Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 12 de enero de 2010

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (XL)


Suspiré intentando tranquilizarme y entonces vi como entraba tan campante la perra en casa por el otro lado del jardín. Se había soltado, no sé como, porque no llevaba el collar y se paseó como si nada.

-¡No! ¡Fuera! ¡Fuera!-grité levantándome y ella salió corriendo hacia el jardín.-Maldita sea, se me olvidó cerrar las cristaleras que dan al jardín y pensaba que ese maldito chucho estaba atado.-murmuré mirando el suelo lleno de barro.-Por favor dime qué ha pasado, aunque me imagino que ha sido o una discusión o sexo.-dije maldiciéndome interiormente, pues el suelo era delicado.

-Lo último.-aquello fue mi sentencia de muerte. Es gracioso sacar punta al sexo de otros, burlarme descaradamente de ello, pero no lo es cuando se vuelve real. Lo que había iniciado como un simple juego de palabras se había vuelto palpable.-Aunque, ahora que lo pienso, mi "yo pasada de copas" infirió en que pasará lo que pasó en la mañana.-alcé una de mis finas cejas y di un buen trago al café intentando pensar, ponerme en un papel que no fuera protector con Megumi. Sin embargo, esa mujer siempre me hacía terminar comportándome como si fuera su padre.- El alcohol no tuvo nada que ver, los dos lo hicimos en un estado de...-se quedó pensativa y yo recordé por momentos la noche en la que concebimos a nuestra hija, ella había bebido más de la cuenta y yo sólo había tomado un par de cervezas. Eso no podía tumbarme, ni alegrarme, tan sólo me quitaban un poco de amargura a la despedida.-Conciencia.-terminó diciendo entrecerrando aquellos magníficos ojos de niña perdida. Sí, creo que más que celos en mí se activaba protección. No la había cuidado en años y empecé a no desear que si quiera una mota de polvo cayera sobre su pelo.-Así que no, no se aprovechó de mí.-dijo muy segura.-pudo, pero no lo hizo.

Sentía que se metían en mis posesiones de nuevo, pero ella no era mía y tenía que aprender que el pasado era el pasado. No era mía, no era una chiquilla, no era algo que me incumbiese y que tuviera que proteger con la vida. Pero, era la madre de mi hija, mi única hija.

-Aja.-comenté.-Puto rokero.-mascullé.-¿Y qué? ¿piensa huir a las Bahamas?-interrogué esperando respuesta. Pues ese no podía estar en un lugar más de dos noches después de acostarse con una mujer y tener algo más, alguna relación más. Huía de todo lo que podía sonarle a compromiso o amistad. Kamijo me había contado sus obras y milagros, además del miedo que acrecentaba a su padre de tener herederos regados por medio continente.

-Yo no voy a huir, no ahora que Miho esta embarazada.-no había entendido que quien huiría era otro.-Simplemente me mantendré al margen.-dijo aquello sin titubear ni una vez.-Ademas de que... no está en mis planes tener algo con alguien, no ahora que puedo ser cantante o modelo.-sabía de sus planes, a veces me enviaba email sobre proposiciones de contrato que quería que mirara. Veía las ofertas que caían de la nada, pero algunas no me agradaban por lo mal pagadas que eran. Así que no dudé en decirle en más de una ocasión que la ayudaría, fuera lo que fuera lo haría.-Mi tiempo libre será ahora para mis nietos y lo que podría ser mi carrera.-me miró a los ojos rogándome, sabía que esa mirada me hacía perder la razón y caer en sus súplicas.-No quiero que Kamijo o tú le reclamen algo, no tienen porque hacerlo.

-Es un desgraciado.-repliqué.-Y tú estúpida.-comenté.-Esto no te conviene ni a ti ni a él. No lo digo por como pueda repercutir ahora o en un futuro, sino por todo.-mascullé levantándome mientras daba un sorbo de café.-El que puede huir es él, claro que no es un irresponsable así que se quedará donde está. Pero no será bueno para él, dudo que lo sea.

Tal cual solté aquello me dio una buena bofetada. Las bofetadas que siempre daba a los que intentaban conquistarla, esas que tanto me dolía ver y que jamás recibí. Me había golpeado por primera vez. Mi mejilla sintió en ese mismo instante calor, mucho calor, y mi orgullo una extraña sensación.

-En tu vida vuelvas a llamarme así.-dijo con los brazos en jarra levemente inclinada hacia mí.-Porque claro, aquí tenemos a don perfección.-aún no salía de mi asombro cuando me dio un golpe bajo.-Que su antiguo matrimonio lo terminó de la forma más pacifica y tranquila ¿verdad?-no sabía como rebatir su furia, intentaba concentrarme y sacar algo de valor para reclamar su acción.-Supongo que un sexo ocasional te vuelve eso ¿no?.-interrogó mirándome a los ojos con los suyos llenos de furia femenina. Lo peor que un hombre puede echarse a la cara es una fiera por domar, una mujer con agallas, y que no tiene el menor inconveniente de cruzarte la cara y plantarte donde debes. Eso era lo que me gustaba de ella, eso y que se dejaba proteger por mí a pesar que ella solita podía hacerlo.-Me voy.-dijo girándose para ir hacia la puerta con pasos firmes.-No sé para que vine contigo.-masculló.-Pensé que al menos me dirías que hacer para no emocionarme porque un hombre como Mario me ve atractiva.-decía aquello mientras intentaba calzarse sus botas.-Me ve como mujer y no como objeto.

-¡Quien dice que no te veo así!-grité furioso.-¡Y si te llamé estúpida es porque se hombre lleva años mal por culpa de una mocosa! ¡Corre! ¡No me escuches!-mi gato bufaba asustado tras una de las lámparas...-No sé para que abro la boca.

Aquello me salió sin más. Creo que Mario era parecido a mí, pero con ese toque de estupidez que podía tener Yutaka. Amaba a una mujer, la idolatraba, a pesar de que lo abandonó y no supo más de ella.

-¿Qué? ¿De que estas hablando?.-preguntó con tono de sorpresa, pero era normal que no lo supiera. Mario, según Kamijo, era algo reservado y no solía contar aquella vieja historia. Dejó las botas y se volvió hacia el salón nuevamente, caminando como aturdida.-¿Como que por una mocosa?-su mirada se enturbió, pude notar que algo dentro de ella se movió y que una decepción intensa se estaba carcomiendo su pequeño momento de mujer fatal.-¿Tiene pareja?-susurró dudosa y aturdida.

-Más quisiera.-respondí.-Hace unos diez años se enamoró de una chica de diecisiete, no le importó nada y luchó por tenerla a su lado. Temía la reacción de los padres de ella, a penas había cumplido esa edad y por una vez estaba enamorado.-reí bajo porque me causaba gracia que alguien pensara que cualquier chica de diecisiete tiene la cabeza asentada. No la tienen ni a los veinte. Pero no sólo las mujeres, sino todos. Hasta que no cumplimos al menos el cuarto de siglo no aprendemos de errores ni somos maduros para afrontar algo tan fuerte como el amor. Por eso temía por Hizaki y por Miho, pero ellos parecían creados con otra pasta.-El muy imbécil pensó que una niñita de esa edad tiene la mente amueblada y se hizo tontas esperanzas, lo peor es que ella le fomentaba todo lo que imaginaba. Incluso se puso en contra de su padre para poder vivir en un sitio fijo, otro trabajo menos peligroso y con más tiempo libre. Deseaba casarse con ella y mil tonterías más.-me senté de nuevo en mi sofá y clavé mis ojos en ella.-Una mañana la vio besándose con otro, diciéndole lo mismo que le había dicho a él... un tio más joven y con más dinero, supuestamente más dinero. Bueno la mocosa no sabe quien es Mario y tú tampoco... Mario no es un muerto de hambre, es el hijo de un magnate y una de las mayores fortunas de Italia. Si está aquí es porque su padre lo quiere alejar de cualquier tontería como buscarla. Ya se sabe lo que puede hacer uno si tiene tiempo libre, así que el dinero le llega con cuenta gotas y tiene que aceptar trabajos como el que contigo realiza.-hice un inciso y suspiré.-Follar no, lo otro.

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Lestat de Lioncourt