Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 19 de enero de 2010

Dark City - capitulo 12 - El ojo del huracán (XLIV)


En los periódicos hicieron una leve referencia al accidente por ebriedad de Brandon, el hijo del embajador en París, y gran mecenas de arte. Casi nulas eran las referencias a mi hijo, prácticamente inexistentes. Pero, apuntaban que una de las cusas era una tremenda borrachera tras una pelea con mi hijo por el corazón de Olivier; y eso sólo le hacían eco las revistas de sociedad y corazón, el opio de la sociedad consumista y chismoso donde vivíamos.

Mi hijo afortunadamente estaba bien, pero sabía que algo así no quedaría tranquilo. Esas aguas que parecían calmadas se alborotarían. En casa intentaban despreocuparme. Phoenix conversaba conmigo sobre el futuro de Jun, también sobre los grandes avances en el control de su carácter. Pero yo sólo pensaba en Hizaki.

Al regresar Kamijo pensé que él lo haría, que mi hijo vendría, pero no. Hizaki había vuelto con Olivier y estaba intentando retrasar su vuelta al país. Decía que se sentía como en casa, que no le importaba estar lejos de las calles que le vieron nacer y crecer, ya que Olivier era su hogar. Mi amigo estaba convencido que mi hijo había madurado más de lo que yo creía, de lo que ambos habíamos madurado durante años, y que lo demostraba en cada una de sus acciones. Pocos días después regresó, pero sin su amado diseñador, y lo único que tuve como respuesta es que él tenía que acabar trabajos que aún tenía en París.

Yo no dejaba de preocuparme. Pero ya no fue por Hizaki, sino por Hero. Hero había desatado el carácter de los Sakurai, hasta ese entonces era una réplica algo rebelde de mi antigua mujer. Si bien, se había pegado en una fiesta de disfraces porque un niño le había molestado. Se estaba volviendo salvaje, como yo en sus años. Su aspecto cada vez se distanciaba más del de Clarissa y se acercaba al mío, al de joven rebelde y encerrado en si mismo. Sus cabellos crecían y no permitía que se lo cortaran, sus ropas cada vez eran más oscuras y sus estudios no empeoraban por ese cambio. A penas hablaba en casa, se centró en la pintura y ahí se liberaba. Creo que Hero fue dándose cuenta de lo que implicaba dejar de ser un niño y que eso le hacía sentirse olvidado.

A pesar de los cambios de Hero él seguía siendo el mismo, amando las mismas cosas, pero su carácter y su apariencia provocaban rechazo en las personas que hasta ese momento lo adoraban. Ya no era un niño inocente. Poco a poco se había vuelto en un adulto al ver el mundo que le rodeaba. La certeza de que nada sería igual y para siempre, los cuentos de hadas que hasta hacía poco le parecían reales, se desmontaba como una mentira tras otra.

Decidí quedar con él para pasar un día padre e hijo. Dejé a Phoenix un sábado a solas con el pequeño y con Jasmine. Ambos hablaban de la fecha de la boda, ya que Kamijo había dispuesto que tenía que ser el día de los enamorados para que fuera perfecto. Creo más bien que fue previsor, porque ambos éramos fatales para las fechas. Por ello, cuando me marché de casa, los dejé a ambos con café y pastas mirando revistas de moda y de decoración.

Mi hijo me esperaba en la biblioteca, ya que se había pasado la noche estudiando en ella. Era ambicioso, deseaba destacar en lo bueno y en lo malo. Cuando llegué lo vi en las escaleras con un libro entre sus manos y la mochila colgada a sus espaldas. Parecía abstraido entre las páginas de aquel tomo pequeño y bastante desgastado. Aparqué el coche y caminé hacia él observándolo. Viéndolo con aquellos cabellos más allá de los hombros y la ropa oscura me hizo ver a mi yo adolescente; sin embargo los rasgos de Clarissa eran evidentes y su nariz al igual que sus pómulos eran de mi ex.

-Hero.-susurré quedando junto a él, sentado en aquellos fríos escalones e intentando ojear lo que leía.

-Hola papá.-dijo apartando sus ojos de las letras para sonreír como siempre hacía, pero su mirada era distinta.-¿Este día padre e hijo que te has inventado es por mis cambios?-preguntó levantándose para echar a caminar.-Si es así pierdes el tiempo.

-Hero ¿qué sucede?-pregunté levantándome para ir tras él y tomarlo de la muñeca.

-Que he intentado ser un niño, he intentado ser feliz, he deseado creerme que todo podía ser posible y cada vez que pasa un día más veo que mi realidad es distinta.-me miró a los ojos y tembló.-Papá sigo siendo el mismo, sólo que la actitud ante el mundo es distinta. Estoy harto de ser el niño, porque ya no me pasan cosas de niño sino de adulto. Y créeme ser un adulto es una mierda.-me abrazó y comenzó a llorar.

-¿Es una chica?-pregunté acariciando sus cabellos.-¿Te han abandonado tus amigos? ¿O ha pasado algo más?-como todo padre quería saber que le pasaba a mi hijo, porque mis hijos eran mi mayor preocupación.

-Todo.-murmuró con la voz quebradiza.

-Pues ese todo me lo puedes contar frente a una taza de cacao.-comenté secando las lágrimas que bañaban su rostro.-Vamos a la cafetería y te invito a un buen chocolate.-asintió a mis palabras y me acompañó con la cabeza baja.

Al entrar en la cafetería me di cuenta que a penas había personas de mi edad, eran todos estudiantes en su mayoría y parecían intercambiarse apuntes o comentarios. Era un lugar cercano a la biblioteca y era normal ese ambiente estudiantil, aunque mucho más relajado que en las salas de estudios. Sin duda alguna era el lugar adecuado para reponer fuerzas, entrar en calor y distraer la mente unos minutos antes de continuar.

Nos sentamos al fondo del local y rápidamente vino una camarera para que hiciéramos el pedido. Tan sólo pedí dos cacaos caliente, de momento. Él estaba en silencio con aquel libro entre sus manos. Me di cuenta que tenía las mismas manos que mi mujer, finas y de dedos largos. Estaba, como he dicho muchas veces, ante la mejor obra que habíamos creado. Hizaki era más hijo mío que suyo, Hero era de los dos.

-En el instituto no tengo amigos.-rompió el silencio de una vez.-Antes tenía un par de amigos, pero ahora todos piensan que soy como vosotros. Que terminaré deseando que se acueste conmigo alguno de ellos. La cosa no es así.-no sabía que decir a lo que me confesaba, pero sentí rabia y una ira inmensa.-Las chicas creen que estoy interesado en ellas para ocultar mi homosexualidad. Creen que me he dejado el pelo porque quiero parecerme a Olivier, pero no es así.-miró hacia la ventana y sonrió de forma amarga.-Vi fotos tuyas de cuando eras joven, mamá aún las guarda en su ordenador y me gustó como quedaba. Pensé que yo podría verme bien con el pelo largo y conseguir una chica como mamá.-giró su rostro hacia mí.-Pero sé que las mujeres como mi madre son únicas y seguro que no terminan con pintores con disposición al fracaso.

-Hero no es así.-dije mirándole serio.-No debes hacer caso a lo que digan cuatro gilipollas, porque si te dejas llevar por lo que ellos piensan entonces sí serás un fracasado.-me miró fijamente y tragó saliva, sabía que intentaba no llorar más porque odiaba el sonido de su llanto.-Y sobre las chicas date tiempo, eres aún pequeño para atarte a una chica.

-Yo no quiero atarme a una chica, pero al menos salir con una y poder saber que se siente al ser idolatrado por unas horas.-cuando dijo aquello frunciendo el ceño, tan confiado en que algo así le daría la felicidad eterna prácticamente, me solté a reír a carcajadas.

-El maldito egocentrismo y orgullo de nuestro linaje.-comenté.-Estoy pensando en patentarlo.

-No sé que hacer.-dijo recostándose en la mesa.-Quiero ser como Hizaki y no lo soy.

-No puedes ser como Hizaki, ni como yo y tampoco como nadie. Hero eres único, todos somos únicos e intentar ser como otros es una estupidez.-suspiré cuando vi a la camarera llegar con el servicio y dejó los cacaos frente a nosotros.-Francamente te creía más maduro, al menos más que el cabeza de chorlito de tu hermano.-él rió cuando escuchó aquello y le dio un trago a su vaso.

-¡Quema!-dijo tomando la servilleta e intentando secarse sin éxito.-Mierda, eso quemaba.

-No digas insultos, controla tu vocabulario.-comenté mirándole fijamente a los ojos.

-Papá quiero ingresar a la galería de arte de mamá.-murmuró.-Pero aún soy un novato, además mi madre no me dará trato de referencia y pensará que es mejor que estudie. Ya con un artista sin estudios lidia, aunque sé que aún le dice que se dedique a empresariales.

-Hizaki estudiará empresariales cuando termine arte dramático, lo sé. Es un Sakurai y le brillan los ojos cuando ve algo referente a la economía. A pesar de que diga lo contrario, le gusta ver la bolsa como si fuera unas Vegas.-decía aquello con firmeza, conocía a Hizaki y sabía que estaba dotado para llevar mis empresas.

-Pero yo quiero estudiar historia del arte, quiero comprender el arte y plasmar el mío. Papá, quiero ser pintor.-frunció el ceño y me mostró el Hero más maduro que jamás había visto. Tenía ante mí ya a un hombre, no a un niño.-Aún queda que termine bachillerato, eso es si sobrevivo.

-¿Si sobrevives?-pregunté tomándolo del mentón para que me mirara.-¿Qué sucede?

-Me pegan, papá me han dado palizas.-la misma historia de siempre, a mis hijos y a mí nos perseguían ese tipo de encuentros. Yo los buscaba, ellos no. Parecía que mi Karma de gallito de corral repercutía en él.

-¿Quién?-dije en un tono lleno de rabia.

-Algunos chicos de clase, no les devuelvo los golpes porque sé que yo iré al director y terminaran llamando a mamá.-tomó aire y lo dejó ir.-Eso es lo que pasa, en general. No me va bien con las personas.

-Quiero sus nombres, los quiero Hero.-aún estaba más molesto porque no me había dicho quienes se atrevían a ponerle un dedo sobre él.

-Todos los chicos de mi aula, sobretodo desde que Hizaki ya no está en el instituto para defenderme y que supieron de mis clases de arte.-inmediatamente saqué el móvil marcando a Clarissa. No contestaba y di por hecho que estaría ocupada, así que simplemente dejé la llamada pendiente.

-Esto tengo que hablarlo con tu madre y ambos con el director.-dije molesto.-Nadie te va a golpear de nuevo.

-No lo entiendes, si haces eso me van a golpear más.

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Lestat de Lioncourt