Lestat de Lioncourt
Querido mío:
Sé que no soy, ni seré y tampoco
pretendo serlo, el mejor amante. Tampoco me defino como el mejor
hombre, ni es mi gran ambición en éste mundo. Deberías conocerme
bien. Ya sabes como es mi juego, perverso y algo enrevesado, pero
simple si comprendes lo podrida que están los tablones de mi alma.
Me he convertido en un salvaje hedonista que comulga sólo con la
virtud del vicio, lo obsceno, pornográfico y temible. La oscuridad
se ha cernido siempre sobre mí, pero jamás he dejado de ver las
luces del puerto donde me juego mi fortuna, mi salud y la poca
decencia que aún me queda en los bolsillos.
Sin embargo, amor mío, ¿a quién
pretendes engañar? No sabes ser cruel. Es imposible que tú, una
muñequita empolvada desesperada por unas caricias, sepa devolverme
cada una de mis impertinencias. Tienes carácter, inteligencia y
destreza de sobra, pero eso no te valdrá conmigo. Al diablo no se le
puede ganar jugando su mismo juego, aunque dudo que puedas lograrlo
con otro distinto. Sabes bien, o deberías saber, que mi alma está
comprometida con el purgatorio donde caeré de cabeza. Así que no
insista, no te la voy a dar. No te voy a dar mis miserias ni
bendiciones. Confórmate con las caricias a media luz, con los besos
en callejones oscuros y el sexo rudo, casi demencial, entre las
sábanas de mi vieja cama de hierro.
Sé que has intentado poner fronteras,
pero éstas se han quedado en una pequeña cerca muy fácil de
saltar. Lo has hecho en vano. Has malgastado energías y tiempo
intentando darme mi propia medicina. Decidiste marcharte, con el
sonido de tus tacones y el movimiento sensual de tus caderas, pero
has regresado con el maquillaje corrido como ríos de tinta por tus
mejillas. Te han hecho daño. Aún más daño que tus ilusiones en mi
decencia.
Me conociste casado, con amantes por
doquier y una fulana en mis piernas. ¿Acaso creías que iba a
cambiar? Imposible. Soy imposible. Sin embargo, conociste a un hombre
en ruinas, un ser que se dedicaba a obedecer al demonio que le
susurra cada noche y al cual entrega su cuerpo. Sí, conociste a una
marioneta de la corrupción, el libertinaje y los malos vicios. ¿Y
no he cambiado lo suficiente ya? Al menos consuélate que te he dado
mi corazón, lo único que no han podido retorcer y corromper hasta
envenenarlo de coñac o whisky.
Tal vez no soy el ser más fiel de éste
mundo. Quizás nunca sea siquiera fiel a ti por más de tres noches.
Sin embargo, ¿no soy leal a mis sentimientos? Cuando te digo que te
quiero es porque lo hago. Mi amor es absoluto. Te he entregado un
pedazo grande del pastel, amor mío. Deberías estar sonriendo en
éste instante, con la satisfacción de saberte codiciado y amado.
Richard, tú eres el único que logra
que delire y busque más allá de tus disfraces de mujercita decente.
Soy un hombre de gustos extraños, pero refinados. Nunca podría
haber amado a cualquier imbécil. Sólo soy capaz de dejarme llevar
por alguien culto y delicado, con un corazón romántico y
desenfrenado. Deja de lamentarte y de intentar ponerte a mi altura.
Tú no eres capaz de eso y lo sabes. No intentes ser un demonio
porque acabarás sufriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario