—¿En qué piensas?—preguntó
rompiendo el silencio que había entre ambos.
El sello se había roto liberándome de
la soledad que persistía desde hacía más de dos días. Decidí
salir de mi castillo y recorrer las junglas como lo hizo una vez
Mekare. Quería sentir el peso que ella había arrastrado durante
siglos hasta el aislamiento para luego regresar a mi castillo,
sentarme en mi cómodo sillón de orejas y quitarme las botas llenas
de fango mientras el fuego crepitara a mi lado. De algún modo él
comprendió que necesitaba dejar “nuestra conversación” para
tener la mía propia.
—Han aparecido cientos de espíritus
y fantasmas en estos últimos meses—dije.
—Sí, ¿tienes alguna pregunta al
respecto?—dijo como si fuese mi viejo amigo David Talbot.
Prácticamente pude sentir sus manos apoyándose en mis hombros y sus
labios rozando mi oreja derecha. Sin embargo sólo fue un delicioso
cosquilleo por mi columna vertebral que me animaba a confesar.
—Louis dice que él ha aparecido
aquí, en mi castillo y en las calles más bulliciosas de París,
pero yo no lo he visto. No he podido verlo—apreté los brazos del
sillón y eché la cabeza hacia atrás dejando que mis rizos se
esparcieran sobre el respaldo.
—Hablas de tu primer amor—susurró
tras un largo suspiro.
—He recorrido el mundo entero y no he
hallado nada. No hay respuesta a no haberlo encontrado en los lugares
donde ese supuesto demonio me llevó, ni en los diversos lugares
donde juramos lealtad y tampoco en otros que ni siquiera sospechamos
de su existencia—me llevé las manos al rostro para frotarlo y
luego volví a dejarlos lánguidos a ambos lados de mi cuerpo—.
Amel... tú sabes algo... tienes que saberlo.
—No tengo toda la información de
este mundo, ¿sabes?—respondió—. ¿Acaso crees que Louis miente?
No miente. Vio un fantasma y decía que era Nicolas. Ese fantasma le
atacó, Lestat. No es un fantasma amigable y si aparece ante ti lo
hará del mismo modo. Dudo que se permita el lujo de no aparecer para
incordiarte. Creo que sólo espera el momento adecuado—dijo
provocando que me incorporara—. Puedes sentir presencias. Sé que
aquí hay varias y las notas, ¿no es así? Quién dice que no sea
él...
Deseaba volver a ver a Nicolas por el
simple hecho de pedirle perdón por mi torpeza. Quería perderme en
sus ojos oscuros tomándolo de sus fantasmagóricas manos y aceptar
su rabia. Aceptaría todo su dolor y su rabia a cambio de poder
decirle todo lo que me callé aquellos días.
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