Una de fantasmas... ¡La Voz de la Tribu!
Lestat de Lioncourt
La radio estaba preparada. Todo lo que
hacía falta para su emisión, con un equipo mucho mejor que en meses
atrás, había funcionado correctamente en las diversas sesiones que
se habían realizado semanas antes pero algo fallaba. Había un ruido
extraño cuando Benjamín probaba el micrófono para empezar la
grabación y la emisión en directo. Pidió a sus dos músicos que no
tocaran ni uno solo de los instrumentos.
De inmediato se dirigió a la puerta e
intentó abrirla pero no pudo. El pomo no giraba y ni él con toda su
fuerza podía hacerlo girar. Fuera estaba David Talbot esperando
entrar pata tomar su asiento y Daniel Molloy que estaría como
siempre asistiendo a las llamadas. Él tenía que empezar la
grabación y había algo extraño en la sala, además ahora ni
siquiera podía salir. Aquello le puso particularmente nervioso.
Sybelle se aferró de inmediato a Antoine intentando calmar sus
nervios, pero terminó rompiendo a llorar. Estaban atrapados a no ser
que rompieran las ventanas con algunas de las sillas u objetos que se
hallaban desperdigados por la habitación.
Se giró hacia la mesa que solía
ocupar y vio una figura que tomaba forma. Frente a los tres estaba
ocurriendo un pequeño “milagro” y no sabía en qué podía
terminar todo aquello. Tomó la decisión de caminar con calma y
cautela hasta la mesa para al fin ver a un joven delgado, de unos
treinta años, de ojos profundos y claros con unos labios amables. No
parecía violento, pero se había manifestado con una fuerza
indecible.
—No puedo mantener mi cuerpo mucho
tiempo después de haberte obligado a estar aquí a solas conmigo,
aunque lamentablemente también están tus músicos. No quiero la
intervención de personas cercanas a Talamasca pues no quiero que mi
historia de nuevo los salpique—dijo.
Su voz era suave y su acento era una
mezcla extraña entre el americano más sureño y un inglés
británico muy cerrado. No sabía si aquel espectro fue un vampiro,
pero sabía que debía cercano a la Orden cuando había dicho eso.
Sopesó durante unos segundos quién podría ser, si bien no conocía
a todos los miembros de Talamasca y no solía husmear demasiado en
sus archivos salvo si Talbot hacía referencia a ellos.
—Mi nombre es Stuart
Townsend—confesó—. Y la radio ha sido tomada por mis poderes.
Actualmente estoy emitiendo sin la aprobación de su titular ni de
miembro alguno de su equipo—Benji de inmediato miró los aparatos y
notó que estaban encendidos. Realmente estaba emitiendo en directo—.
Fui asesinado por Lionel Mayfair y no por Lasher Mayfair. Mi
asesinato fue perpetrado por celos y la influencia de Carlotta
Mayfair—añadió mientras parte de su cuerpo se deshacía frente a
los ojos de los tres asombrados vampiros—. Me ha costado algunos
años poder acercarme a la radio. He viajado gracias a los cables de
alta tensión y diversos trucos que no tienen importancia ahora. Sólo
vengo a confesaros que Lasher ha vuelto a ser el Hombre de los
Mayfair, que son tan peligrosos como en mi época y posiblemente
alcancen un nivel superior en sus poderes. Ningún vampiro deberá
acercarse de nuevo a la familia porque Julien Mayfair así lo
desea—miró a los oscuros ojos de Benji y sonrió—. No estoy en
paz, nunca lo estaré, pero al menos he podido dejar claro quien es
mi asesino. Me mataron porque no querían que investigara sobre el
Hombre ni sobre Stella—suspiró largamente, bajó despacio los
párpados y dejó cerrado los ojos—. Pobre mujer... murió
asustada... —dicho aquello desapareció y la puerta se abrió.
David hizo girar el pomo para entrar
después de haber sentido ciertas perturbaciones, aunque no había
escuchado el programa porque estaba más atento a lograr abrir la
puerta que a saber si la emisora estaba ofreciendo algún programa.
—Stuart Towsend no quiere que se
investigue más a la familia Mayfair y no fue asesinado por Lasher,
lo fue por Carlotta y su hermano—dijo sin girarse para ver al viejo
director de la Orden que observaba la sala con cierta inquietud.
—Es la segunda vez que se aparece
desde su muerte...—recordó. La otra vez fue para advertir a un
compañero sobre los peligros que entrañaba acercarse demasiado a
Stella, compañero que terminó muerto de un “supuesto” infarto
mientras regresaba a la sede de Londres—. Quizá hemos revuelto
demasiado las cosas por allí y los archivos han podido atraer su
atención.
—Como sea... deja de
investigar—contestó Benji—. No quiero líos. No ahora. Quizá
más adelante podamos hacer algo.
La emisión ya había sido cortada y
nadie se atrevía a tocar los aparatos. Ese programa fue el único
que dieron en toda la semana. Sybelle se encontraba angustiada porque
había podido sentir las emociones de aquella alma atrapada entre dos
mundos, lo cual la alteraba de sobremanera, Antoine simplemente
quería alejarse de la habitación porque pensó en todos los jóvenes
vampiros que ahora estaban en la misma situación que Stuart. El
resto necesitaban revisar los archivos para encontrar contenido que
no estuviera relacionado con la Orden ni los Mayfair para no llamar
de momento la atención de la familia de brujos y sus fantasmas.
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