y fastidiosa con el padre pero es normal. Las embarazadas se comportan de forma extraña en los últimos meses, después del parto se vuelven como pequeños gatos zalameros.-dije mirando la manzana.

-Es normal que esté así, además no se lo esperaba y es joven. La entiendo demasiado bien, tal vez vaya a verla porque Hizaki me dio su dirección.-ya comenté con él que se la diera, que le haría ilusión y por su tono de voz parecía que realmente le hacía sentirse feliz por ello.

-Sí, yo mismo le dije a Hizaki que te la pasara pues él la ve más y te ve más. Desafortunadamente para mí no puedo verte, o tal vez afortunadamente porque aún recuerdo tus golpes en la nuca.-me sobé levemente el cuello y reí bajo.

-Te tengo algunas reservadas, créeme.-comentó como si nada, imaginándomela mirándose las uñas de esas manos tan curtidas por el trabajo y por la edad.

-Sé que siempre me tienes unas guardadas para momentos importantes.-comenté riendo bajo.

-Espero esta vez poder ir a tu boda.-murmuró.

-Ya, pero sé que te duele venir invitada ya que tú también aprecias a Clarissa.-comenté.

-Sabes que siempre he pensado que ella era la mujer de tu vida, que hacían buena pareja, y sí aprecio a Clarissa a pesar de que en ocasiones choquemos.-su voz parecía cargada de dolor, tal vez lástima porque acabáramos mal.

-¿Cómo estás?-pregunté intentando evitar terminar en el tema de siempre.

-Con achaques, ya estoy en edad de jubilarme pero antes quiero ver crecido del todo a mi pequeño Hero.-rió bajo.-Pero en parte no estoy bien, el hijo de una amiga mía está mal. Atsushi es un niño problemático y ha perdido totalmente el raciocinio.

-¿Qué ha sucedido?-quería saber qué pasaba, tal vez podía ayudarla.

-Tiene a penas quince años, los cumplió a finales de Agosto, y ya trafica con droga a pequeña escala.-parecía costarle hablar, incluso creo que comenzó a sollozar.-Se droga, amanece alcoholizado y golpea a todo lo que se pasea frente a sus ojos. Mi amiga ya no puede más, ya no puede más.-susurró.-Intentan todo con él, pero nadie puede hacer nada. Es menor de edad, las leyes no están bien a nivel nacional y sabe que hasta los dieciocho puede hacer cualquier cosa con casi total impunidad.-mascullo con la voz tomada por completo, los sentimientos se apoderaron de ella.

-Tranquila.-comenté.-Intentaré hacer lo posible con mis contactos. Mañana me pasaré por casa, hablaremos de todo esto. En sí quería hablar con Hero por si tiene la tarde libre o si puede hacerle hueco a un padre arrepentido de no poder asistir a su cumpleaños.-dije en un susurro lo último, me avergonzaba perderme el cumpleaños de mi hijo.

-Claro, ahora mismo le aviso ya que está dibujando algo.-dejó el auricular en la mesita, pude escuchar ese leve golpe contra la madera y sus pasos dirigirse hacia la escalera. “¡Hero! ¡Papá al aparato!” me pareció escuchar mientras sus pasos se alejaban.

Esperé tan sólo un minuto, no más. Mordisqueaba la manzana terminándola y arrojándola a la papelera.

-¡Papá!-era inconfundible su vitalidad, también porque era el único de mis hijos que así me llamaba si no contaba con Jun.-¡Ottosan!

-Hola Hero.-dije con una sonrisa en mis labios.

-¿Vas a venir al fin?-interrogó nervioso.

-No, pero pienso ir a verte mañana.-respondí rápidamente.

-¡Bien!-gritó.-Salgo de clases de pintura a las seis.

-No, tendrás que perderte la clase de pintura. Pienso ir cuando salgas de clases y pasar todo el día juntos.-deseaba presentarle a Phoenix y ver como se lo tomaba, también quería que conociera Jun como se debía.

-¡Vale! ¡Sólo si comemos en el Mc Donald!-aquel maldito restaurante le atrapaba como un imán.

-Vale, pero los regalos los haré llegar el día del cumpleaños con Hizaki. Es más, he mandado enviar todo a su apartamento. Así que no me pidas regalo mañana, los regalos en su día.-quería mentirle, tenía una cosa pensada para regalársela antes de tiempo.

-Eres cruel.-masculló.-Pero puedo ir al apartamento de Hiza y hurgar, también al de Miho por si el muy tonto lo deja donde ella.-reí al escuchar aquello.-¿Qué?

-Nada, tan sólo me alegra verte así.-comenté bastante distendido.

-¿Atsushi?-era la voz de Clarissa.

-Buenas tardes Clarissa.-susurré quedándome serio.

-Deberías venir a la fiesta, no hay nada que te lo impida.-murmuró.

-Ya lo sé, lo sé. Pero creo que este año prefiero algo tranquilo con él. Así tendré tiempo de retenerlo unas horas, conversar de cosas de chicos y poder disfrutarlo sin verlo agitado por los dulces y por los amigos.-era un motivo, el otro claramente era ella. Supongo que no era estúpida y se había percatado de todo.

-De acuerdo, cuídate.-susurró.-Te paso con Hero.

-¡Papá!-gritó de nuevo eufórico.-Mañana te mostraré las cosas que he pintado y el regalo que le he hecho a Oly, pero a Hiza no se lo mostré y no se lo puedes decir.

-De acuerdo, te tengo que dejar ya.-dije mirando a Phoenix en la puerta del despacho con una sonrisa leve en sus labios.

-Sí, te quiero papá.-murmuró.

-Y yo a ti.-colgué y miré fijamente a mi pareja allí detenido como si nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo tambiem mori... Atsushi se ve tan precioso como antes.

Como estas?

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt