Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 13 de enero de 2010

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (XLI)


-Más quisiera.-respondí.-Hace unos diez años se enamoró de una chica de diecisiete, no le importó nada y luchó por tenerla a su lado. Temía la reacción de los padres de ella, a penas había cumplido esa edad y por una vez estaba enamorado.-reí bajo porque me causaba gracia que alguien pensara que cualquier chica de diecisiete tiene la cabeza asentada. No la tienen ni a los veinte. Pero no sólo las mujeres, sino todos. Hasta que no cumplimos al menos el cuarto de siglo no aprendemos de errores ni somos maduros para afrontar algo tan fuerte como el amor. Por eso temía por Hizaki y por Miho, pero ellos parecían creados con otra pasta.-El muy imbécil pensó que una niñita de esa edad tiene la mente amueblada y se hizo tontas esperanzas, lo peor es que ella le fomentaba todo lo que imaginaba. Incluso se puso en contra de su padre para poder vivir en un sitio fijo, otro trabajo menos peligroso y con más tiempo libre. Deseaba casarse con ella y mil tonterías más.-me senté de nuevo en mi sofá y clavé mis ojos en ella.-Una mañana la vio besándose con otro, diciéndole lo mismo que le había dicho a él... un tio más joven y con más dinero, supuestamente más dinero. Bueno la mocosa no sabe quien es Mario y tú tampoco... Mario no es un muerto de hambre, es el hijo de un magnate y una de las mayores fortunas de Italia. Si está aquí es porque su padre lo quiere alejar de cualquier tontería como buscarla. Ya se sabe lo que puede hacer uno si tiene tiempo libre, así que el dinero le llega con cuenta gotas y tiene que aceptar trabajos como el que contigo realiza.-hice un inciso y suspiré.-Follar no, lo otro.

-Por eso ese tema me lo esquivaba.-dije bajo.-Pobre.-toda mujer diría eso, pobrecito desgraciado. Pero en realidad, lo era.-Aún sigue afectado y eso es entendible.-cruzó los brazos con la mirada perdida.-Sólo espero que lo de hoy no haya sido para olvidar.-levantó sus ojos y me miró.-Creo que me sentiré peor que contigo.-sonrió aunque de forma amarga.

-No creo que se acueste contigo para olvidarse de eso, se acuesta con una cada día.-comenté dándole un sorbo al café.-Aunque jamás con una que tenga que cuidar, no suele involucrarse con las personas o al menos eso me dijo Kamijo.-la miré directamente a los ojos.-Es un hombre adulto, aunque no lo parezca.

-Que alivio no ser una de las "diarias" ¿eh?.-aquello era su gran sarcasmo, lo había echado en falta todos aquellos años lejos de ella.-Soy una tonta por no haber detenido todo pero...-me miró de forma reciminatoria.-¡Todo es culpa tuya Atsushi! ¿¡Por qué tenías que conseguir un guardaespaldas como él!?.-exclamó dando tirándose sobre mí para golpear mi pecho.-Eres malvado conmigo.-hizo un leve puchero que me recordó a las veces que escondía los dulces que le llevaba como regalo.

-Porque le han disparado como diez veces y no ha muerto, parece inmortal.-comenté con una media sonrisa.-Además es amigo de Kamijo, tiene pocos amigos y los que son merecen la pena.-lo decía por parte de Mario, Kamijo era mucho más sociable.-¿Te gusta? ¿Es eso?

-Ah... ¡No! No me gusta ¿Qué clase de pregunta es esa?.-intentaba disimular, pero era patética para ello. Era una persona trasparente y podía leer a través de sus huesos hasta su alma.-Pudiste haber conseguido uno de esos... gorilas que sueles traer...

-Si te lo has tirado es que te gusta.-comenté recostado en el sillón, tenía la espalda completamente pegada.-Megumi si te gusta no tienes nada por qué decir no, si pasa otra vez claro.-aunque me mataba tener que permitir que otro tuviera a Megumi. No quería que le hicieran daño, y mucho menos que yo estuviera enterado. Controlaría esa relación, de amistad o algo más, aunque me fuera la vida en ello. Aún estaba sentada junto a mí y eso me hizo poder permitirme el lujo de acariciar sus cabellos.

-Supongo que tienes razón, pero no me lo tiré.-lo dijo tan bajo que fue casi imperceptible mientras se levantaba e intentaba poner en orden sus pensamientos.

-¿Eres de ese porcentaje de mujeres que escuchan un acento italiano y se pierden?-pregunté con una leve broma, supongo que así encajaba mis derrotas.-Megumi ¿dónde está? Seguramente te has escapado de su lado para venir aquí, te conozco bien.-me levanté para tomar unas cuantas pastas de un pequeño jarrón done guardaba mis golosinas, siempre las tenía lejos de Phoenix... pues él lo acabaría todo porque era un amante de las golosinas.-¿Quieres una? son pastas de chocolate y menta.-comenté con una sonrisa leve.-Antes te gustaban

-Atsushi Sakurai, para que lo sepas, mis gustos de cuando nos conocimos no han cambiado.-se giró hacia mí y me reí.-Sigo buscando a alguien que me escuche, entre otras cosas.-suspiré al escuchar aquello, seguía siendo una princesita buscando un príncipe azul.-Sólo dejémoslo en que no, no soy del porcentaje que se desvive por un acento italiano... Pero tengo que admitir que Mario no es feo. Supongo que extrañaba que me tratasen con caballerosidad.-tomó una de mis pastas mordisqueándola lentamente, aún con las ideas revueltas.

-Te trata con caballerosidad porque son sus genes, ya me habló Kamijo de su padre.-era un hombre metido en la mafia, pero se desvivía por su mujer y su familia. Si bien él quería alejarse de todo eso y vivir una nueva vida... de una nueva forma.-Pues ahora sabes porque te llamé idiota, pero más idiota es él ya que de ti no puede huir.

-Tal vez todos somos idiotas.-dijo sentándose cómodamente a mi lado.-Idiotas por no querer separamos de alguien.-volví a dejar leves caricias en sus cabellos, era una pequeña manía que únicamente tenía con ella. Realmente la veía como alguien desprotegido, como si fuera mi hermana de alma.-En mi caso no quiero que Mario se marche porque, como ya dije, al menos ya tengo a alguien que me escuche.-sonreí cuando dijo aquello.-Supongo que él también necesita a alguien así.-susurró.-Aunque siempre esté con su diccionario.-rió bajo por ello.-Ademas, ya sabes que se me da bien el aconsejar a melenudos.-dio un leve golpe en mi hombro y reí bajo junto a ella.

-Muy graciosa.-murmuré tomando una de las chocolatinas para terminar cerrando el bote.-Sabes que siempre puedo escucharte, ahora tengo más tiempo que antes y pienso que debería de acercarme más a los que han formado parte de mi vida... y que aún quieren formar parte de ella.

-Lo sé Cheshire, lo sé.-dijo con un ademán de su cabeza.-Pero seamos sinceros y aunque te moleste, ya no eres el de antes. Ya no te puedes alterar como antes, así que por mi parte ya no te daré problemas. Pero al menos podríamos ir juntos para que compres más cosas a tus otros nietos. Acuérdate abuelito, que no sólo tienes un nieto.-dijo pellizcándome la mejilla.

-¿Quién te ha dicho que no me puedo alterar?-interrogué.-Si vieras los incompetentes que tengo dirigiendo mis empresas... los odio, son inútiles.-mascullé y di una mordida a aquella golosina.-Debo de ir a comprarle algo a Jun, ya tiene un año y la ropa cada vez le queda más pequeña... es peor que tú. A veces me pregunto si eres su verdadera madre.-reí bajo.-Tienes que ponerlo delante del armario que tiene y empieza a pedir que saques todo... al final se queda con la misma ropa y llora si se la vas a sacar.-tenía demasiada influencia femenina y no tan femenina, porque Jasmine no era una mujer precisamente ni Olivier.-Lo peor es como lo consiente el novio de mi hijo... esa maldita ropa que le regaló lo tiene fascinado... y es posesivo, tozudo y maniático... bueno pero eso son dones de los Sakurai.-comenté mirándola a los ojos.-Si quieres puedes esperarme un par de minutos, me pongo algo decente y vamos.

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Lestat de Lioncourt