Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 8 de enero de 2010

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (XXXVII)


Sus manos se aferraban con fuerza a mis brazos y tiraban leve de mi ropa. En aquellos momentos me di cuenta de lo frágil que era, ya que su ropa daba un aspecto más voluminoso a su cuerpo. Era delgado, pero no llegaba a serlo excesivamente, y su piel era más suave de lo que aparentaba. Se había derrumbado frente a mí, dejando cualquier muro y reticencia.

Siempre he escuchado que los hombres para ser hombres deben mentir en sus sentimientos, ahorrar sus lágrimas y permanecer fuertes. Una gran tontería, porque llorar no nos hace más débiles sino más libres. Demostrar quienes somos y lo que sentimos nos acerca más a quienes amamos. Él con aquel gesto se estaba desnudando ante mí, demostrándome sus miedos más allá de un par de palabras.

-Atsushi.-susurró apartándose un poco.-Gracias.

-Simplemente lo necesitabas.-dije acomodando su abrigo.

Minutos después estábamos en el coche y cambié la radio por algo de rock, más acorde a mí. Una música increíble, tachada por otros como infernal, transformó el ambiente del vehículo. Según el chico que llevaba la radio se trataba de Crashdiet, con su antiguo vocalista ya fallecido. Riot In Everyone era la canción y me recordaba al punk-rock de los ochenta con influencias metal. Kamijo me miró de reojo cuando me quedé tranquilo en mi asiento con una sonrisa en mis labios.

-Quien diría que tú eras el hombre centrado de hace unos años.-murmuró.

-Cállate mocoso y escucha.-dije entre carcajadas.

Airbourne contraatacó segundos después con claras influencias AC/DC. Todo el coche se llenaba de rock de cualquier estilo, más duro o menos. Disfrutaba de aquel recorrido y Kamijo simplemente resoplaba bajo. Sin embargo, podía entenderlo. Yo era un salvaje y él un sibarita. Megadeth, W.A.S.P., Skid Row, Queen, Rolling Stones mezclados con bandas jóvenes que iniciaban la carrera hacia la inmortalidad de sus nombres, como tantos otros.

-¿Será cierto que los rockeros nunca morís?-interrogó alzando una de sus cejas rubias.

-Será, yo aún sigo vivito y coleando.-respondí notando que llegábamos a la zona residencial donde vivía.

Nada más apearme del vehículo Phoenix salió de la casa correteando hacia la verja, la abrió y me miró frunciendo el ceño. Estaba molesto conmigo, seguramente porque no dije donde iba. Aún mi amigo no se había marchado, esperaba la despedida y sabía que no podríamos alargar más nuestras conversaciones.

-Hasta luego Kamijo.-dije despidiéndome de él, él tan sólo levantó la mano en señal de despedida.

-¿¡Se puede saber dónde has estado!? ¿¡Dónde habéis estado!?-empezó a zarandearme, para luego abrazarme dejando que sus nervios se demostraran con sus lágrimas.

-He ido a dar un paseo.-susurré acariciando sus cabellos mientras teníamos de fondo los ladridos de la perra.-Me perdí, no conozco bien el barrio y terminé demasiado lejos, entonces llamé a Kamijo.-lo aparté de mi pecho y tomé su rostro con mis manos.-Fuimos a por Mario, el hombre que se encargará de la protección de Megumi de forma cercana.-aparté algunos mechones de sus cabellos que caían sobre su frente y sequé sus lágrimas.-Almorzamos después de llevar a Mario a su nuevo hogar, para luego venir hacia aquí.

-¿Por qué no me contestaste las llamadas?-preguntó nervioso.

-No recibí llamadas.-contesté buscando mi móvil en mi chaqueta y al sacarlo me di cuenta de que se había apagado.-Se apagó, tal vez las baterías o el frío lo apagaron.

-Estaba preocupado.-masculló.

-No, estabas celoso.-respondí y él agachó de inmediato su cabeza.-Pensabas que estaba con Yutaka, seguro.

-Lamento haber pensado mal.-murmuró tirando de mí para que entráramos en la casa.

-Yutaka tiene pareja.-aún me dolía decir su nombre porque recordaba todo el pasado y el presente que él tenía.

-¿Tiene pareja?-interrogó confuso.-¿Cómo sabes que tiene pareja? ¿Quién te ha dicho que tiene pareja? ¿Has ido a buscarlo? ¡Atsushi!

-Es Max.-respondí con normalidad esperando que no notara que fui a buscarlo, que deseaba estar con él y al final vi que hacía su vida tal cual le pedí.-Max es amigo de Hizaki, él los presentó y terminaron juntos.

-¿Quién te dijo eso? ¿Hizaki?-caminaba sobre las baldosas que habíamos colocado en el camino a la entrada.

La perra vino ladrando desde su caseta, comenzó a brincar y a mancharme la ropa. No tenía ánimos de contestar sobre como estaba o no estaba Yutaka. Le echaba de menos. Ya no era como pareja, sino simplemente necesitaba abrazarlo y sentir su colonia pegada a mi ropa. Él era parte de mi vida, a pesar de que no le amara y amara a Phoenix. Quería sentirlo cerca, tan sólo eso.

Intenté desviar sus preguntas, no quería hablar del tema. Pero él insistía. Al final terminé mirándolo fijamente a los ojos, con una mueca de molestia en mi cara. No quería saber de la vida de Yutaka si él no podía participar de la mía. Sabía que si lo integraba de nuevo en mi camino Phoenix me dejaría, a pesar de no volver como amantes sino como simples amigos.

-¡Ya basta!-grité tan fuerte que se despertó Jun.-No sé nada de Yutaka, nada.-dije mirándolo fijamente.-A pesar de haber jugado con él hasta el último momento, de engañarlo y de usarlo.-sus ojos se abrieron y quedaron fijos en los míos.-Todo porque no quería apartarlo de mi vida, porque era importante aunque no le amaba, pero le decía que si y le hundí en la miseria cuando me casé contigo en vez de con él.-se quedó en silencio intentando procesar toda la información.-Le dije que me casaría con él como le prometí hace años, que le amaba y que deseaba formar una familia con él. Todo mentiras, a cual peor, y sin embargo sigues machacándolo como si fuera el culpable de todo.

-Atsushi.-susurró comenzando a llorar.

-Tranquilo todo lo que te digo a ti es cierto, al único que he engañado es a Yutaka.-comencé a subir las escaleras y me aferró del brazo.

-¡Me pusiste los cuernos con él! ¡¿Y él es quien ha sido engañado?!-el niño lloraba aún más con aquellos gritos y yo deseaba tomarlo en brazos.

-¡Me casé contigo! ¡Te amo a ti! ¡Compré esta casa para los dos! ¡He permanecido a tu lado a pesar de estar enfermo! ¡Pude dejarte a un lado y seguir con Clarissa! ¡Ya estoy harto de todo! ¡De que pienses que tú eres el que ha salido peor de todo esto!-se quedó en silencio nuevamente y yo corrí por las escaleras para poder llegar hasta Jun.

El pequeño se había despertado por los gritos y balbuceaba algo enrojecido por el berrinche. Lo atrapé entre mis brazos intentando calmarme y calmarlo. Sequé las lágrimas de sus ojos, besé sus mejillas y sus manos canturreando algo entre murmullos.

-Atsushi.-susurró entrando en la habitación quedando a mis espaldas.-¿Por qué lo hiciste?

-Porque soy un egoísta y quiero que todo el mundo esté conmigo, quiero todo para mí aunque yo sólo pueda entregar mi corazón a una persona.-dije meciendo a Jun entre mis brazos, y pude sentir que comenzó a tranquilizarse al fin.

-¿Cómo puedo saber si es cierto lo que me dices? ¿Cómo? ¿No puedes entender lo que supone para mi que me dejes de lado? ¿Puedes comprender que mi vida no tiene sentido si no estás tú? Yo sólo te quiero a ti, yo no puedo compartirte y cuando no sé donde estás...-me giré para mirarlo con los ojos llenos de lágrimas.-Yo tan sólo puedo imaginarte a su lado diciéndole todo lo que deberías decirme a mí.

-Phoenix.-dije aún con el bebé en brazos.-No voy a repetir todo siempre, ya te dije que si estás conmigo hoy aquí es por algo.

-Yo...-susurró se aproximó a mí y se abrazó.

-Mañana vendrá un técnico en ordenadores, de parte de Kamijo.-cambié completamente de tema.-Mirará tu ordenador, el mío y el que tenemos para el cuarto de invitados.-mecí un poco al bebé y le miré serio.-También revisará la casa, para extremar la seguridad.

-¿Por qué?-preguntó mirándome fijamente a los ojos, intentando averiguar algo que yo no quería que supiera.

-Por seguridad.-respondí.

-No, ¿por qué me cambias de tema?-susurró haciéndome resoplar y dejarle el niño en sus brazos.

-Porque yo hago todo para que confíes en mí, para que sepas que te amo, si no lo crees es tu problema y no el mío.-dije con una sonrisa amarga.-El tiempo me dará la razón.

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Lestat de Lioncourt