Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Dark City - capitulo 11 - Nuevos Aires (XLIII)


“Tu padre está tan orgulloso de ti y de tus hermanos que olvida en ocasiones que hay más temas para hablar, pero a mi me gusta porque así os voy conociendo poco a poco. Hero, espero que puedas desarrollar todos los bocetos que desees en los bloc y que el jersey te abrigue bien en los días de invierno.

Phoenix”

-Phoenix.-murmuró.

-Juro que no sabía que tu regalo estaba donde el anticipado.-susurré sentándome en la mesa del escritorio.

-Me siento mal.-masculló.-Me he comportado horrible.

-No, es normal.-dije tomándolo del rostro.-Te sientes intimidado, extrañado y sobretodo impotente porque lo que conocías hasta el día de hoy ha cambiado. Ves que es imposible que tu madre y yo volvamos a compartir algo más que recuerdos, hijos y ciertos momentos.-me incliné para besar su frente mientras acariciaba sus cabellos.

-Pero Phoenix no es malo, sin embargo siempre deseé despreciarlo al verlo.-lo estreché cuando dijo aquello.-Pero al verlo hoy no pude, entiendo porqué te gusta.-sonreí al escuchar sus palabras, parecía comprender.-Desprende una luz especial, como la de mamá.

-¿No crees que deberías bajar para darle las gracias?-pregunté apartándolo de mi pecho, donde se había hecho un pequeño ovillo.-Seguro que está esperando un fuerte abrazo.-murmuré con una sonrisa mientras le observaba manteniendo su mirada de forma firme.

-¡Sí!-dijo tomando mi caja de dulces para bajar precipitadamente por las escaleras.

Me quedé en el despacho riendo bajo. Me sentía aún más orgulloso de él. Era un niño, seguía siéndolo, a pesar de que bordeaba la adolescencia y pronto dejaría de ser mi pequeño. Pero era un niño fuerte, inteligente y dulce. Él también desprendía esa luz de la que tanto hablaba.

Mi gato se apoderó del papel de envolver. Saltaba sobre aquel papel y lo mordisqueaba, para después quedarse absorto con el lazo de color azul oscuro. Maullaba y ronroneaba a la vez, mientras su inquieto rabo no paraba de moverlo como pequeño banderín victorioso. Al tomarlo en brazos me maulló con fuerza, sin embargo no hizo nada más que apoyar su cabeza en mi pecho y quedarse encantado entre mis brazos.

Decidí descender al piso inferior, allí estaban ambos riendo y jugando con el pequeño. Yo llevaba a Cheshire en mi regazo, acariciándolo lentamente, con una sonrisa en mis labios. Me senté de nuevo en mi sofá favorito y quedé contemplativo con las escenas que ambos me regalaban. Parecían compenetrarse bien, inclusive parecían hermanos en vez de padrastro e hijastro. Me di cuenta que envejecía y él seguía siendo joven, de nuevo volvieron mis miedos pero los rechacé con facilidad.

-¡Gato!-gritó Jun moviendo sus bracitos mientras se intentaba levantar. Caminó hacia mí mirándome fijamente, más bien mirando fijamente lo que llevaba entre mis brazos.-¡Gato!

-Al fin lo dices bien.-murmuré inclinándome para que observara al felino que ronroneaba apaciblemente bien pegado a mí.

-Gato.-murmuró abriendo un poco más aquellos enormes ojos rasgados cargados de ilusión y curiosidad. Sus pequeñas manitas habían acabado apoyadas en mis rodillas y sus labios se entreabrían dejando ver aquellos pequeños dientecillos que poco a poco iban apareciendo.

-Papá ¿yo era así cuando bebé?-pregunto Hero contemplándonos desde lejos.

-No, este terco hombrecillo se parece más a Hizaki que a ti.-comenté.-Igual de orgulloso, de curioso y sobretodo de posesivo.

-Pobre.-murmuró.

-¿Por qué?-interrogó Phoenix sin entender bien de qué se lamentaba.

-Porque será tan idiota como mi hermano.-suspiró con un rostro cargado de pesadumbre.

No pude controlar mis carcajadas, ni Phoenix pudo con las suyas. Su visita había añadido a nuestras vidas un poco de paz. Tal vez porque ya no había ningún impedimento para que mi hijo viniera a mi lado, para que pudiera pasar algún tiempo conmigo en vacaciones y poderlo disfrutar. Las heridas iban cerrándose, el dolor evadiéndose al fin.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt