Lasher escribió folios y folios. Algunos van saliendo a la luz porque han sido cedidos a Talamasca y Talamasca se los ha cedido a David Talbot.
Lestat de Lioncourt
Mi nombre es Lasher. Recuerdo haber
sido despreciado por mi madre nada más nacer. No nací humano y eso
provocó el rechazo. Mi nacimiento provocó su muerte acusada de
brujería. Ella era Anne Boleyn y yo era fruto de una relación fugaz
con el noble de un valle de Irlanda. Mi hermana Isabel I permitió
que mataran a nuestra madre para salvar su pellejo, pues ella también
podía ser acusada de brujería. Yo huí con mi padre hacia su
castillo donde me acogieron con una cena fastuosa donde discutieron
si yo era San Ashlar. Había nacido tan sólo hacía unos días y ya
poseía el cuerpo de un hombre de veinte años y la memoria de hechos
que yo jamás había vivido. Era un Taltos, no un santo.
Concluyeron que debía irme del valle y
estudiar con los frailes más humildes que existen. Seres en la
tierra que pueden considerarse santos porque van descalzos, curan
leprosos y se implican para ayudar a los más necesitados. La Orden
de Frailes Menores me acogieron y me besaron en las mejillas
sonrosadas, me llamaron santo y me comentaron qué era ser un fraile
franciscano. Durante veinte años recorrí el mundo siendo honesto,
bondadoso y humilde. Aprendí la palabra de Dios y la propagué en
los corazones más pobres que no siempre son los que menos tienen.
Nunca me interesó los placeres de la
carne aunque me comentaron que podía buscar alivio por mi cuenta con
otros hombres o mi propia mano, pero aquellas mujeres bailando en el
mercado me atraparon con sus sonrisas frescas y sus ojos profundos.
Quería beber de sus cuerpos y yacer con ellas en un pecaminoso juego
de besos y caricias. Aquel día comprendí que mi simiente mata.
Entendí que no era un santo sino un demonio sobre la Tierra. Quise
huir hacia todas las direcciones y entonces, en mi patética carrera
hacia la nada, apareció un sabio de una orden llamada Talamasca.
La Talamasca era una sociedad secreta
que se dedicaba a investigar fenómenos paranormales, seres diversos
y misterios sin resolver. Intentó convencerme para que me marchara
con él, pero decidí ir a casa. De nuevo quise ir al valle. Mi padre
dijo que me necesitaba allí y yo necesitaba el afecto de mi familia.
Fue mi mayor error. Sólo me querían para un ritual terrible.
Nada más llegar a la ciudad de mis
orígenes nobles sentí el afecto y la curiosidad de todos. Me
ofrecieron una cena opípara que consistía en los productos que
únicamente consumía como la leche, quesos y cremas. Comía
brindando con todos y sintiéndome uno más hasta que llegaron unas
mujeres deformes que finalmente me parecieron hermosas. Tuve
relaciones con ellas encima de la mesa mientras parían abominaciones
como yo y esas mismas abominaciones tenían más hijos. Luego, como
si fuéramos simples hormigas, nos condujeron hacia un montículo
rodeado de piedras en círculo y nos metieron fuego. Ardimos como
leña seca. Gritaba el nombre de mi padre, pedía ayuda, y rogaba
perdón por mis pecados a Dios y a todos aquellos que habían sido
ofendidos por mi nacimiento.
No sé por qué escribo esto. Quizá
porque estoy perdiendo la cabeza. Pronto olvidaré quién fui y me
convertiré en un hombre sin memoria. He vuelto a la vida en el seno
de otra bruja después de ser el fantasma que movió hilos, cuidó y
cultivó sus grandes ansias de vivir. Ellos querían poder y lujo y
yo vivir nuevamente para ser amado. No soy amado. No he logrado ser
amado.
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