Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 13 de noviembre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XXXVII)

Sí, este SCAN es actual y lo ha puesto a disposición de todos y todas IMAIJJU. Es increible como este hombre rejuvenece en vez de envejecer.





-No, ella es algo distante con Hero para que no le duela el día que termine por completo apartada de su vida. Hizaki la expulsó de su adolescencia y fue un golpe duro para ella. Creo que sabía cosas de él porque yo se lo contaba. Sé que se arrepiente terriblemente de haberlo corregido de esa forma, ahora Hizaki es un joven que parece seguro pero es sólo una fachada.-él se recostó mientras contaba todo eso, me acariciaba el rostro y yo a él su cabello.

-Hay que llevarlo al pediatra.-esa fue su única respuesta.

En la mañana siguiente él se dedicó a buscar psicólogos infantiles por Internet, además leyó varios foros donde había madres y padres con el problema. Hablaban no sólo del mal comportamiento del bebé, sino de los consejos de los psicólogos y su experiencia con ellos. Yo lo dejé buceando en ese extraño mundo de chupetes y biberones, para arreglarme y buscar a Hero.

Me puse mis jeans de Armani, de la última temporada otoño-invierno, que compré por Internet y cuando los tuve puestos simplemente sonreí. Amaba la ropa y esos me sentaban demasiado bien. Como el tiempo estaba cambiante tuve que sacar la cabeza por la ventana para notar si era conveniente algo más abrigado, pero era una mañana templada y una camisa blanca con una chaqueta a juego con los jeans iría bien. Todo era de Armani, salvo la palestina que me coloqué de tonos negro y gris. Estuve un par de minutos ante el espejo observándome, parecía más joven que cuando vivía con mi ex. La nota hacía mucho, aunque también la vida más relajada.

Terminé marchándome a por mi hijo a eso de las diez de la mañana, fui con un café en el estómago y una tostada. No quería comer demasiado, porque desayunaría con él. Al llegar a casa él ya estaba levantado desde hacía horas, supongo que esperaba tanto como yo tener unas horas a su lado.

-¡Papá!-gritó bajando por la escalera y me abrazó.

-Hola Hero.-dije revolviendo sus cabellos.-¿Me esperas un momento? Tengo cosas pendientes con Clara.-comenté con una sonrisa leve y él asintió marchándose hacia las escaleras.

-¡Yo voy a ir a por lo que tengo que enseñarte!-gritó a viva voz pasando por el lado de Clarissa.

Ella parecía despampanante con ese traje negro impecable, una gabardina gris algo más larga que el vestido y abierta, esos tacones altos de aguja… toda una dama de alta sociedad y una fiera en los negocios, eso era. Parecía taladrarme con su mirada llena de recuerdos y sobretodo esa elegancia implícita en sus movimientos. Su cabello estaba suelto y algo ondulado, sus ojos y pómulos levemente maquillados.

-Dijiste que vendrías y lo has hecho.-comentó.-Me alegra que Hero no se lleve una desilusión.

-Sí, pero antes tengo que hablar con Clara.-ella estaba a mi lado, me había abierto la puerta y estaba allí nerviosa esperando la conversación que se avecinaba.

-¿Por lo del chico?-interrogó colocándose aquellos pendientes algo largos, pero no demasiado. Se los había regalado yo un día cualquiera, creo que fue tras uno de mis primeros escarceos. Me sentía tan despreciable, tan imbécil, que se lo compré para acallar mi conciencia.

-Sí, así es.-respondí.

-Atsu tiene que ayudarme y usted también, ambos.-estaba muy inquieta.

-Calma, yo veré que puedo hacer.-comenté con una sonrisa leve para luego besar su frente. Ella sonrió de forma dulce, siempre lo hacía.

-Yo debo de marcharme, tengo una reunión importante y no quiero llegar tarde.-comentó.-Clara si no te importa, y no le importa a Atsushi, cuéntame en qué habéis quedado y yo intentaré lo posible para hacerlo más factible.-miró el reloj de su delgada muñeca y el sonido de sus tacones golpearon el mármol de la sala.

-Claro, no me importa y cuanto más ayuda tenga la amiga de Clara mucho mejor.-comenté quedándome con los ojos fijos en ella, hasta que cerró la puerta.

-Sigue atrayéndote y ella sigue arreglándose más de lo común cuando sabe que os vais a encontrar.-suspiró.-Vamos hijo, tengo que contarte demasiadas cosas y hay poco tiempo.

-No es cierto.-me quejé aún a sabiendas que lo que decía ella era bastante notable.-Es innegable que atrapa con su clase y elegancia, pero yo no daré marcha atrás en lo que siento y en lo que he hecho.-respondí caminando a su lado hasta la cocina.

-Donde hubo fuego siempre hay cenizas, pequeñas llamitas que avivan y se apagan continuamente.-dijo dándome una leve palmada en la espalda mientras me indicaba que me sentara en un banco de la cocina.

La cocina estaba vacía, el resto del servicio estaba de compras en los supermercados y tiendas. Ella siempre estaba en casa, cuanto más tiempo pasaba más reacia era a salir y pasear. Decía que el frío se metía en sus huesos y que ya no era agradable caminar entre estúpidos sin educación. Mi madre simplemente le hubiera dado la razón, como así se la daba Clarissa.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt